En mis sueños tú eres mío.
Pero...
en mi vida tú eres un sueño.
Desde que tengo memoria nunca he sabido lo que es tener una pelea con alguien, (ya sea de manera verbal o con golpes), nunca he discutido con mamá, ni con papá, ni con Eli, y todas las personas que han pasado por mi vida no tienen absolutamente nada que quejarse sobre mi persona. Soy una persona demasiado pacifica que prefiere evitar los problemas, aunque de alguna manera tragicómica que todavía no comprendo, los problemas suelen buscarme a mí.
Supongo que siempre hay una primera vez para todo y cuando las malas noticias llegaron esa tarde de sábado, no pude evitar ahogarme nuevamente entre la culpa y el arrepentimiento mientras la bañera se desborda, conmigo adentro.
—¿Estás seguro de esto hijo? ¿no estás tomando una decisión demasiado apresurada?, sabemos que eres mayor de edad y que puedes tomar tus propias decisiones, pero esto es demasiado pronto ¿no crees? No estamos listos para dejarte ir todavía —esa era la voz de mamá a punto de romper en llanto; aunque no sé muy bien qué clase de llanto, si el orgulloso ya que su pequeño no tan pequeño hijo había crecido o del tipo, ¡joder!, pero si es todavía un pequeño, no está listo para irse.
—Sí mamá, sé que es todo demasiado inesperado, pero estuve pensando bien las cosas y quiero empezar con mi vida por cuenta propia, quiero emanciparme por completo de ustedes, voy a cumplir 23 años, puedo empezar a vivir solo —esa era la voz de Eli mientras sus manos reposaban sobre una enorme maleta con ruedas llena de ropa y de toda clase de productos para el aseo personal masculino.
Mi hermano, mi Eli, en ese momento está despidiéndose de nuestros padres para irse a vivir por su cuenta; ya sus maletas están hechas y en un par de horas vienen por el resto de sus cosas. Sus ganas de emanciparse tienen un nombre y llevan su mismo apellido, yo, por el maldito error que cometí ese odioso domingo ha tomado la iniciativa de irse. Quiere alejarse de todo, quiere alejarse de mí, y todo es mi jodida culpa.
—Bueno —esta vez habló papá y yo de alguna manera u otra quería que él interviniera para que Eli no se fuera de casa, pero supongo que nuevamente estoy siendo demasiado estúpida, papá va a ser el primero en apoyar su decisión— espero que hayas pensado esto con la cabeza fría Elías, no obstante, sólo queda decir que esta casa siempre va a tener las puertas abiertas para ti todo el tiempo, y espero que no tengas ningún inconveniente viviendo solo.
—Gracias papá —habló el susodicho y aunque no lo veía podría jurar que estaba sonriendo.
—¿Dónde estás pensando quedarte? —preguntó mamá sin cambiar todavía su tono de voz emocionado.
—Alquilé un aparta estudio en North Fork, muy cerca de dónde Declan estaba tomando terapias hace ya varios años, gasté una parte de mis ahorros en el primer mes y con el resto compraré comida para mantenerme. Norma me consiguió un puesto como recepcionista en la empresa de su padre y le prometí que empezaría a trabajar desde el lunes a primera hora de la mañana, mientras termino con lo de la mudanza y arreglo el horario con la universidad.
—¿Entonces es un hecho? —escuché la voz de mamá en un auténtico hilo.
—Mamá, no eres la primera mujer que debe soportar la emancipación de su hijo mayor, estaré bien —habló Eli y mi corazón se estrujo un poco más de lo que estaba al principio de toda la conversación, luego se escucharon los golpes a la puerta de entrada y seguido de eso, tres pares de pasos con dirección a esta.
—Tyler, muchas gracias por ayudar a mi hijo con el tema de la mudanza, Onyx y yo tenemos que irnos al trabajo y no podemos ayudarlo —dijo mamá.
—No se preocupe Señora Alma, Eli es mi amigo y no tengo ningún inconveniente en ayudarlo.
Tyler West, el mejor amigo de mi hermano desde el kínder, por no decir que nacieron juntos o salieron del mismo huevo con el irritante parecido que tienen ambos, no físicamente, emocional y mentalmente. Único en su especie y un auténtico señor parranda, modelo de una de las marcas de moda más populares de toda California, cabello rubio, ojos verdes, he escuchado el rumor de que es gay, pero a decir verdad, todo hombre que use maquillaje aun cuando es parte de sus trabajo es motivo de burlas o de malos comentarios.
—¿Nos vamos? —preguntó el susodicho.
—Espera, iré por otra maleta con otras de mis cosas —habló Eli y empezó a subir las escaleras con dirección a dónde su servidora esperaba con su última maleta; sentada sobre la cama que en cuestión de unas horas iba a desaparecer de esta alcoba.
Entró en la habitación y casi de inmediato levanté la mirada y sus ojos se cruzaron con los míos.
—¿Enserio te iras? Todo esto es culpa mía ¿cierto? —hablé con los ojos cristalizados por lo que tuve que llevarme ambas manos a la cara y fregármelos para que las lágrimas no cayeran de estos.
Elías arrugó la nariz y caminó hasta mí, rascándose la cabeza ligeramente.
—Declan...
—No digas nada Eli, esta vez hablaré yo y vas a escucharme antes de cruzar por esa puerta y no volver jamás —suspiré mientras me aclaraba la garganta para que mi voz no sonara quebrada—. Lo siento, ¿sí? no debí besarte esa noche, lo arruiné, lo sé, mandé todo a la mierda por ser una estúpida borracha ese día. No estaba pensando con claridad, estaba ebria Eli, no tienes que hacer nada de eso, fue un error, lo admito, juro que me voy a arrepentir de eso toda mi vida; te prometo que no volverá a suceder, sé cuál es mi lugar en esta historia.
El chico delante de mi cuerpo tomó asiento a mi lado e intentó pasar un brazo por encima de mis hombros, lo vi intentándolo varias veces pero finalmente puso las manos a los costados y se quedó así, sin decir nada.
—Lo siento mucho enserio —sentí dos lagrimas rodar por mis mejillas y me las sequé de inmediato.