Destino o Casualidad

TENEMOS UNA PISTA

Al terminar de hablar con Odette me dijo que hallaría la manera de poder ayudar a Angela para que así pueda obtener la custodia de Matías en cuanto ella supere su adicción.

Luego hablé con Efraín y me dijo que había algo que tenia que decirme, pero no pude por quedarme con Odette y Angela.

—¿Hoy saldrás mi niño?

—Si nana, no te preocupes que no llegare tan tarde —o eso creo.

Mi nana me da una sonrisa y deja mi comida en el escritorio.

Termino de vestirme y le envío un mensaje a Efraín.

ARAN

Ya estoy saliendo, en 15 minutos estoy en tu casa

EFRAIN

No hay problema muchacho, acá te espero.

Para no hacerle el feo a mi nana como la mitad del almuerzo y lo demás lo recojo para llevarlo a la cocina.

—Deja que eso lo haga Natalia o Francisca —me dice mi madre

—No me cuesta nada recoger un plato de comida madre, tengo dos manos fuertes y jóvenes como para poder lavar, cocinar y hacer los quehaceres.

Rodeo a mi madre y sigo mi camino. Si hay cosas que me molestan es que piensen que por tener a alguien que nos ayuda en casa ya tenemos que dejarles todo el trabajo a ellas cuando muy fácilmente podemos ayudarlas.

Llego a la cocina y lavo mi plato para luego salir a casa de Efraín.

Tomo un taxi y en menos de 10 minutos estoy en la puerta de su casa.

—Buenas tardes Efraín.

—Buenas tardes Aran, pasa.

Ambos entramos a su casa y las manos me empiezan a sudar por los nervios.

—Tenemos una pista sobre Mia

Todo mi cuerpo se queda helado y no tengo idea de como reaccionar ante lo dicho.

Una pista, eso significa que estoy más cerca de encontrarla.

—Necesito saber lo que sabes.

—Buscando en los archivos pude encontrar una denuncia que hizo una tal Odette por violación a Mia, pero el caso se cerro porque ella retiro la denuncia. Si analizamos bien las fechas puede que esa Mia sea la misma que estamos buscando.

Mi mente recrea algunos momentos.

—Quiero a Mia —dice una niña

—Mia también les enseñara, solo que Aran será su maestro mientras Mia estudia —dice Odette y espero que los pequeños me acepten

No puede ser la misma ¿o sí?

—Creo saber dónde encontrarla.

—Debemos actuar despacio para no asustarla, no le digas que la has estado buscando ni nada. Primero debes ser su amigo y ya luego tratar de saber si ella también te recuerda.

Asiento y recuerdo como ella se ponía nerviosa cada vez que chocábamos. Su cálida piel, sus ojos marrones, su cabello castaño, ella es mi pequeña y no la supe reconocer.

Mi pequeña, la encontré y no dejare que nada me impida estar cerca de ella.

—Hare lo que este en mis manos para que ella me recuerde o por lo menos me reconozca.

—Debes ir despacio si no quieres asustarla, pero igual seguiré con la investigación ´porque no sabemos si ella es la misma que estas buscando.

Asiento y tengo una sonrisa de oreja a oreja.

La vida es como una montaña empinada, que si no sigues escalando te quedas y te caes, pero yo estaba escalando tan bien hasta que me quede a la mitad del camino y una pequeña luz regreso por mi y me ayudo a seguir escalando.

Esa pequeña luz se llama esperanza, la cual nunca perdí y estaba tan confiado en que encontraría a Mia que ahora que la encontré me siento tan feliz, tan eufórico, que solo quiero llegar y abrazarla.

—No tenemos como demostrar que es la misma Mia, solo nos queda esperar que ella misma te lo haga saber Aran.

—No te preocupes Efraín estoy seguro que es la misma que tanto he buscado.

Su búsqueda ya tenia 6 meses y por fin la encontré, por fin se donde esta y le podre hacer todas las preguntas que tanto he querido hacerle.

Por fin puedo protegerla y adorarla, por fin se que nadie nunca le volverá hacer daño, no mientras yo esté presente.

Salgo de la casa de Efraín y me dirijo al refugio.

Mi celular suena y la pantalla se prende con el nombre de mi madre.

Rossie

—Buenas tardes madre.

—Buenas tardes hijo, ¿vienes a almorzar?

Me parece increíble que ni siquiera se acuerde que Sali de casa.

—Ya almorcé, no se si te acuerdas que me encontraste dejando mi palto a la cocina.

—Si cierto, se me había olvidado

—Tengo cosas que hacer madre, nos vemos después.

Corto la llamada y solo em quedo mirando como el carro sigue avanzando. Mi mente recrea muchos recuerdos con Mia, cuando jugábamos, cuando ella me contaba sobre su madre o cuando ella lloraba porque su padre se fue.

—Ya llegamos joven —me dice el taxista

El trayecto se me hizo tan rápido por estar metido en mis pensamientos que no em di cuenta que habíamos llegado.

—Gracias y quédese con el cambio.

Al entrar al refugio los niños vienen corriendo a abrazarme.

—Viniste Aran —me dice la pequeña Brenda

—Aran, ¿tu si quieres jugar a la pelota? —me pregunta Matías y Thiago

—Niños no se vayan así —dice una melodiosa voz y solo con escucharla sé que es ella.

La miro por unos segundos y me atrevo a hablar.

—Hola.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.