Destinos Atados

La gran familia Dallas.

Cuando me levanto en las mañanas suelo pensar en lo que he de hacer a lo largo del día. Ya sabes, lavar mi cara, dientes, elegir la ropa, ir al instituto, tratar de no dormirme, volver y leer libros de historia hasta el anochecer. Es una rutina bastante agotadora, pero muy gratificante. Qué más puedo decir, soy una adolecente. Sin embargo, hay algo que no me la dejado dormir lo suficiente últimamente. Tengo la maldición de ser una de las primogénitas de la cuarta generación de la familias Dallas. ¿Porqué es una maldición? Pues... Resumiré las palabras. 

Si bien las personas son selectivas en todo, podría decir que si existe un Dios, no se queda atrás. Tomando lo que más quiere, pero siempre distinguiendo. Es decir, separando las cosas que deben estar separadas y juntándonos en grupos. Raza, sexo, origen… etc. Podría decir que Dios nos da una señal divina a todos, y mi familia lo ha creído desde siempre. Una señal en los primogénitos. Los cuales deberán ser jefes de sus familias. Siempre tomando decisiones por su bien. Pensando siempre en lo que hará por cada paso que dé. Y maldigo el hecho de ser una de las primogénitas de la familia Dallas. Mi libertad y mi voluntad se acabarán dentro de dos noches, cuando por fin cumpla mis veintes. ¿Estaré bien? Dicen que mi corazón me guiará. Y que las respuestas de todas mis interrogantes se despejarán cuando llegue ese momento. ¿Es que al fin sabré de qué hacen los adhesivos? O porqué las llamas se parecen a las alpacas pero no son la misma cosa… ¿O porqué pasa lo que pasa en mi familia? Al menos deberían responder una de ellas. 

Frotó mis ojos. Si sigo sin dormir... Pareceré un panda. Uno muy poco atractivo.

 

 




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