Sí, soy Rossetta Vitale, jefa de una mafia no por elección, hermana mayor, una mujer independiente, una mujer engañada, una mujer perseguida, una mujer que deseó tener una vida común una vez en todos sus años de existencia, una mujer que le gustó a una persona equivocada, una mujer que se enamoró de su enemigo y que él hizo mi vida mucho más ligera y bella.
De toda mi vida no puedo quejarme tanto, mi hermano menor me hizo creer en dar segundas oportunidades y cuidar lo que uno tiene, lo que uno ama, lo que uno da. Vincenzo Vitale me enseñó a sonreír con sinceridad y creer en mí misma, creer que puedo dar lo mejor de mí a pesar de todo. Sacó sonrisas y lágrimas de mí, sin ser consiente me consideré una madre muy joven con él, lo ayudé a crecer y ser un hombre de palabra. Me prometió lealtad pero yo ya sabía que la tenía desde que vi sus ojos inocentes y vulnerables al a penas tener un año de vida... Agradecida por vivir mis mejores y peores momentos con él porque estuvo ahí cuando más lo necesité y no tuve que pedirle, solo estaba.
Matteo y Marcello son otras dos personas que también creyeron en mí, tuve un padre y un hermano de mi edad, ambos me entendían y enseñaban todo lo que el mundo oscuro tenía preparado para mí, me enseñaron a defenderme y luchar por lo que uno quiere, que no todo es malo y que a veces las decisiones no se deben dar al haber pasado tanto tiempo. No me dieron las respuestas de la vida porque nadie las tiene, pero sí me dieron las respuestas de cómo vivir sin que me consumiera la oscuridad. A ellos les estaré agradecida por la eternidad.
Sé que el involucrarme con un hombre mayor que yo no estuvo del todo bien, no por la edad eso solo es un número, sino que tenía un ritmo de vida que sabía que yo no podría seguirlo y no podría estar ahí, su mundo era tan diferente al mío pero también sé que por más tiempo que buscábamos, más nos alejabamos. Me enseñó mucho Ricciardo Lombardi, no lo voy a negar, como también me enseñó a no caer por ningún rostro bonito. Grazie.
Pero quien me enseñó mucho fue él, quien se robó todo de mí. Yo me negué muchas veces porque no quería caer de nuevo en la misma trampa de la cuál me costó salir aunque fingiera que todo estaba de maravilla. Sí, Thomas Lacroix, enemigo natural de mi familia y el verdadero amor de mi vida. No tengo palabras para explicar todo lo que sentí por ti, no me importaron esas miradas que juzgaron porque eras unos años menos que yo, como lo dije antes eso es solo un número pero nadie entendió que importaba solo lo que sentíamos, lo bueno que eras para mí, las experiencias que me llevaste y los buenos viajes a lugares que amábamos, tus besos, abrazos, tu calor corporal, tu perfume masculino, ese pequeño puchero que formabas en tus labios te veías tan tierno y dulce, no olvidaré tu rara y extraña fascinación por el queso, como tampoco tu gran meta y sueño por estudiar y convertirte en el mejor médico que pueda existir, no dudo en que lo serás. Todo eso quedará en mi memoria.
Aunque me dolió tu desconfianza y sé que te dolió mi indiferencia pero estaba enojada contigo por todo lo que tuvimos que pasar, podías evitarlo Thomas y no lo hiciste, pero también entiendo que era tu familia y eso es lo primero. Lamento todo lo que nos pasó, lamento no haber podido estar ahí ni tú cuando más lo necesité. Es triste todo lo que pasó al final por las malditas inseguridades, las que no pudimos resolver juntos.
Especialmente lamento no poder estar ahí para ti, mi pequeño que te sentí crecer en mi interior por muchos meses, tu necesidad de conocer a tu padre porque yo lo extrañaba y tú lo hiciste también. Fue poco tiempo que pude estar contigo que se sintió una eternidad. Todo pequeño e indefenso, recordaré esa nariz que es igual a la de tu padre, tus mejillas sonrojadas naturalmente, esa aura de felicidad y energía positiva que muchas pudimos detectar en ti. Quisiera realmente poder haber estado a tu lado, poder pasar cada etapa de tu vida, cada logro, cada sonrisa y cada palabra que aprenderías... Te debo dejar, debes vivir, debes tener una vida que yo no podría dártela en estas condiciones que me dejaron, que me condenaron pero no a ti, tal vez te reencuentres con nuestra familia o con tu padre si sólo supiera de tu existencia. Reinaldo Vitale o Reinaldo Lacroix, como desees mi pequeño, espero que tengas una gran vida y una mejor por supuesto, que sepas que tu madre te ama con toda su alma y todo su corazón.
En cada elección que des estaré ahí, Vincenzo.
En cada logro que tengas voy a estar presente y apoyándote en seguir, Thomas.
En cada paso que des estaré ahí, Reinaldo.
Estaré ahí, siempre ahí.
Ahora me condenaron, sí, Raffaello y Ruggero lo hicieron, juro que algún día pagarán por todo lo que nos llevaron a vivir, la vida que nos robaron... y cuando se haga justicia, por fin seré libre.
Los amo.
Por siempre, Rossetta.
Y recuerden: vivan.
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Editado: 13.05.2025