He intentado ir casi todos los días a donde se encuentra Mía, pero ella es tan tímida casi no me habla y lo único que logro es que me diga: Hola, tengo cosas que hacer.
No puedo acercarme a ella, Odette tampoco me deja y no sé por qué. Mi madre se ha dado cuenta de mi acercamiento y me ha estado preguntado, pero he evitado el tema todas las veces posibles. Mi padre es otro caso, a pesar de haber conversado de haber llegado a un acuerdo, no es igual, él ya tiene su manera de ser y no voy a poder cambiar eso.
—Iré a ver a los niños —digo y mi madre me mira fijamente
—Deberías estar estudiando hijo, la carrera de Derecho no es fácil —me dice mi madre y me da esas sonrisas suaves.
—Tranquila, tengo dominado los temas —digo y salgo de la casa
A pesar de que la carrera no em gusta soy un chancón y me gusta estudiar todo por adelantado. Mi padre quiso que estudie esto y no me negué a hacerlo simplemente para evitar un problema.
La universidad siempre es un tanto complicado, los cursos, los temas, las exposiciones y todos los problemas que acarrea ser un universitario, pero no es imposible. Ahora estoy a poco de acabar el primer año de universidad, muchos compañeros están entusiasmados por las vacaciones, otros por empezar a trabajar. Yo solo estoy esperando que llegue aquel día tan importante para mí como para ella.
Curiosamente nuestros cumpleaños son el mismo día del mismo mes.
—Hoy es mi cumpleaños Aran, voy a pedir un deseo
—Hoy también es mi cumpleaños —le digo sonrojado
—¿De verdad? No tengo un regalo para ti —me dice ella exclamando
—No te preocupes
—Ya se que te voy a regalar —me dice ella y la miro curioso.
A pesar de que ella tiene 9 años o bueno ahora 10 es una niña muy linda, es buena, cariñosa y siempre me causa gracia con sus ocurrencias.
—Mi madre hará un pastel, soplemos juntos la vela.
—Okey, pero te daré tu regalo después —me dice ella y sale corriendo
La miro a lo lejos y ella desaparece al entrar a su casa.
El recuerdo de ese día se hace mas grande cuando recuerdo su regalo tan significativo para mí.
—Llegaste —le digo al abrir la puerta
—Lo siento por demorar —me dice ella y veo que tiene sus ojitos rojos.
Ha llorado.
La hago pasar y mi madre la abraza al verla, esperamos a que llegue mi padre y cantamos el cumpleaños feliz.
“Cumpleaños feliz
Cumpleaños feliz
Te deseamos todos
Cumpleaños feliz
Desde el día que naciste
Has sido siempre y serás
Una dicha para todos
De inmensa felicidad”
Terminamos de cantar y ambos soplamos la vela.
—Vayan a tu habitación mientras corto el pastel —me dice mi madre y con Mia entramos a mi habitación.
—No es lo mejor, pero lo hice con mucho cariño —me dice ella y me da una pequeña cajita
Lo abro despacio y en su interior veo un muñequito de madera, ella misma lo tallo.
—Es precioso lucecita —le digo y la abrazo
—Cada vez que lo veas te acordaras de mi Aran, te quiero —me dice y cierro los ojos porque esas dos palabras son mas significativas que cualquier otra cosa.
Al llegar al refugio entro, la veo sentada en el pasto y algo frustrada.
—¿Estas bien? —le pregunto
—Si, solo que no se como hacer esto —me dice y me enseña su cuaderno
—¿Quieres que te ayude? —pregunto nervioso porque no se que me ira a contestar.
—Si por favor Aran
Ella me sonríe y me siento a su lado. Al ver el cuaderno empiezo a enseñarle las ecuaciones de primer y segundo grado.
—Aprendes rápido —le digo alabándola
—Tengo un muy buen maestro —me dice ya más relajada y sonriente
Le devuelvo la sonrisa y si darle tiempo a reaccionar la abrazo. Siento como se tensa, pero se relaja al instante. Mi sonrisa se hace mas grande y las palabras salen sin pedir permiso.
—Te recuperare lucecita.
—¿Ah?
Me pongo nervioso y me alejo de ella despacio.
—Que te ayudare lucecita.
—¿Por qué lucecita? —me dice ella sonrojada
—Porque yo creo que brillas hasta en la fosa mas oscura, por eso eres una lucecita —le digo y ella se ríe.
—Estas loco —dice y recoge todas sus cosas
—Si, pero por ti —lo pienso y la sigo mirando
Ella se despide con la mano y yo voy a donde están los niños.
—¡Aran! —gritan todos a la vez.
Me acerco a ellos y Brenda junto a Vanesa se cuelgas de mi haciéndome tambalear.
—Pequeñas, yo no soy de piedra —les digo riendo
—Aran juega con nosotras —me dicen las niñas y los niños las miran feo
—Que les parece si hoy vemos una película todos juntos —les propongo
—De princesas, de carros —dicen a la vez nuevamente
—Si intentas hacer algo con todos juntos necesitaras mi ayuda —dice Mia llegando
—Creo que si la necesito —le digo
Mia pone una película infantil y ninguno d ellos pequeños hace alguna objeción.
—Debes enseñarles que tú eres el mayor —me dice ella en un susurro en mi oído
Todo el cuerpo se me escarapela y solo sonrió.
Recuperare a mi pequeña, la recuperare.
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Editado: 01.04.2023