¿destino o casualidad?

8. Destino o casualidad.

Un año después...

—¡Cuidado con el velo! Baja la cabeza, Diane.

—¡Eso intento!

Con mucha dificultad Diane entra a la limusina tratando de que el velo no se cayera. Sí, su velo de novia.

¡Se iba a casar!

Después de un largo y hermoso año de noviazgo, Evan le propuso matrimonio y ella por supuesto que aceptó.

Los nervios hacían que sintiera ganas de vomitar pero inhalando y exhalando trataba de calmarse. Todo el camino a la iglesia se la paso recordando la noche que su apuesto pelinegro se arrodillo delante de ella y le hizo la pregunta.

 

El lago es hermoso, la pareja esta sentada en un mantel observando el lugar tranquilo y bebiendo vino. Diane había notado la intranquilidad de su novio toda la tarde y no sabía qué lo tenía así hasta ese momento.

Amor...

¿Sí?

Con los ojos cerrados la castaña siente como Evan se separa de ella y sintiéndose fría sin su cuerpo pegado al suyo abre los ojos encontrándose con el amor de su vida arrodillado ante ella con una cajita en la mano.

Desde que te conocí lo único que has traído en mi vida es felicidad. Mi corazón, mi mente y alma te pertenecen y desde hace mucho tiempo anhelo con todo mi ser, despertar y que tu rostro sea lo primero que mis ojos vean. Tenerte junto a mí el resto de mi vida. Es por eso que hoy me atrevo a preguntar, cariño ¿Harías inmensamente feliz a este hombre? ¿Te casarías conmigo?

Con lágrimas en los ojos Diane solo logra asentir, las palabras no le salen. Con delicadeza, Evan coloca el anillo en su dedo y le besa el dorso de la mano.

 

—¡Llegamos! —anuncia Alexa a voz de grito.

Evan dentro de la iglesia mira constantemente a las puertas esperando ver entrar a una hermosa castaña ataviada con un vestido blanco. Siente las manos temblar de los nervios.

¡Por fin se iba a casar! Había esperado tanto por este momento.

La marcha nupcial suena y todos los presentes se levantan para recibir a la mujer de su vida. Sus ojos se mantienen fijos en la entrada vacía hasta que Diane con su vestido de novia, camina hacia el altar. Hacía él. Siente como una enorme sonrisa se forma en su boca y no puede apartar la mirada de su bella novia.

A paso lento se va acercando al altar aunque desearía correr y echar los brazos al cuello del perfecto pelinegro que la observa con los ojos brillando de felicidad y amor. Va del brazo de su padre y cuando al fin llega, es entregada al amor de su vida quien le regala un beso en la mano.

La sonrisa de su Diane le provoca ganas de llorar por lo hermosa que es. Que afortunado era.

La boda da inicio y todo marcha a la perfección. A cada momento ambos se lanzan miradas de soslayo, asegurándose que es real lo que sucede.

Es hora de los votos matrimoniales, con los nervios de punta Evan se planta frente a Diane y toma su mano.

—Diane, la noche en la que te conocí creía que jamás en mi vida volvería a sonreír. Esa noche te encontré sin saber que te buscaba, esa noche descubrí que una casualidad puede volverse lo mejor de tu vida.

—Las casualidades no existen —susurra la castaña con lágrimas en el rostro—, fue el destino.

Evan ríe rodando los ojos

—Casualidad.

—Destino —insiste ella.

—Sea lo que sea, destino o casualidad esa noche me convertí en el hombre más afortunado del mundo porque entraste en mi vida. Antes de ti creía estar completo, creía saber que era el amor y por qué no estaba hecho para mí. Me equivocaba. Cuando llegaste empecé a notar los colores de la vida, una que vivía en blanco y negro aunque creía que era un arco iris. Prometo amarte ésta y todas las vidas que se nos permita estar juntos. Soy tuyo para siempre.

Desliza el anillo de matrimonio en el dedo de su mujer. Diane toma la mano de él y con la voz ahogada por las lágrimas habla:

—Siempre había creído saber qué era el amor. Rosas, chocolates, besos, años y años de conocerse pero todo era un gran error. El amor no son regalos en San Valentín o palabras bonitas. El amor es sentirte comprendida, respetada y en una confianza absoluta con la otra persona. Amor es tener recuerdos compartido de momentos especiales, es mirarse a los ojos y sentirse en casa. El amor te hace mejor persona, no te cambia. Y todo eso lo descubrí cuando te conocí. Así que ¿qué importa si fue el destino o la casualidad? lo que importa es que te encontré y no te dejaré ir jamás. Soy tuya para siempre.

Colocando el anillo en el dedo de su pelinegro y tomándose de las manos, escuchan las palabras que llevaban esperando por un largo tiempo.

—... yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Con lágrimas de felicidad, se miran a los ojos y con ímpetu se fusionan en un beso que expresa el amor que se tienen y se tendrán.

Un amor forjado gracias al... ¿Destino o casualidad?

 

Fin.


 


 



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En el texto hay: destino, amor, casualidad

Editado: 11.10.2021

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