destinos entrecruzados

Capítulo 3: El Secreto

 

Lucas se encontraba en medio de una fría tarde canadiense, absorto en sus estudios cuando su teléfono vibró insistentemente. Al ver el nombre de Clara en la pantalla, su corazón dio un vuelco. Hacía semanas que no hablaba con Marina, y la llamada de Clara no podía ser una simple casualidad.

—Hola, Clara. ¿Qué sucede? —preguntó, tratando de ocultar su ansiedad.

—Lucas, necesito hablar contigo. Es sobre Marina —respondió Clara, con un tono que dejó helado a Lucas.

—¿Qué le pasa? ¿Está bien? —Las palabras salieron atropelladas, llenas de preocupación.

—Hace dos semanas, Marina tuvo una recaída. Está en el hospital. Lo siento, pensé que ya lo sabías.

El mundo de Lucas se detuvo. Dos semanas. Marina había estado luchando sola durante todo ese tiempo y él no había estado allí para ella. La culpa y la preocupación lo invadieron, haciéndolo sentir impotente.

—¿Cómo está ella ahora? —preguntó, su voz temblando.

—Está mejorando, pero la situación fue bastante grave. Pensé que deberías saberlo.

Lucas colgó el teléfono con la mente llena de confusión y el corazón pesado. Necesitaba verla, estar a su lado. Sin embargo, la realidad de su situación en Canadá y las presiones familiares lo mantenían atado.

Esa noche, mientras intentaba estudiar, no pudo concentrarse. Las palabras de Clara resonaban en su mente. Necesitaba hablar con alguien, necesitaba entender qué hacer. Finalmente, decidió acudir a su padre.

—Papá, necesito hablar contigo —dijo Lucas, entrando en el estudio de su padre.

—Claro, hijo. ¿Qué sucede? —respondió su padre, dejando de lado sus papeles.

—Es Marina. Está en el hospital. Tuvo una recaída y yo no estaba allí para ella. Necesito ir a verla, pero no sé cómo... —Lucas dejó que las palabras salieran atropelladas, esperando comprensión.

El rostro de su padre se ensombreció al escuchar la noticia. Se quedó en silencio por unos momentos, como si estuviera sopesando algo muy pesado.

—Lucas, hay algo que debes saber —dijo finalmente, con un tono grave.

—¿Qué cosa? —Lucas sintió una mezcla de curiosidad y temor ante la seriedad de su padre.

—La razón por la que hemos estado tan insistentes en que te quedes aquí no es solo por tu futuro. Nuestra familia tiene... conexiones que pueden ser peligrosas. Queríamos protegerte de todo eso. Pero ahora entiendo que necesitas saber la verdad para tomar tus propias decisiones.

Lucas se quedó sin palabras. Siempre había sentido que su familia escondía algo, pero nunca imaginó que fuera algo tan serio.

—¿Qué tipo de conexiones? —preguntó, tratando de procesar la información.

—Es complicado. Tenemos vínculos con ciertas personas que no son... del todo legales. Hemos intentado mantenerte alejado de eso, pero sé que mantenerte en la oscuridad no ha sido la mejor opción —admitió su padre.

La revelación dejó a Lucas atónito. Ahora comprendía por qué su familia había sido tan estricta y protectora. Sin embargo, eso no cambiaba sus sentimientos por Marina ni su necesidad de estar con ella.

—Papá, necesito ir a ver a Marina. No puedo dejarla sola en esto —dijo Lucas con determinación.

Su padre asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Está bien, hijo. Ve a verla. Pero ten cuidado. Y si necesitas ayuda, no dudes en pedírmela.

Con una sensación de alivio y un renovado sentido de propósito, Lucas comenzó a hacer los arreglos para viajar a Nueva York. Sabía que enfrentaría desafíos, tanto personales como familiares, pero nada de eso importaba más que estar al lado de Marina en su momento de necesidad.

Dos días después, Lucas llegó al hospital en Nueva York. Al ver a Marina en la cama, con los ojos cerrados y conectada a varios monitores, sintió una punzada en el corazón. Se acercó lentamente y tomó su mano, sintiendo su calidez.

—Marina, estoy aquí —susurró, con lágrimas en los ojos.

Marina abrió los ojos lentamente y al ver a Lucas, una sonrisa débil se dibujó en su rostro.

—Lucas... viniste —murmuró, con una mezcla de alivio y felicidad.

—Siempre estaré aquí para ti, Marina. Siempre —respondió Lucas, apretando su mano con suavidad.

A pesar de las dificultades y los secretos revelados, en ese momento ambos supieron que su amor era lo suficientemente fuerte como para enfrentar cualquier obstáculo. Y aunque el camino por delante sería arduo, lo recorrerían juntos, sin importar lo que el destino les deparara.




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