Destinos Cruzados

Mi Lady

Era muy temprano en la mañana. Apenas había amanecido.

Antes de que llegara su ayuda de cámara tenía su propio ritual en soledad. Escribía en un diario todas sus tensiones, a veces sueños que eran recuerdos que había olvidado. Era como si alguna parte de su alma se hablara a sí mismo. Lo comenzó desde que aparecieron las alucinaciones como una especie de terapia, no había dormido casi nada durante la noche así que se sentó en su pequeño escritorio de madera en su habitación con los ojos cerrados y respiro profundamente. Al mirar por la ventana a lo lejos la vio, vestía de gris caminando muy rápido por los jardines. Frunció el ceño. Su corazón se agitó. Sintió miedo.

No llevaba esa pequeña maleta consigo, pero eso no le reducía el creciente temor de que se marchara. Se acercó a la ventana observándola detenerse en un punto y girar hacia el edificio, lo miro todo a su alrededor de punta a punta, después solo siguió el rumbo. Podía intuir a donde iría.

Cuando su comitiva llegó él ya estaba vestido, con un ademan le restó importancia al hecho de las disculpas de su ayuda de cámara por pensar que llego tarde en los años que pasó en el ejército nadie lo ayudaba a vestirse, pero estando allí y siendo un Lord era parte de su vida.

Esa mañana más temprano de lo habitual salió con su caballo a galope, no tenía otro pensamiento que asegurarse de que estaba bien y hacerla regresar. Su corazón se detuvo y suspiro de alivio al encontrarla, no se acerco lo suficiente para que lo viera pero logró divisarla en el muelle hablando animadamente con unas personas. Giró hacia él sosteniendo su sombrero contra la brisa y de algún modo supo que se quedaría, por lo menos hasta que pudieran aclarar muchas cosas. Con un suspiro regresó por el camino, tenía una conversación pendiente con otra mujer.

Pasó un par de horas conociendo a un grupo de pescadores y sus familias eran buena gente colaboradora y gentil que comenzaron a referirse a ella como Lady, pero pronto a fuerza de insistencia la llamaron por su nombre sin dejar de lado el respeto. Para ellos era Lady Angy. A pesar de ser pescadores conocían bien las complicaciones de entrometerse en asunto de patrones y ninguno menciono el episodio escandaloso que había ocurrido en la abadía. Se sintió mejor entre ellos que en aquella enorme edificación de ladrillos grises.

Caminó por la orilla abrazándose entre su ligera te la gris que el viento golpeaba sin clemencia, él no la quería allí y mucho menos su familia eso lo tuvo claro. Madame Esther se lo había dicho ya hacía mucho cuando la encaró, "eres una chiquilla insolente e igualada, jamás podrás envolver a Bruno y te prohíbo que vuelvas, o realmente conocerás el poder de los Craig". Sintió escalofríos deteniendo su andar al recordar esas palabras, jamás volvió al castillo de verano en primavera, aunque no dejó de verlo tenían su lugar secreto. Ella y el príncipe, hacía mucho tiempo atrás.

Miro hacia el infinito mar de un profundo azul como los ojos de aquel muchacho y se dijo en voz alta "él no existe más".

Entro a la mansión por la cocina porque no deseaba encontrarse con la familia de Bruno ¿con que cara los miraría luego del escándalo que causó? El cochero que fue por ella le indicó que eran órdenes de Lord Craig llevarla de vuelta y Dorothy la acompaño hasta su habitación. Había comido con los pescadores entre anécdotas del mar y debía pensar que hacer, quizá disculparse una vez más con Bruno y prometerle que jamás volvería a acercarse tal vez estaba a tiempo de reanudar los planes con aquella muchacha que le pareció tan hermosa, así que le pidió a Dorothy que le avisara cuando estuviese en casa.

- Mi Lady no puede simplemente irse ahora después de todo lo que ha pasado, será mejor que se enfrente a él como lo que es... su esposa.

Sus palabras eran acertadas, además le comunicó que llegaría alguien a vestirla como es debido. Después de causar tanto revuelo y aparecer de la muerte ante su esposo lo menos que podía hacer era intentarlo. Más tarde, entro una mujer vestida de satén muy envuelta en prendas y la miro por todos lados. Se presento a ella como Jacky Parkins Modista y Estilista

- Mi Lady tengo perfectamente claro los colores que la favorecen, pero si tiene alguna sugerencia podría agregarlas - la miró de arriba a abajo con una mueca de disgusto por como lucía

- Yo no sé nada de esto discúlpeme, solo no quiero tantas prendas ni volantes algo sencillo si es posible, con lo que pueda caminar y... Respirar

- ¡Sencillo! – exclamo con horror – pero Mi Lady es usted importante no puede ir con algo.... "sencillo" ante otras damas. Debe resaltar, deje esto en mis manos  y en cuanto su cabello... - alzo una perfecta ceja

- Nunca lo he peinado con cuidado así que... - cerró los ojos en un suspiro – puede hacer lo que desee para que me vea como una dama

La modista extravagante estaba tan emocionada que hablaba sin parar de lo que haría con un lienzo en blanco mientras le colocaba encima una tela tras otra, lo había pensado mucho y él tenía razón, se había casado con todo lo que representaba, aunque fuera tan distinto a lo que ella idealizó por años.

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Estaba sentada en el salón perfecta como siempre con las manos entrelazadas en su regazo, parecía que nada la perturbaba incluso como si nada hubiese pasado el día anterior cuando se suponía que debía casarse, pero ni siquiera llego al altar porque su futuro esposo ya estaba casado. Le debía una disculpa, hasta más que eso una explicación y solución. Se sentó frente a ella buscando las palabras aunque no encontraba ninguna que explicara lo que había sucedido, sin embargo para su sorpresa ella le sonrió ofreciéndole té.

 

- Me supongo que tienes algún plan para resarcir esta situación cariño

- ¿Un plan?... lo siento de verdad creí que ella había muerto y nunca le dije nada a nadie.... Asumo toda la culpa de lo que sucedió ayer, no sabes cómo lamento que pasaras por algo así




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