Tres jodidos meses han pasado, tres malditos meses sin saber nada de la niña de mis ojos, sin saber absolutamente nada de la pequeña que deje hace 5 años en aquel lugar en tan mal estado.
—¿Me acompañas? —pregunta mi madre
—Claro
Ambos subimos al auto y el chofer empezó a manejar hacia dicho lugar.
Mi mirada se desvía hacia la ventana, mis pensamientos solo centran en dicha persona que aún no sé si estará bien, mi mente solo recrea esos momentos en los que, si fui feliz, la conciencia me reprocha el haberla dejado y yo, yo solo deseo que mi pequeña lucecita este bien y que nada le haya pasado.
—Cambia esa cara hijo, parece que no has querido venir —me dice mi madre e intento poner otra cara, aunque dudo que se pueda
Simplemente sucede que nuestros sentimientos son tan fuertes que controlan todo musculo de nuestro cuerpo y ahora mis sentimientos prácticamente le están diciendo a mi rostro que se ponga triste.
El chofer maneja aproximadamente una hora y media y por fin llegamos al lugar.
Se ve muchísimo mejor que antes, la infraestructura ha mejorado y parece que es un hogar feliz.
—Hemos ido mejorando poco a poco —dice mi madre y avanza
Se me hace tan raro no verla con sus vestidos apretados y esos tacones de 15 centímetros, ahora esta con un buzo y un polo sencillo, las zapatillas son deportivas y su cabello esta amarrado en una coleta alta.
Sigo a mi madre y entro al refugio, se puede ver a muchas mujeres de todas las edades, algunos varones, pero no hay muchos. Exagerando habrá 10 varones que pasen los 12 años.
Los niños y niñas corretean alrededor de mi madre y ella los abraza.
Siento como mi pecho se estruja y decido mirar hacia otro lado.
—Ven Aran te quiero presentar a las que se encargan de todo.
Me acerco con ese sentimiento y hago un pequeño asentimiento de cabeza.
—Ellas son Taylor, Sofia y Odette —dice mi madre señalando a las tres mujeres que tengo en mi delante.
Taylor parece de 35 años, Sofia de 28 años y Odette es la que mas joven se ve, no pasa de los 23 años.
—Mucho gusto, soy Aran —me presento
Taylor se encarga de la comida de todos, Sofia se encarga de los suministros en general y Odette enseña a los niños y adolescentes todo lo que sabe.
—Yo también quiero contribuir, podría enseñarles lo que se —me ofrezco como voluntario
—Podrías enseñarle a los más pequeños mientras Mia estudia conmigo —me dice Odette
No puedo evitar sentir ese cálido abrazo en el corazón con la mención del nombre de esta tal Mia, pero hay miles que se llaman así.
—No hay ningún inconveniente, yo encantado de ayudar en lo que se pueda —digo y Odette con las otras dos aplauden.
Me rio con ellas y solo sigo a Odette.
—Odette, no encuentro a Matías —dice una chica
No puedo ver su rostro, pero se ve que es pequeña no llega a 1.60.
—Anda búscalo, yo me encargo de los pequeñuelos —le dice Odette
La muchacha se va corriendo que s eme es imposible reconocerla
Su piel se veía tan suave y su cabello castaño resalta más por el sol.
Sigo a Odette y veo a unos pequeños jugando con lo que parece ser plastilina.
—Niños, él es Aran y será su nuevo maestro —les dice Odette
Les sonrió a los niños y espero una respuesta de ellos.
—Quiero a Mia —dice una niña
—Mia también les enseñara, solo que Aran será su maestro mientras Mia estudia —dice Odette y espero que los pequeños me acepten
—¿Sabes contar cuentos de princesas? —me pregunta la niña
—Claro que se —contesto eufórico.
No soy mucho de tener niños a mi cargo, pero estos cuatro que están aquí me causan ternura.
—¿Y cuentos de dragones? —me pregunta uno de los niños
—También se, yo les contare todos los cuentos que quieran si terminan la tarea a tiempo —les digo y los cuatro se ponen a saltar de alegría
—Parece que les caíste bien, te los dejo en tus manos —me dice Odette y sale del salón.
Me acerco a los niños y los veo haciendo figuras de plastilina.
—Ahora me dirán sus nombres pequeños.
Una de las niñas me mira y no dice nada.
—Soy Thiago, tengo 4 años —me dice el niño de cabello oscuro
—Soy Carlos
Me quedo mirando al pequeño y parece un tanto tímido.
—¿Cómo te llamas tú pequeña? —le pregunto a la niña de cabello rojizo, pero no dice nada
—Ella no habla, pero se llama Vanesa —me dice una voz distinta a las demás.
Volteo y veo a la chica sonriente de cabello castaño, ella se queda paralizada y su piel se hace pálida.
—Me tengo que ir, cuida bien de mis niños —me dice y se va
—Soy Brenda, tengo 5 años y amo las princesas —me dice la pequeña parlanchina
Veo al niño que acaba de llegar y parece mas grande que los demás, pero a la vez mas triste.
—Quédense aquí niños, armen lo que gusten con la plastilina.
Me acerco al pequeño y toco su hombro haciendo que él se sobresalte.
—Hola
—Hola —susurra el pequeño
—Soy Aran y ¿tu? —pregunto
—Matías, me llamo Matías
El pequeño juguetea con sus manos y no me mira directamente, no puedo ver su rostro.
Me pongo en cuclillas y veo que tiene el pómulo morado. Todo mi interior se enfurece y hace que mis puños se cierren.
—Puedes confiar en mi Matías, no te hare daño —le digo en voz baja para que no se asuste
—Eso dijo ella y esto paso otra vez —el pequeño dice eso y mi corazón se estruja
No puedo creer que halla madres que golpeen a sus hijos de esa forma. El pómulo de Matías se ve muy mal y estoy seguro que si reviso su cuerpo encontrare mas moretones de esa gravedad.
—¿Quién lo hizo?
—Si te dijo ¿llamaras a la policía?
Me parece tan tierno que aun después de lo que le paso piense en proteger a su madre.
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Editado: 01.04.2023