Destino o Casualidad

LA CAJA MISTERIOSA

Una semana ha pasado y no he tenido el valor de abrir aquella caja, pero hoy me siento capaz de hacerlo.

Abro el closet y saco la caja, la abro y veo una carta en ella.

Querido Aran.

Hace tanto tiempo no sé nada de ti, espero de todo corazón y te encuentres bien. Mi motivo tan repentino de escribirte es porque algo grave sucedió y espero lo puedas entender, sé que puede llegar a ser muy doloroso, peor debes aceptar que ella ya no está con nosotros.

Su última voluntad fue que te entregara estas cartas y así lo estoy haciendo. Léelas con calma y ahí entenderás todo lo que ella siempre paso.

Cuídate mucho y perdóname por no cumplir mi promesa de cuidarla.

Espero que sigas bien, con amor Odette.

Las manos me tiemblan por lo que acabo de leer.

¿Cómo que ella ya no está? ¿Cómo que no cumplió su promesa de cuidarla?

Dejo la caja a un lado y comienzo a analizar cada palabra que Odette escribió. Las manos me pican por llamarla y pedirle explicaciones, pero no me atrevo a hacerlo.

Es cierto que deje de llamar, pero no es para tanto ¿o sí?

Sigo sacando más papeles y encuentro frases que ella decía, están escritas con su puño y letra.

«Mi caballero andante, te quiero»

«Mis demonios no me dejan ser feliz»

«No somos los malos en un cuento de buenos, no somos los buenos en cuento de malos»

«Con él me siento protegida, aunque no esté a mi lado»

«Eres la flor y el mundo son tus espinas»

Mas frases como esas encuentro, pequeños dibujos cuando tenía 5 años, algunos garabatos de ambos juntos.

Sigo revisando y es cuando encuentro la primera de muchas cartas.

No sé cuándo leas esto, solo sé que lo estoy escribiendo a mis 10 años, tampoco soy perfecta con las palabras y eso tú más que nadie lo sabe, vivir en este barrio fue mi condena, pero contigo a mi lado todo se hizo más fácil, hoy es el día en que te digo adiós, hoy es el día en que te dejare ir mi amor.

Aprenderé a vivir sin sus abrazos, aprenderé a vivir sin tus palabras bonitas, puede que aun sea una niña, pero yo ya conozco lo que es el amor y eso es lo que tú me has dado.

Aún recuerdo esa navidad que pasamos juntos, solo tenía una botas sucias y un vestido desteñido y aun así me invitaste a pasarla contigo, tus padres me aceptaron en tu casa y me invitaron a cenar; esa fue mi mejor navidad, días después viniste con una caja a verme y cuando la abrí eran unos hermosos pares de botas negras, recuerdo que me dijiste que no me habías dado mi regalo en navidad y que por eso me lo estabas dando, me sentí mal por no darte un regalo, pero ahí fue cuando me dijiste que el mejor regalo que te podía dar sería un beso, un beso de amor.

Mi primer beso, tú fuiste mi primer beso, un beso de amor, un beso de niños, un beso de dos almas que algún día se volverán a unir.

Te estoy viendo partir desde el hueco de mi ventana y yo con lágrimas en los ojos sigo escribiendo esta carta que no se si algún día la leerás, siento mi corazón romperse en mil pedazos, me duele ver que te vas.

Ese domingo en la iglesia cuando me lo dijiste te deje de hablar por 10 minutos y luego te abrace, perdóname por no comprenderte y sé que tú también quisieras quedarte, pero irte es la decisión de los grandes.

Con estas tristes y sinceras palabras me despido, solo quiero pedirte algo, si algún día nos volvemos a encontrar que sea por el destino o talvez sea la casualidad, pero no me busques por que volver a verte me podría afectar y eso mi corazón no lo podría soportar.

Otra vez yo haciendo rimas, sabes que eso no lo dejo pasar...es por ello que tú me decías: mi lucecita de las rimas donde esta.

Te quiero mucho mi caballero andante, me salvaste del hoyo en donde me caí y con su espada poderosa es que ahora yo podre salir, en busca de aventuras y nuevos retos que debo cumplir, no prometo nada, pero sí que nunca te sacare de mí.

Hoy, mañana y siempre Aran...te amare eternamente.

Nunca le pregunte porque no se despidió, pero ahora sé que también sufrió igual o más que yo con mi primera partida.

Ahora me doy cuenta que deje pasar un amor de niños, un amor verdadero, por mi egoísmo, por mi sed de venganza la deje sola.

Mi primer impulso es dejar la carta tirada en la cama y llamar a mi madre.

—Hola mamá —saludo

—Hola hijo

—Voy a ir, de verdad voy a ir —le digo

—Ya leíste la carta —me dice mi madre

—Si y quiero ir para corregir mis errores —le digo y espero y me entienda

—Te quiero hijo y no te agobies demasiado que no es culpa tuya —me dice y cuelga

Me quedo pensando en sus palabras y las elimino.

Saco una mochila negra y alisto algunas pertenencias, no quiero perder mas tiempo. Quiero llegar y decirle lo mucho que la quiero, que la amo y que no es una obsesión lo que siento por ella, que no es dependencia emocional, que lo que siento es amor de verdad.

Tengo listo todo y es cundo mi vista vuelve a fijarse en aquella caja con más cartas de Mia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




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