Destinos Cruzados

Capítulo 15

El amor verdadero espera lo imposible,
sueña lo inalcanzable
y se conforma con solo saber que la persona
amada esté bien y sea feliz.

Cuando la abuela falleció, yo tenía apenas unos cinco o seis años de edad; no recuerdo en lo absoluto ese día y a decir verdad tampoco me acordaba de ella. Mamá insistía en que pasábamos mucho tiempo juntas pero yo no lo recuerdo en lo absoluto, al menos hasta que no veo las fotos y me hago una idea falsa de lo que imagino fueron momentos bonitos que pasé con la madre de mi madre. Como en esa foto donde estoy bañándome en la alberca y una especie de armadillo se puede presenciar a mi lado mientras la abuela se encuentra recostada en una mecedora de colores.

Mi cuerpo y mi cabeza es un auténtico torbellino de dolor y frustración ese odioso domingo por la mañana, no pude pegar el maldito ojo en toda la noche y definitivamente y sin exagerar nunca había estado tan cansada en mi vida; estoy agotada de tantas maneras que mi cuerpo al parecer me está jugando una mala pasada y bueno, siento como si una enorme locomotora me hubiera pasado por encima de todos los huesos y los hubiera roto por completo. Cuando me levanté de la cama a tropezones para ir rumbo al baño y me miré en el espejo fruncí el ceño como nunca lo había hecho en mi vida; siempre había estado conforme con mi imagen, pero ese día, mi cabello era un desastre de pelos pegados unos con otros debido a las lágrimas y a los mocos, mi nariz estaba horriblemente congestionada y mis ojos, bueno, ellos están tan hundidos en sus cuencas que casi no puedo distinguir el color azul de mis pupilas.

"Te ves bien hoy" aparece escrito en letras grandes y doradas justo en la parte superior del gran espejo sobre el baño y juro que si ciertas conductas suicidas entraran en acción de la nada ya lo habría roto en pedazos; aquellas letras son un auténtico mal chiste en este momento, no sé a quién carajos se le ocurrió poner esa nefasta frase en él, aunque a decir verdad, nunca me había molestado, hasta ahora.

Salgó del baño y de mi habitación a ver si consigo que mi estómago pase algo de leche o un vaso de jugo de naranja sin escupirlo o vomitarlo, aunque dudo mucho que eso me sea posible en este momento donde la comida es algo que literalmente no quiero ni ver. Mi casa está totalmente desierta cuando llego a la cocina, mamá está dirigiendo el proceso de remodelación del restaurante y ella, junto con mi padre salieron temprano en la mañana para finalmente terminar con el arduo proceso, me ofrecí a ayudarles fingiendo una de mis mejores sonrisas pero papá negó con la cabeza y prefirió dejarme descansar muy para mi buena suerte.

Abro la nevera, pero no hay ni leche ni jugo de naranja en ella, solo un poco de jugo de maracuyá, pero aquella fruta no me cae para nada bien en mis condiciones normales, así que pensándolo bien y siendo sensata conmigo misma así como estoy será todavía peor tragármelo; cierro la nevera y me decido a no comer nada, he perdido nuevamente el poco apetito que creí que tenía.

Cuando voy cruzando la sala escucho mi móvil vibrar con fuerza sobre la mesita de noche donde lo dejé en mi habitación, acelero el paso y llego hasta ella, lo tomo entre las manos y la bonita foto de Tatum que tiene como perfil en WhatsApp aparece en la pantalla, contesto y me llevo el teléfono al oído mientras tomo lugar en mi cama nuevamente.

—Buenos días estrellita, la tierra te dice hola —cita la famosa frase de Willy Wonka y yo intento sonreír por su ocurrencia pero no lo consigo—. ¿Cómo te va el día de hoy?

—Bien —miento de la manera más perversa posible por lo que ella de inmediato me descubre y empieza a chasquear la lengua en señal de desaprobación; se avecina un enorme sermón, ese es el pronóstico del día de hoy.

—Te escuchas terrible, y por si en la clase de sinónimos en gramática también eres terrible como en latín, te comunico que esa palabra es lo opuesto a bien —frunzo el ceño y suspiro tratando de sacar pocas fuerzas de donde no las tengo para continuar con la conversación sin llorar.

—¿Cómo va todo en Nevada? —zanjo el tema pero podría jurar que la chica niega con la cabeza antes de agregar:

—No jovencita, estamos hablando de ti y no de mí —la escucho suspirar y yo también lo hago—. ¿Qué pasó?

Con solo escuchar esas dos palabras un sollozo de lo más profundo de mi garganta se hace presente en la escena y escucho a mi amiga jadear de manera preocupada, luego la llamada se corta y esta vez soy convocada a una videoconferencia; acepto la llamada aun cuando sé que en ese momento soy una autentica maraña de pelo viviente y nariz roja.

—Declan, amiga, dime que pasó —vuelve a hablar ella mirándome con las cejas bajas mientras se pasa una mano por el cabello oculto tras un enorme gorro rosa pastel, aunque aquí en California estemos en pleno otoño al parecer en Nevada el frío debe ser aterrador a esta época del año; detrás de ella una enorme ventana que da afuera se encuentra cubierta de nieve y más de la misma sigue cayendo; mi amiga extiende ambos brazos a la cámara como si quisiera invitarme a abrazarle aun cuando estamos a más de 800 km de distancia—. Te mando un bonito abrazo virtual aunque imagino que eso no es lo mismo, si estuviera contigo nos atragantaríamos de helado hasta ahogar las penas.

Una pequeña sonrisa se dibuja entre mis labios y yo me froto los ojos un poco para secar las lágrimas que aún no han caído.

—A veces siento que mi vida es literalmente salir de un desastre y meterme en otro —le digo lanzando una mirada de soslayo alrededor de la habitación vacía y luego vuelvo mi vista a la pantalla apretando los puños para distraerme y no terminar llorando frente a una cámara.

—¿Pasó algo con Eli? —pregunta y yo asiento con la cabeza sintiendo de regreso aquel nudo horrible que me dejó esa terrible conversación que tuvimos ayer.



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En el texto hay: amor prohibido, romance, drama

Editado: 14.07.2020

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