Destinos Cruzados

Ironía

 

Bajó corriendo las escaleras hacia el despacho en donde se escuchaba a Felicia pedirle que recapacitara. Cuando entró su padre tenía un arma en las manos, la manipulaba para disparar. Se llevó las manos al pecho y se acerco luego de cerrar tras ella la puerta

- ¿Quien es? ¿Que está pasando?

- Ese hombre no vivirá para hacerte daño Angy porque voy a matarlo – hizo el intento de salir, pero ella lo detuvo con angustia su rabia era más fuerte que su sentido común

- ¡No, por favor papá espera! ¿A quien vas a matar y por que quiere hacerme daño?

- Por ambición, es un codicioso bueno para nada y estoy seguro de que él acabó con la vida de tu madre – La miró con los ojos empañados – Lo habría hecho contigo si... si Jasel no te hubiese llevado

- Felicia se acercó y acaricio su hombro tratando de consolarlo - dame esa arma así no resolverás nada Harry sólo conseguirás que te enjuicien

- No entiendo, me dijiste que murió en un accidente – su respiración se aceleró aturdida

- Pareció un accidente, pero planificó cómo deshacerse de ustedes desde antes. Yo no he podido perdonarme él no haber estado cuando ella más me necesitó y voy a protegerte con mi vida si es necesario – desvío la mirada llena de rabia - y si no fuera por Bruno te hubiese... disparado. El tuvo suerte está vez, pero no voy a esperar que actúe después de todo el daño que ha causado

- ¡Harry dame el arma! – se negó en un principio, pero luego de un suspiro miró a su hija con lágrimas en los ojos y el pánico reflejado en ellos, cedió. Felicia le quitó el arma de las manos guardándola en un cajón que llevó consigo hasta la puerta – Será mejor que se lo digas Harry - dijo antes de salir y dejarlos solos

- Debió de haberse enterado ya que será despojado de lo que no le pertenece – se acerco a ella guiándola hacia el sofá con un abrazo, no le gustaba verla afligida y el estaba muy alterado – sé que debí decírtelo antes, pero no quería preocuparte con estas cosas de las que apenas estas aprendiendo. Discúlpame mi niña, es que... - suspiró - Hay una carta más que dejó tu madre en el cofre la está dirigida a mí. En esa última carta cuenta como su propio primo cegado por la posibilidad de ser Duque le llegó a poner veneno en la comida. Una joven de la servidumbre se dio cuanta y se lo dijo así que por fortuna no tuvo que probarlo. Tenía miedo de que le hiciera algo así que dejo de comer preparado y comenzó a cocinarse su propia comida. No quería que él supiera que sabía de sus intenciones tratándolo con naturalidad estabas por nacer. Fue cuando me escribió esa última carta que no llegó a enviarme. Solo ustedes se interponían entre él y el ducado al morir tu abuelo yo supe que habías nacido por una nota que apareció unos meses después que volví y me encontré con lo sucedido a Veidha cuando fue demasiado tarde. Sufrí demasiado. Ya sospechaba que él había tenido algo que ver, pero no encontré ninguna prueba siquiera de la probabilidad. No hubo sepelio para un bebe y nadie hablaba de ello estoy seguro de que fue todo muy secreto, para la fecha en que Veidha murió ya tu debías tener unos 3 meses – besó sus manos con tristeza – la nota decía que mi bebé era un angelito inocente que estaría a salvo lejos de tanta maldad. No supe nunca quien te había llevado y a donde si mi bebé estaba muerto o vivo, así que busque a ciegas respuestas entre los empleados del Duque, pero ninguno laboraba ya y no pude localizar a los antiguos. Ni siquiera a la doncella de tu madre a la que sí conocía... Jasel. No había registro de tu nacimiento y me obsesioné por encontrar la verdad por muchos años entonces. Algo muy dentro me decía que mi hijo vivía y te encontrarte a ti. Casi podía jurar que eras tú cuando en Glasgow hablabas de tus padres hindúes, podrían ser los mismos además te pareces tanto a ella. No me hice ilusiones porque hacía mucho que había perdido las esperanzas, pretendía averiguar mucho más de ti al llegar aquí ya sabía como localizarte y cuando Bruno me entrego las cartas... – La miró con los ojos cristalizados acariciando su mejilla – eras tú, mi niña... tan parecida a tu madre que me parece verla cada vez que te miro. Veidha era una mujer valiente y en esa última carta del cofre estaba el código de unas llaves que abrían una bóveda privada en el banco. Como su viudo era el único que podría abrirla. Allí hay joyas que son para ti, escrituras que logró rescatar y lo más importante la copia del acta de tu nacimiento. Angelique... recibí el telegrama urgente de mi abogado justo el día del matrimonio de la hija de los Keller por la mañana y en cuanto llegamos agilicé todos los papeles que te acreditan como la Marquesa de Nortfolk. Kalvin quiso desaparecer todo rastro tuyo antes, pero no contaba con que Veidha sabía sus oscuras intenciones tomando previsiones, estabas en peligro y no sé cómo lo supo a tiempo, ahora sé que te entregó a Jasel como último recurso para salvaguardarte y cualquier carta o nota reveladora que me dejara seguramente sería intervenida.

Suspiró ante una impresionada Angy que trataba de procesar toda esa terrible historia que vivió su madre

- Ese indeseable no estuvo en Londres todos estos meses así que deje pasar el tiempo para confrontarlo. Tampoco tenía pruebas contundentes de su culpabilidad la carta no es suficiente y su rango lo protege. Aún no creo que la carreta en donde iba cayera sola por aquel barranco él quería asesinarla y encontró un modo, lo sé. Quizá por ellos los Farhan se fueron muy lejos viviendo ocultos estaban protegiéndote, aunque no nos debían nada y por ello les estaré eternamente agradecido a pesar de que el precio haya sido separarte de mí. Ahora eres una mujer y de ti vendrá el Legitimo Duque. Está desesperado porque perderá todo, además presenté la carta como prueba de un proceso que estimo será largo... y ahora esto, es un rufián que merece la muerte, sé que puede mover sus influencias que son muchas quedando impune, por lo menos perderá Nortfolk y su título estará condicionado hasta que tengas un hijo – se levantó del sillón perturbado – no puedo permitir que planee en tu contra, no viviremos con miedo. Tiene que desaparecer – sentenció




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