destinos entrecruzados

capitulo 7. Ecos del pasado

 

La vida de Lucas en Canadá se volvía cada vez más caótica. Las deudas y las amenazas eran constantes, y cada día se sentía más atrapado en una red de problemas que parecía no tener fin. Esa noche, mientras se preparaba para una reunión con los acreedores de su padre, no pudo evitar que sus pensamientos volvieran a Marina y a los días tranquilos del campamento.

Sin embargo, el presente lo absorbía rápidamente y lo arrastraba a un lugar oscuro, un lugar que preferiría olvidar. El pasado de Lucas no había sido sencillo, y ahora los fantasmas de esos años difíciles volvían para atormentarlo.

La noche de la reunión llegó, y Lucas, junto con Diego, se dirigieron al lugar acordado. Era un almacén abandonado en las afueras de la ciudad, un escenario sacado de una pesadilla. Los hombres que los esperaban allí no eran amables ni comprensivos; estaban allí para cobrar, y no les importaba cómo.

—¿Trajiste el dinero? —preguntó uno de los hombres, con una voz ronca y amenazante.

—Sí, aquí está —respondió Diego, entregando el sobre que contenía el primer pago.

El hombre tomó el sobre, lo abrió y contó el dinero rápidamente. Luego levantó la mirada hacia Lucas.

—Esto es solo el principio. Quiero el resto pronto, o las cosas se pondrán muy feas para ustedes —dijo, su tono dejando claro que no era una advertencia sino una amenaza.

Lucas asintió, su mente trabajando frenéticamente en cómo conseguir el resto del dinero. La reunión terminó, y mientras salían del almacén, sintió una opresión en el pecho, una sensación de desesperanza que lo abrumaba.

De vuelta en su casa, Lucas se dejó caer en el sofá, exhausto y derrotado. Diego se sentó a su lado, compartiendo el mismo peso de la situación.

—Lucas, tenemos que encontrar una manera de salir de esto. No podemos seguir viviendo así —dijo Diego, su voz llena de desesperación.

—Lo sé, Diego. Pero no sé qué más hacer. Estos tipos no se detendrán hasta que tengan todo el dinero —respondió Lucas, pasándose una mano por el cabello, frustrado.

Esa noche, mientras intentaba dormir, los recuerdos de su infancia volvieron a inundar su mente. Los años de lucha, las decisiones difíciles que había tenido que tomar y las cosas que había hecho para proteger a su familia. Había trabajado duro para dejar ese pasado atrás, pero ahora se daba cuenta de que nunca había escapado realmente.

Marina era su único consuelo. Sus mensajes y llamadas eran un rayo de luz en la oscuridad que lo rodeaba. Sin embargo, Lucas sentía una creciente culpa por sus sentimientos hacia ella. Se había prometido no volver a enamorarse, no dejar que alguien más se acercara tanto a él. Pero Marina había logrado romper esas barreras, y ahora estaba atrapado entre el amor y el miedo de lastimarla.

Una tarde, mientras paseaba por el parque, se encontró con un viejo amigo, Javier. Habían crecido juntos y compartido muchas experiencias, tanto buenas como malas.

—Lucas, ¿cómo has estado? Hace mucho que no te veía —dijo Javier, con una sonrisa.

—He estado... complicado. Muchas cosas han pasado desde la última vez que hablamos —respondió Lucas, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza al ver a su amigo.

Se sentaron en un banco y comenzaron a hablar. Lucas le contó a Javier sobre la situación con los acreedores y cómo todo se había desmoronado desde la muerte de su padre.

—Lo siento mucho, Lucas. Si hay algo que pueda hacer para ayudar, solo dímelo —dijo Javier, con sinceridad.

—Gracias, Javier. Realmente aprecio tu oferta. Ahora mismo, solo necesito encontrar una salida a este lío —respondió Lucas, con un suspiro.

Mientras caminaba de regreso a casa, Lucas reflexionó sobre su vida y las decisiones que lo habían llevado hasta ese punto. Sabía que no podía seguir así, que tenía que encontrar una solución, no solo por él, sino por Marina y por la memoria de Sofía.

Esa noche, mientras miraba el cielo estrellado desde la ventana de su habitación, hizo una promesa a sí mismo. Haría todo lo posible para salir de ese abismo, para proteger a su familia y a las personas que amaba. Sabía que el camino sería difícil, pero estaba decidido a enfrentarlo con todas sus fuerzas.

Y así, con un renovado sentido de determinación, Lucas se preparó para enfrentar los días que venían, sabiendo que el amor y el apoyo de Marina eran su mayor fortaleza.




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