Una mañana, mientras se preparaba para asistir a otro taller de poesía, Marina sintió un dolor agudo en el pecho. Ignorándolo al principio, decidió que era solo el cansancio acumulado. Pero a medida que el día avanzaba, el dolor se intensificó y la preocupación comenzó a consumirla.
Al llegar al taller, Clara notó inmediatamente que algo andaba mal.
—Marina, ¿estás bien? Te ves pálida —dijo, con una mezcla de preocupación y amabilidad.
—Estoy bien, solo un poco cansada —respondió Marina, forzando una sonrisa.
Pero durante la sesión, el dolor se volvió insoportable. Marina intentó concentrarse en los poemas y en las discusiones, pero cada respiración era un esfuerzo. Finalmente, no pudo más y se levantó, tambaleándose hacia la puerta.
—Marina, espera —Clara la alcanzó justo a tiempo para sostenerla antes de que cayera al suelo—. Necesitamos llevarte al hospital.
Con la ayuda de algunos compañeros del taller, Clara llevó a Marina a la sala de emergencias más cercana. Allí, los médicos rápidamente se dieron cuenta de la gravedad de su condición y la ingresaron de inmediato para realizarle una serie de pruebas.
Mientras estaba acostada en la camilla, Marina sintió una mezcla de miedo y frustración. Pensó en Lucas y en cómo le gustaría que estuviera allí con ella, sosteniéndole la mano y susurrándole que todo estaría bien. Pero él estaba lejos, en Canadá, y ella debía enfrentar esto sola.
Después de lo que pareció una eternidad, un doctor entró en la habitación con una expresión seria.
—Marina, tienes una recaída en tu condición cardíaca. Vamos a tener que mantenerte en observación por unos días y ajustar tu tratamiento. Es crucial que te cuides y evites el estrés.
Marina asintió, sintiendo que las lágrimas amenazaban con desbordarse. Sabía que debía ser fuerte, pero en ese momento se sentía más vulnerable que nunca.
Clara se quedó con ella durante toda la noche, sosteniéndole la mano y ofreciéndole palabras de consuelo.
—Eres fuerte, Marina. Pasarás por esto —le dijo suavemente.
Los días siguientes fueron un torbellino de médicos, medicamentos y reposo forzado. Marina se sentía atrapada en una espiral de miedo y desesperación. A pesar de sus esfuerzos por mantenerse positiva, la ausencia de Lucas era un vacío constante en su corazón.
Una tarde, mientras estaba sola en su habitación, decidió escribirle una carta a Lucas. Tomó su cuaderno y empezó a derramar sus sentimientos en palabras.
"Querido Lucas,
Hoy he tenido una recaída en mi condición cardíaca. Estoy en el hospital, y los médicos dicen que necesito cuidarme más. Me siento tan sola sin ti aquí. Cada día es una lucha, y aunque trato de ser fuerte, a veces siento que no puedo más.
Te extraño. Tu presencia, tus palabras, todo. Quisiera que estuvieras aquí para darme fuerzas, para recordarme que todo estará bien. Pero sé que estás siguiendo tus sueños, y no quiero ser una carga para ti.
Solo quería que supieras cómo me siento y cuánto te extraño. Espero que estés bien y que sepas que siempre pienso en ti.
Con todo mi amor, Marina."
Doblando la carta con cuidado, Marina la guardó en un sobre y la dejó en la mesita junto a su cama. Sabía que no podía enviarla inmediatamente, pero escribirla le había dado un poco de paz.
Esa noche, mientras las luces del hospital parpadeaban suavemente, Marina se quedó dormida con la esperanza de que, a pesar de las dificultades, el amor que compartía con Lucas sería suficiente para superar cualquier obstáculo. Y así, con el corazón lleno de esperanza y temor, Marina se preparó para enfrentar un nuevo día, sabiendo que su lucha por la salud y el amor aún estaba lejos de terminar.
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Editado: 21.07.2024