—¿Alexa, estás segura de que quieres seguir? —pregunto entre tartamudeos, mirando nerviosamente hacia todos los rincones mientras mis manos sudan como si estuviera a punto de rendir un examen sin estudiar. El corazón me late tan rápido que parece querer salirse por la boca. Empiezo a rezar mentalmente. Perdón, Diosito, por todos mis pecados. Por los cometidos, los planeados y los que alguna vez consideré en un momento de debilidad. Perdóname por lo de la tarea copiada y por lo que le grité al tipo del bus... Me aferro al brazo de Alexa como si fuera mi última tabla de salvación. Ella, en lugar de tranquilizarme, se pega aún más del brazo de Logan, como si él fuera el escudo humano del equipo —Pues ya para qué decís nada, mujer. ¡Ya estamos adentro! —responde Alexa, intentando sonar valiente, aunque su mirada salta de un lado a otro como si esperara un ataque sorpresa en cualquier momento. La luz roja parpadeante que baña los pasillos no ayuda en absoluto. El techo parece que va a caerse en cualquier instante. A ambos lados, se extienden corredores estrechos llenos de sangre falsa, telarañas colgantes, brazos ensangrentados sobresaliendo de las paredes y... ¿una cabeza empalada? ¡¿ES ESO UNA CABEZA HUMANA?!. Siento que el estómago se me sube a la garganta. ¿Quién demonios diseñó este lugar? ¿El director de películas de terror más perturbado del mundo?
—Bienvenidos al Infierno. Esperamos que no salgan todos —retumba una voz distorsionada por un parlante escondido. La luz se apaga de golpe.
—¡Ay Dios mío! —chillo, mientras mi alma sale de mi cuerpo por unos segundos.
—¡Alice, la linterna! ¡Enciende la linterna del celular! —grita Alexa, mientras la oscuridad nos envuelve por completo. Logan se aclara la voz detrás de nosotras, y aunque su tono intenta sonar tranquilo, se nota que la tensión le cuelga de los hombros.
—Tranquilas, chicas. Avancemos.
Sí, claro. ¿Y si aparece Freddy Kruder a mitad del pasillo? ¿También vamos a “avanzar”? Estoy a punto de encender la linterna cuando la luz general regresa de golpe, y con ella… el verdadero susto. Frente a nosotros aparecen cuatro hombres disfrazados de payasos sangrientos. Sus máscaras son grotescas, sus trajes están cubiertos de manchas carmesí, y uno de ellos arrastra una motosierra que chispea como si fuera real.
— ¿Qué diablos es eso? —dice Alexa, con la voz a punto de romperse.
—¡Yo qué sé! Me imagino que es parte del show —respondo en automático, aunque me estoy replanteando seriamente mi permanencia en este mundo. Aprieto más el brazo de Alexa, segura de que le van a salir moretones. La luz vuelve a apagarse. Otra vez.
—¡Alice, la linterna, por el amor de todo lo sagrado! —grita Alexa, casi histérica. Cuando vuelve la luz, los payasos han desaparecido.
—¡JODER! Eso ha sido de muerte —masculla Alexa, con una mano sobre el pecho y la otra buscando apoyo en la pared. Logan se queda en silencio, pero su mandíbula está tan tensa que parece a punto de estallar. Probablemente está igual de asustado, solo que no lo admite. Típico.
—¿Chicas, seguimos o nos devolvemos? —pregunta Logan, mirándonos de reojo, como si estuviera cruzando los dedos para que votemos por irnos.
—¡Vamos! —responde Alexa sin dudar, aunque su mano aprieta la mía como si yo fuera su ancla.
—Si me muero, va a ser toda tu culpa, ¿me oíste? —le digo a Alexa con una mezcla de sarcasmo y resignación, mientras seguimos caminando. El pasillo se estrecha y la música ambiente se convierte en un murmullo tétrico. Cada rincón parece un escondite perfecto para el próximo susto. Logan va a nuestro costado, con los hombros rígidos, la vista al frente, como un guardaespaldas que no firmó por esto. De pronto, Alexa se detiene en seco.
—¡Alice! —susurra.
Y yo… dejo de respirar. Literalmente.
—¡¿Qué te pasa Alexa?! ¡Casi me matas del susto! —susurro, con el corazón a punto de salirse corriendo sin mí. Ella me señala algo al fondo del pasillo: una mujer vestida de blanco, ensangrentada, con el cabello revuelto tapándole el rostro. Está completamente quieta, en medio de la entrada a la siguiente sala.
—No pienso pasar por ahí —digo con un hilo de voz, dando un paso atrás. O dos. O cinco.
—No pienso hacerlo —insisto, negando con la cabeza como si eso fuera a convencer al universo de darme una salida alternativa.
La mujer, cubierta de sangre y con una bata blanca desgarrada, nos saluda con una sonrisa macabra. Sus dientes están manchados de rojo. Alexa traga saliva, y por primera vez, su rostro se blanquea como una hoja de papel.
—Tenemos que hacerlo si queremos salir —dice ella con un tono más agudo del habitual. Sus ojos no se despegan de la mujer que nos llama desde el umbral.
A su lado, Logan intenta mantenerse sereno, pero su mandíbula tensa y la forma en que se rasca la nuca delatan que está reevaluando seriamente las cosas que hará por Alexa cuando sea su novio.
—Además, si lo hacemos nos devuelven el dinero y nos dan un premio —agrega Alexa, aunque parece a punto de vomitar.
—¿Todo esto es por sesenta miserables dólares? Pues ándate tú. Yo ya pagué mi penitencia con solo entrar —la jalo del brazo con decisión.
Logan nos sigue justo detrás.
—¡Chicas! —dice de pronto, haciendo que ambas peguemos un brinco.
Editado: 15.07.2025