Destinos Cruzados

Lady Angelique Wade

 

- Será mejor que desaparezcas del país gusano por respeto a tu familia no acabo con tu miserable vida, aunque aun podría encargarme de que te refundas en la cárcel el resto de tus días como la sabandija que eres - dijo con rabia

- Se limpio la sangre de la comisura de los labios – ¿eres su amante? ¿Tanto te importa?

- Lo levantó del suelo por el gabán negro y lo miró con furia casi asesina – eres una verdadera porquería y si te vuelvo a ver soy capaz de hacer legal el duelo que libre a este mundo de un poco hombre como tú. Lástima que con ello avergüences a tu familia y yo la estime demasiado – lo empujó hacia la salida

- Esto no se quedará así – y tras las palabras resonó otro golpe, fue entonces que salió de la caballeriza tambaleante

Se giró y quitándose el gabán lo puso sobre ella sentándose a su lado sin tocarla. Angy se cubría su rostro con las manos, pero no la escuchaba llorar

- Haré que nunca vuelvas a verle la cara a ese mal nacido, ya no tienes nada que temer

- Gracias – dijo con la voz quebrada mientras descubría su rostro, sus ojos estaban humedecidos y se cubría con el enorme gabán su vestido roto

- ¿Te hizo daño?

- No, solo es el susto y... - se frotó las manos mirándolo de reojo – creo que ahora sí estoy sola y rota ¿no le parece? – miró un punto fijo frente a ella y se permitió llorar

- Lentamente la abrazó meciéndola entre sus brazos le dolía mucho escuchar su llanto, como nunca imaginó – no, no estás sola me tienes a mí mi niña la vida nos separo, pero ya estoy aquí para cuidarte – besó su cabeza mientras sus ojos se llenaban de lagrimas - para protegerte hasta el último día de mi vida eso lo juro – alzó su rostro para mirarlo y se separó de él con los ojos abiertos de par en par

- No, no... – balbuceo mientras se levantaba y se alejó, desconfiaba de todos y de palabras como aquellas

- Al moverse dejó expuesta la cadena que llevaba en el cuello y sus ojos se empañaron – Angelique...

Se acercó mientras ella retrocedía con miedo, desabrocho su corbatín y saco de debajo de su camisa una cadena con un guardapelo exactamente igual al suyo, sus lágrimas caían mientras se sacaba la cadena sobre su cabeza y la extendía hacia ella. Fue entonces que se detuvo y la miró con extrañeza era la misma, pero... Se toco la suya y aún la conservaba, permitió que se acercara tomando la cadena detallándole comparándola con la que tenía en su mano. Eran replicas exactas una de la otra, con los mismos grabados y la misma piedra preciosa en medio. Lo miro fijamente dejando de llorar él tenía una sonrisa forzada y en sus ojos veía una súplica humedecida por lágrimas que empañaban sus ojos con esa mirada profunda que siempre le dedicó. Escondía tantos sentimientos que con el aturdimiento no lograba comprender

- Tienes sus ojos claros, grises y únicos - acaricio ambos en su mano – ¿ves esto? Las mandé a hacer cuando nos casamos. La H es de Harrington y la V... Veidha – miro sus ojos limpiando una lágrima en su mejilla – tu verdadera madre – abrió su guardapelo que tenía la miniatura de una mujer rubia de ojos Grises – Veidha Lambert Duquesa de Nortfolk, cuando nos casamos sin la bendición de su padre paso a ser Veidha Elizabeth Wade Condesa de Dartmouth. El tuyo debería tener una miniatura mía, de cuando era mucho mas joven pero supongo que ha pasado tantas vicisitudes como tú. Mi nombre completo es Harrington Sebasthian Wade, por ello la W – la observó acariciar cada letra, la H y la V estaban entrelazadas sobre la gema verde y la W debajo de ella. Trazó con cuidado repasando varias veces esta última nunca había tenido un apellido propio - tú eres nuestra... Nuestra hija – acaricio su rostro húmedo – eres Angelique Lissette Wade, Vizcondesa por nacimiento y te he buscado todos estos años aunque no sabía que eras una niña, o en dónde estabas es una historia muy larga. Te la explicaré lo prometo

La abrazó con fuerza y ella cerro sus ojos recibiendo su cariño, procesando un poco todo aquello. Necesitaba sentirse protegida y entre sus brazos creía estarlo. El destino había estado jugando siempre con su vida y oír su mente pasaron recuerdos desde su niñez hasta entonces. En aquel momento, su vida y la de otras dos mujeres una que descubrió y otra que quería enterrar para siempre. Solo se preguntaba quién de ellas sería a partir de ese momento, era lo único que tenía en mente y que necesitaba descubrir. Tenía un padre. A su memoria acudió la imagen del único padre que conoció y las palabras que susurraba con insistencia cuando le entregó el guardapelo "búscalo". Era a él, a su verdadero padre, no hubo necesidad de buscarlo el destino había cruzado sus caminos

En la puerta se escucho ruido y bajo enormes paraguas aparecieron unas personas, afuera la lluvia se había convertido en llovizna. Ella solo los miró de reojo recostada en el pecho del Conde que la abrazaba con protección

- ¿Que significa esto!? – Exclamó Madame Esther con alarma – Harrington no creí que fueras de esos hombres, seguro esa mujer te sedujo como lo hizo con mi sobrino ¡claro eres un Conde! un mejor prospecto ahora que se ha descubierto la falsedad de su matrimonio

- ¡Ya basta tía! le pedí que se quedara – entro a la caballeriza y se detuvo a unos pasos el dolor había menguado solo un poco con el medicamento, pero la presión seguía presente en su cabeza.

- En cuanto recuperó un poco la visión nadie pudo detenerlo y salió a buscarla, su tía lo siguió con molestia - ¿Y perderme de mirar con mis propios ojos cómo se le cae la careta a la mujer que llevaste a casa?

- Ender tenía razón, nos lo encontramos rápidamente en la entrada. Bruno quería buscarte, pero eres una coqueta – mencionó Sara sujeta al brazo de su protectora – nos dijo que estabas haciendo cosas indebidas aquí




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