Destino o Casualidad

¿AMIGOS?

—Hola

—Ah…hola

Ella parece nerviosa y juguetea con el borde de su camiseta.

—Mia Mia Mia —le dice el pequeño Thiago jalando su brazo

Ella sale de trance y mira al pequeño que la intenta llamar su atención.

—Dime.

—Aran jugara a la pelota —dice y me mira —¿cierto? —asiento y todos los niños saltan de alegría.

—Yo quiero que Aran sea el rey, Mia la reina y yo la princesa junto con Vanesa

Me quedo mirando a Brenda y luego miro a Mia, ella se ríe ante las ocurrencias de la pequeña Brenda y solo niega con la cabeza.

—Imposible. Dejemos que él juegue con los demás y nosotras jugamos a las princesas.

Brenda parece estar a punto de comenzar a llorar, sus ojitos están tristes y algo rojitos.

—Te prometo jugar contigo después de jugar con los niños —le digo

—¿Lo prometes?

—Lo prometo por el meñique —le digo y ella se ríe

—Igual que Mia —dice ella y Mia se pone nerviosa.

Le doy una sonrisa torcida y Mia cierra los ojos.

Se que ella me recuerda, tengo la acorazonada de que ella si sabe quién soy. Ahora solo espero que quiera retomar nuestra amistad y si se puede algo más.

—Vamos muchachos.

Thiago, Matías y Carlos me siguen y empezamos a jugar mientras que Mia, Brenda y Vanesa se van al salón a jugar.

Nos ponemos a jugar con la pelota y Carlos parece muy aislado y ajeno a todos.

—Vayan jugando ustedes, quiero conversar con Carlos —Matías y Thiago asienten y se ponen a jugar los dos.

Me acerco a Carlos y no percibo alejamiento de su parte, pero si indiferencia.

—¿Estas bien?

Asiente, pero no habla.

—Estoy bien.

Me quedo mirando como Thiago y Matías juegan y me siento al lado de él.

—Cuando tenia tu edad era muy parecido a ti.

—No es cierto

—Si lo es, cuando era pequeño no quería que nadie sea mi amigo, me gustaba estar solo.

—¿Polque?

—No lo sé, supongo que la soledad y yo siempre hemos sido muy buenos amigos. ¿Porque no te juntas con Matías y Thiago?

—Hablan mucho y no me gusta la bulla.

—Comprendo.

—Me gusta estar con Vanesa, ella es tranquila y no habla

—Pero Vanesa pronto hablara.

—Ella si habla, pero solo conmigo. Somos amigos y no tiene permiso de hablar con nadie más.

Frunzo el ceño y dejo que siga hablando.

—Vanesa solo puede ser mi amiga, polque si habla con Thiago o con alguien más me la van a quitar y yo no quiero eso.

—Todos son amigos de todos.

—No es cierto. Mia no quiere ser tu amiga —me dice Carlos y sigue mirando a la nada.

Para tener solo cuatro años es muy observador y algo…posesivo.

—Es que ella no me conoce y por eso es tímida, pero pronto seremos amigos.

—No es cierto. Ella si te conoce, ella se lo dijo a Odette.

Mi corazón brinca y comienza a latir más fuerte que antes.

—Debes prometer ser más sociable y dejar que Vanesa sea la amiga de los demás.

—Lo hare solo si ella cumple su promesa.

—¿Y cuál es esa promesa?

—Que saldremos juntos de este lugar. Ella no se ira antes que yo y yo no me iré antes que ella.

Sonrió ante sus palabras y revuelvo su cabello.

—Vamos a jugar con los demás.

Carlos me sigue y nos ponemos a jugar con Thiago y Matías.

El tiempo pasa volando y veo a los niños muy cansados.

—Es hora de terminar. Ahora váyanse a dar un baño de agua caliente.

Todos me obedecen y se van corriendo a las duchas mientras que yo voy a donde Brenda y cumplir mi promesa.

—Un rey caliente ha venido a salvar a su princesa.

Brenda se ríe y salta a mis brazos.

—Si vino Mia, mi rey si vino.

Vanesa me mira curiosa y me acerco con Brenda en brazos.

—¿También eres mi princesa?

Ella asiente y niego.

—Con palabras.

Ella me mira y habla.

—Shi, shi quielo sel tu plincesa.

Sonrio ante su respuesta y la alzo en el otro brazo.

—Ahora si tengo a mis dos princesas.

Les doy una vuelta y ambas ríen y gritan de entusiasmo.

—Ahora solo falta tu reina —me dice Brenda. —Mia ven aquí

Mia me queda mirando y se acerca cautelosamente.

—Es hora que vayan a tomar un baño pequeñas.

Ambas niñas resoplan, peor obedecen.

—Gracias por encargarte de los niños.

—No hay problema. Por cierto, soy Aran —digo y extiendo mi mano

—Lo sé, soy Mia —me dice y agarra mi mano en forma de saludo.

Al mero roce de su mano con la mía siento mi cuerpo electrizado, es como si una corriente pasara de la punta de mis dedos a la punta de mis pies en menos de un segundo.

—Me gustaría que seamos amigos.

—¿Amigos? —pregunta confundida.

—Si, amigos obvio si tú quieres.

—Entonces amigos.

Ella sale del salón despidiéndose con la mano y siento que estoy reventando de la felicidad.

Al salir del centro de acogida tomo un Uber y llego a casa con la sonrisa más grande del mundo.

—¿Dónde estabas?

Mi madre esta en el sofá sentada como si hubiera estado esperándome desde hace rato.

—Haciendo amigos madre, buenas noches.

Me retiro lo más rápido a mi habitación, no quiero lidiar con ella ahora que ya encontré a la persona que tanto estaba buscando.

Mi rostro refleja la felicidad que hace años deje de sentir. Desde el primer día en el que me separé de Mia sentí un enorme vacío en mi pecho que sin darme cuenta nunca cerro hasta este momento.

Mia es de las pocas personas que te llenan así no las tengas cerca, Mia es tan única y especial que ahora solo tengo ganas de protegerla y cuidarla como si fuese un cristal o una muñeca de porcelana.

Ahora que la encontré no descansare para recuperar nuestro tiempo perdido, la invitare al cine, la llevare a comer, le comprare ropa y todo lo que pida se lo daré.




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