Destinos Cruzados

Una Familia

Las cartas estaban dirigidas a ella de su madre.

Le decían cuanto la amaba y contaba parte de su historia, quería que algún día cuando estuviesen los tres juntos leyeran como se sintió durante la etapa que describió como la más hermosa de su vida. Era hija única de un acaudalado Duque, su padre al no poseer más herederos buscó algún pretendiente de igual o mayor rango quizá alguno de los príncipes, pero ella se había enamorado del segundo hijo de un Conde. Se opuso a perder el ducado que por tantos años había pertenecido a su familia y aún así no renunciaron a su amor casándose sin su bendición.

Finalmente aceptó su matrimonio al ver a su hija tan feliz. Al poco tiempo su padre enfermó y a su esposo le tocó viajar separándose de ella. Como es deber de los segundos hijos de una familia noble tenía un alto cargo militar.

La primera carta la escribió cuando tenía unos 6 meses de embarazo y se dirigía a ella como angelito pues no sabía el sexo de su bebé. La segunda cuando murió su padre de aquella enfermedad que tenía meses aquejándolo, estaba muy triste por su partida y pensaba que en ese momento se había quedado sola con su enorme vientre, además de un primo que había llegado desde el Funeral para hacerle compañía. No supo nada de su esposo en cuatro largos meses temiendo lo peor, la última carta que recibió de él estaba en las cercanías de Waterloo combatiendo a las tropas contra Napoleón. Se describía como muy asustada y nerviosa por lo que él estuviese pasando, no quiso imaginar su vida sin Harry y se llenaba de aliento día tras día pensando que volvería en cualquier momento.

La tercera carta hablaba del testamento de su padre más que eso era un decreto. Si el embarazo de su hija llegaba a término y era un niño sería por herencia y por derecho un Duque, pero si era una niña sería la Marquesa de Nortfolk. Título que le pertenecería de por vida. El próximo Duque solo vendría de la sangre directa del anterior el primer varón de su hija o en su defecto de la Marquesa. Preguntó a él Conde con curiosidad sobre ello y como es que podía ser Vizcondesa y Marquesa al mismo tiempo. Le contó que su título de Vizcondesa era de nacimiento por ser la hija única de Condes, pero era un título que pertenecería únicamente al primogénito varón del Conde. Al no tenerlo ella lo portaría hasta su matrimonio. El Marquesado por otra parte era una herencia de su abuelo quién pertenecía a una alta posición en la nobleza de Inglaterra, si ella tenía un hijo varón sería por decreto de sangre el Duque de Nortfolk.

Frunció el ceño aún sin entender casi nada de aquello, recordó que ya había un Duque con aquel título y su padre le explicó que al no haber herederos el primo de su madre adoptó inmediatamente el nombre, pero que ya no podría serlo más siempre y cuando la Marquesa trajera al mundo al legítimo Duque. Abrió los ojos con sorpresa y resopló frunciendo el ceño. Era algo confuso, aunque logró entender la importancia de ello para su padre y lo que debía de significar para su abuelo.

La cuarta carta estaba llena de emoción por el nacimiento de su angelito, le había puesto Angelique por ello y por lo hermosamente dulce que era. Describía con amor sus deditos, su cabello, sus ojos y todo lo que sentía al ser madre, eran tan hermosos sus sentimientos que los ojos se le empañaron con la lectura. La quinta carta estaba llena de preocupación, su primo estaba extraño. Le decía todo el tiempo que su esposo había muerto y que si se confirmaba él se casaría con ella para darle un padre a su bebé ya lo había intentado antes de conocer a su esposo, pero aunque fuera cierto ella jamás se casaría con el que describía como un ambicioso patán y concluía comentando que sentía miedo de lo que él pudiera a llegar a obligarla a hacer. Al terminar de leerlas frunció más el ceño con lágrimas en sus ojos y miro a su padre algo parecía faltar.

- ¿Que le sucedió? ¿Como murió?

- El carruaje en que viajaba tuvo un accidente – hizo una mueca - por fortuna tú no ibas allí

La forma en que lo dijo fue una mezcla entre tristeza, alivio y rabia. Lo observó desviar la mirada hacia las montañas que se divisaban a través de la ventana en el tren, no le haría más preguntas que evidentemente a pesar de los años le seguían doliendo y ella sabía perfectamente como se sentía el dolor del peso del pasado. Prefería vivir el presente y disfrutar de su padre con todo lo bonito que él pudiera contarle.

Cuando llegaron la enorme mansión se levantaba aún más grande e imponente que la de los Craig en Glasgow. La presento a los sirvientes con una formalidad abrumadora como su hija mientras que con emoción planificaba una cena en donde la presentaría a los vecinos. Lo pensó mejor y decidió que sería una fiesta e invitaría a toda la nobleza. Recuperar a su única hija debía ser una gran celebración después de todo ella era la Vizcondesa de Greatville y se encargaría personalmente de devolverle lo que le pertenece a su pequeña Marquesa, sobre todo hacer una cita con la reina.

Tenía que presentarle a su hija ella era la heredera del verdadero Duque de Nortfolk su fatal historia siempre estuvo marcada por la desaparición y la muerte, era un caso realmente único y especial. La idea de la fiesta le podría parecer exagerada, pero no dijo nada al ver tan feliz al Conde, era un hombre además de apuesto muy dulce y la mirada que a ella siempre le pareció intensa solo escondía ternura, cariño y añoranza. Tenía muchas preguntas, pero habría tiempo

 

 

 

Un par de días después paseaba por el enorme jardín cuando divisó una mujer a lo lejos, estaba vestida de seda roja y la saludaba enérgicamente, no la conocía pero su sonrisa era amplia, de cerca pudo comprobar que se trataba de una mujer de cabello oscuro y enormes ojos azules, le dio dos besos en cada mejilla sonriente y se presentó sola haciéndola sonreír

 

- Lady Felicia Sanders con un aburrido título de Baronesa gracias a mi tío. Soy amiga de tu padre, no sabes cómo me emociona conocerte no lo podía creer cuando me lo dijo, sabía que eras una niña desde el principio y ¡eres preciosa! – La miro con evidente emoción – él tiene razón te pareces a tu madre muchísimo, pero... Tienes su sonrisa




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