Destinos Cruzados

La esposa del Teniente

¡Caos total!

Lo único que se escuchaba eran disparos y el sonido del acero golpear, hombres corrían por todos lados y las mujeres avanzaban tras las líneas para esperar a los heridos y atenderlos. Vio con horror como su padre y su hermano tomaban las armas corriendo hacia el frente, en su mente iba rezando una plegaria mientras se ataba el cabello y se colocaba la cofia. Se escuchaban los disparos, no cañones. Solo era un grupo, aunque aquello no le producía menos angustia.

Entonces empezaron a llegar los primeros heridos, le temblaba el labio, pero las manos no. Estaba atenta con los hombres que entraban, de todas formas si alguno moría no lo llevarían hasta después de la batalla. Los minutos parecían horas mientras su mente y sus manos se mantenían ocupadas. Al final cuando cesaron las balas creyó que otra vez su cuerpo parecía cargar con más años de los que tenía, su alma quedaba entre cuerpos heridos, algunos a los que pudieron rescatar de momento y otros que perecieron por la gravedad. Siempre después de cada batalla se iba sola a un rincón y lloraba, pero ese día no. Estaba absorta mirando la luz que entraba con la brisa en la carpa, el tiempo pareció detenerse en ese resplandor, su corazón se agitaba en su pecho. Cerró los ojos con fuerza y se llevó una mano al corazón que latía sin parar. Papá Leo entro corriendo deteniéndose frente a ella con su ropa ensangrentada, temió que estuviese herido y su instinto la obligo a tantear su cuerpo en busca de el origen de la sangre, cayó de rodillas y lloró como solo lo había visto llorar una vez cuando mamá los dejo por una grave enfermedad "Jimmy" susurro y se arrodilló para abrazarlo con fuerza. Le repetía que ella era ahora lo único que le quedaba mientras su dolor se hacía más intenso y recordaba a su hermano pequeño. Qué injusta era la vida, que cruel era la guerra.

Sepultaron a 23 soldados del campamento que cubría la zona boscosa en el norte de Francia y todos estaban reunidos alrededor de sus tumbas que únicamente tenían una tosca cruz de palos de madera con sus nombres tallados. Un grupo de franceses habían acabado con sus vidas al entrar en la zona. Eran pocos, pero también habían entregado su vida.

Ella estaba con su padre frente a la de Jimmy, lo conocía, muy poco trataba con él estaba bajo otras órdenes en el pelotón de otro teniente, pero era un joven disciplinado y tenía sueños. Quería ser administrador, no hacía diferencia si era de una granja o de algún caballero. Como muchos otros jóvenes que había conocido, sin embargo su propio sueño era irse lejos de su familia a luchar. Le dolía vela así y no le importo si los demás verían mal lo que haría, pero necesitaba hacerlo. Camino hacia ella y cuando la tuvo en frente la miro con una mezcla de ternura y pena, se abrazaron sin decir más palabras dejo que llorara en su pecho mientras la sostenía fuertemente. Ante la vista atónita de muchos y de su padre beso su cabeza repetidas veces, entonces para ambos no existo nadie más.

Ella lo miró con el rostro húmedo por las lágrimas y los ojos rojos de tanto llorar, beso su frente y le murmuró que todo estaría bien, limpio sus lágrimas lentamente y en un gesto de agradecimiento ella acaricio su mejilla mientras sus ojos permanecían anclados el uno con el otro. Después de aquello que su padre tuviera oportunidad de algunas palabras era de lo más lógico, lo encontró al fin solo una semana después durante una guardia, parecía en lugar de ofendido por el atrevimiento apenado y nervioso.

- Teniente – se cuadró en un saludo militar, pues a pesar de que le llevaba muchos años era su superior – quisiera... Bueno ¿podría usted concederme unos minutos?

- Por supuesto yo debía disculparme por lo del otro día, pero fuimos enviados de inmediato al sur, sé que estuvo mal mis más sinceras disculpas...

- Discúlpeme usted Lord Craig – murmuro en voz baja – sé quién es, como muchos aquí y sé también que conoce a mi Angelique desde que era una niña. Muchas veces los vi platicando de lejos, no me gustaba nada esa... Cercanía, sé para qué quieren los ricos nobles a las chicas como ella. Me hablaba del príncipe como un amigo, me contaba de usted sin mencionar su nombre. Cada primavera por cuatro años brillaba como nunca, hasta que no volvió. No teníamos mucho, pero éramos unidos y nos dimos cuenta que lo echaba de menos, no podía escribirle a su amigo porqué ninguno sabíamos escribir, sepa que pasó muchos días sola hablándole aunque no estaba, ahora lo encuentra aquí y....

- Le aseguro que no tengo intenciones de irrespetarla, jamás lo haría

- Lo sé... porque usted la quiere, no necesito explicaciones mi Lord se nota cuando la mira – bajó la cabeza con tristeza

- Lo lamento no quise, no quiero que piense que... Ella solo me ve como su amigo

- Y lo es, aunque ya no es una niña y no tiene ni idea que ahora la ve con otros ojos – hizo unos segundos de silencio - en realidad no soy su padre, no sabría cómo decirle sobre su origen, pero... Lo que voy a pedirle es importante – suspiró - si algo me pasa, si muero aquí necesito que la cuide, no tiene a nadie más y... - Saco algo de la bolsa que llevaba a cuestas, un cofre rectangular de madera – solo mi mujer que en paz descanse sabia el contenido de ese cofre, hay... unas cartas que... Nunca se las mostré a nadie – abrió el pequeño cofre y dentro habían efectivamente sobres doblados y una cadena de plata sobre un pequeño saco de cuero verde – esto voy a entregárselo yo, pero usted por favor póngalo a resguardo. Sé que algún día los necesitará, es todo lo que sé de su precedencia y no tuve el valor de decirle para verla partir, la quiero como mi propia hija, tenía miedo, aún temo por ella

- ¿Cree que diga quiénes son sus verdaderos padres? - miró con extrañeza la caja

- No lo sé, no me pregunte... solo sé que es peligroso por ello llegó a nosotros. Su madre, la de verdad, se la confió a mi mujer no podía tenerla consigo y luego tuvimos que ir a la India con unos familiares. Después de unos años regresamos y nos establecimos en una plantación, comenzamos a trabajar en la granja cerca del viejo castillo. Solo sé que si es posible mejor que no regrese a ellos, había gente mal intencionada a su alrededor siendo una bebe por eso se lo ocultamos, aunque no el hecho de que tenía otros padres. Ya ve que ni apellido pudimos darle solo un hogar. Es muy bonita, blanca como la nieve no se parece en nada a nosotros – volvió a suspirar con los ojos empañados – por eso estábamos en el campo. Temíamos que alguien se diera cuenta y comenzara a investigar




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