—¡He llegado, Alexa! —Grito apenas cruzo la puerta, esperando que me escuchara desde donde estuviera – ¿Alexa? –Camino un poco por la sala, escaneando con la mirada en busca de mi mejor amiga.
—¡Hola, cielo! —su voz bajó desde las escaleras, justo antes de que empezara a bajar los escalones con calma—. Pensé que llegarías más tarde —dijo mientras miraba de reojo el reloj de la pared.
—Terminamos todo antes de tiempo —respondí, soltando una sonrisa y dejando mis cosas en el sofá. Me estiré un poco, aliviada de estar por fin en casa—. Me voy a dar una ducha rápida y después te quiero conmigo para ver la película del El Conjuro. Es la última de la saga... si la veo hoy, oficialmente habré completado todo el universo de Annabelle y la monja – digo entusiasma – Alice – La expresión de Alexa se tornó sombría de inmediato.
—No pensarás en serio que voy a ver eso contigo —frunció los labios, cruzándose de brazos —. Esas películas traen mala energía, cielo. ¿Y si... pasa algo?
Me eché a reír mientras me deshacía de los zapatos y ella me miraba como si acabara de invocar al diablo.
—Ay, no seas exagerada —respondo con una sonrisa traviesa—. Si algo se aparece… le invito crispetas, ¿va?
Le guiño un ojo, pero apenas lo hago, Alexa se pierde el color del rostro y yo hago un esfuerzo enorme por no soltar una carcajada.
—Pues ahora con menos razón te acompaño —dice mientras intenta darse la vuelta para huir, pero le agarro suavemente el brazo.
—Cielo, tranquila. Fue una broma —le digo divertida, sin borrar la sonrisa.
Ella me lanza una mirada de esas que dicen “contigo no se puede” y cruza los brazos con gesto serio.
—No me pienso arriesgar —murmura con tono firme.
—Si pasa algo, llamamos a Logan para que venga a rescatarte de la mujer poseída —añado en tono burlón. Y Alexa pone los ojos en blanco y niega con la cabeza, pero sé que está conteniéndose para no reírse.
—Anda, di que sí —le pido, bajando la voz en un tono suplicante.
Ella me observa por un segundo, luego suspira, vencida.
—Está bien, cielo, tú ganas. Pero... tendrás que darme algo a cambio.
—Trato hecho —respondo sin pensarlo dos veces, con una sonrisa entusiasmada.
—Además, creo que ya tuve suficiente mala suerte por hoy —refunfuño mientras me quito los zapatos con un golpe seco y me dejo caer en el sofá como si el día me pesara más que el mundo. Exhalo fuerte, soltando un bufido.
Alexa se me queda mirando desde la puerta, frunciendo ligeramente el entrecejo, y al cabo de unos segundos se sienta a mi lado, ladeando la cabeza con curiosidad.
— ¿Tuviste un encontrón con un cliente mal educado otra vez? —pregunta, esperando encontrar la respuesta escrita en mi cara. Niego con un suspiro, mientras aparto un mechón rebelde que se ha colado frente a mis ojos.
—Algo peor que eso —murmuro, mientras mi ceño se frunce sin permiso. Alexa me observa más detenidamente, como intentando leer entre líneas.
— ¿Peor? ¿Qué podría ser peor que un cliente insoportable? —dice, en tono medio escéptico.
Me enderezo de golpe, como si el sofá me hubiera quemado, y camino unos pasos por la sala antes de girarme hacia ella.
—Imagínate que me lo volví a encontrar. Al engreído pelirrojo de ayer —dejo caer la frase como si se tratara de una maldición.
—Y lo peor de todo —resoplo, cruzando los brazos con fuerza mientras me hundo en el sofá— es que su hermanita ha intentado emparejarme con él... solo porque, según ella, lo hice reír.
Alexa levanta la ceja con una expresión mezcla de sorpresa y diversión, pero yo no le doy tiempo de responder. Estoy desahogándome, y no hay marcha atrás.
—¡Y eso no es lo más ridículo! —Digo agitando las manos como si el drama pudiera salirse de mis dedos—. La niña me miraba con esos ojitos brillantes y dulces, como si fuera cupido en miniatura, y me dijo que quería que fuera la novia de su hermano –Camino por la sala sin dirección – me ha empezado a bombardeado con una cantidad de pregunta y me mirada con ilusión — ¿Y sabes qué hice? —Me doy la vuelta y la encaro, clavando los ojos en ella como si hubiera cometido un crimen—. Le dije que me lo iba a pensar – Alexa me mira por dos segundos. Solo dos. Y después estalla en una carcajada tan fuerte que tengo que detenerme para fruncir el ceño y lanzar una almohada en su dirección.
— ¡No es gracioso! —me quejo, volviendo a caer de espaldas al sofá, llevándome una mano al rostro, deseando que el suelo me trague.
— ¿como? —dice abriendo sus ojos sin poder creérselo—. ¿Tú le dijiste eso a la hermanita? – asiento intentado no sonar ridícula
—No tenía más opción ¿vale? ¡Me arrincono y se veía toda ilusionada —me excuso, sintiéndome completamente derrotada—. Literalmente me dejó sin salida – murmuro tratando de disipar el mar rato que he pasado – no quería hacerla llorar era monísima la niña – suspiro cerrado los ojos
Alexa se acerca, se sienta a mi lado y me da unas palmaditas exageradas en la cabeza – ¿pero cielo como se te ha ocurrido decir algo así? – suelta Alexa divertida
—No sé en qué diablos estaba pensando cuando dije semejante tontería —me llevo las manos a la cara, intentando no recordar cada palabra estúpida que salió de mi boca.
Editado: 19.06.2025