Lucas se había adentrado en un mundo oscuro y peligroso, movido no por elección propia, sino por las circunstancias que su familia había impuesto sobre él. Desde que regresó a Canadá, su vida se había convertido en una serie de movimientos calculados y decisiones difíciles, siempre bajo la vigilancia de personas peligrosas.
Estaba en medio de una reunión con el grupo en un almacén abandonado. Las paredes, cubiertas de grafitis y moho, eran testigos mudos de los negocios oscuros que allí se realizaban. Lucas mantenía su expresión neutral, aunque por dentro sentía una mezcla de miedo y determinación.
—Lucas, necesitamos que te encargues de un nuevo trabajo —dijo el líder, un hombre corpulento con una cicatriz en la mejilla.
—¿Qué tipo de trabajo? —preguntó Lucas, fingiendo desinterés.
—Una entrega especial. Algo delicado que requiere de alguien en quien podamos confiar —respondió el líder, mirándolo fijamente.
Lucas asintió, sabiendo que no tenía otra opción que aceptar. Sin embargo, había algo más en su mente. Desde que se había visto obligado a involucrarse con esta gente, había estado buscando una forma de salir y desmantelar la operación desde adentro.
Después de la reunión, Lucas se dirigió a un pequeño apartamento que usaba como refugio. Allí, se comunicaba en secreto con una agencia de inteligencia, proporcionando información sobre las actividades ilegales del grupo. Sabía que estaba jugando con fuego, pero también sabía que era la única forma de proteger a su familia y, eventualmente, a Marina.
Esa noche, mientras revisaba los detalles del "trabajo especial", recibió un mensaje codificado de sus contactos en la agencia. Necesitaban que recogiera más pruebas para poder actuar.
—Esto se está poniendo cada vez más peligroso —murmuró Lucas para sí mismo.
Decidido a cumplir su misión, Lucas se preparó para el siguiente encuentro con el grupo. Cuando llegó al lugar designado, un club nocturno oscuro y lleno de humo, notó que el ambiente estaba más tenso de lo habitual. Los hombres del grupo hablaban en susurros y lo observaban con cautela.
—Aquí tienes los detalles —dijo el líder, entregándole un sobre sellado.
Lucas lo tomó y, al abrirlo, sintió un escalofrío. La "entrega especial" implicaba tráfico de sustancias ilegales, algo que podía poner en peligro muchas vidas.
—¿Algún problema, Lucas? —preguntó el líder, notando su reacción.
—No, todo está bien —respondió, ocultando su verdadera preocupación.
Esa noche, Lucas volvió a su apartamento y comenzó a planear cómo recopilar las pruebas necesarias sin levantar sospechas. Sabía que el tiempo se estaba agotando y que un solo error podría costarle la vida.
Mientras tanto, Marina seguía adelante con su vida en Nueva York, tratando de superar el dolor de la separación. Había comenzado a enfocarse en su carrera y en su bienestar, aunque a veces su mente volvía a Lucas y a las complicaciones que habían enfrentado juntos.
Lucas, por su parte, se mantenía firme en su objetivo. Aunque sabía que Marina estaba fuera de su alcance por ahora, su amor por ella le daba la fuerza necesaria para seguir adelante. Quería asegurarse de que, cuando todo terminara, pudiera volver a ella sin las sombras que lo perseguían.
La infiltración se volvía cada vez más peligrosa, y Lucas debía ser más cuidadoso que nunca. Pero su determinación de limpiar su nombre y proteger a quienes amaba lo impulsaba a seguir, sabiendo que cada paso que daba lo acercaba un poco más a la libertad.
Editado: 21.07.2024