Lucas había pasado semanas infiltrado en la organización criminal, cada vez más involucrado en actividades oscuras y peligrosas. A pesar de sus esfuerzos por recopilar pruebas para desmantelar la operación desde adentro, la presión y la constante amenaza de peligro comenzaron a cambiarlo. La vida que alguna vez había conocido se desvanecía, y un lado más oscuro de su personalidad empezaba a emerger.
La noche era fría y húmeda cuando Lucas se encontró en un callejón oscuro, esperando a sus compañeros de la organización. Había recibido una nueva misión, una que lo haría cruzar límites que nunca había imaginado. Sus manos temblaban ligeramente mientras encendía un cigarrillo, tratando de calmar sus nervios.
—¿Listo para la acción, Lucas? —preguntó uno de los hombres, acercándose a él con una sonrisa siniestra.
Lucas asintió, su expresión endurecida. Ya no era el mismo chico que había conocido a Marina en el campamento. La vida en la organización había endurecido su corazón, y la constante lucha por sobrevivir lo había vuelto frío y calculador.
—Sí, estoy listo —respondió con firmeza.
La misión consistía en intimidar a un empresario local que se negaba a pagar la protección. Lucas sabía que esto significaba violencia, algo que había tratado de evitar hasta ahora. Sin embargo, la desesperación y la sensación de estar atrapado lo habían llevado a aceptar tareas cada vez más sombrías.
Llegaron a la oficina del empresario, y Lucas lideró el grupo, su mirada fría y sin piedad. El hombre intentó negociar, pero Lucas no estaba dispuesto a escuchar.
—No hay más discusiones. Paga, o sufrirás las consecuencias —dijo Lucas, su voz cortante.
Cuando el empresario se negó nuevamente, Lucas dio un paso adelante y lo golpeó con fuerza. Los otros hombres siguieron su ejemplo, y pronto, la oficina se llenó de gritos y el sonido de objetos rompiéndose. Lucas se mantuvo firme, su mente bloqueando cualquier sentimiento de culpa o remordimiento.
Después del encuentro, Lucas regresó a su apartamento, sintiéndose vacío y perdido. Sabía que estaba perdiendo el control de su vida, pero también sentía que no tenía otra opción. Se sirvió un vaso de whisky y se dejó caer en el sofá, mirando al techo.
Mientras tanto, en Nueva York, Marina seguía disfrutando de su nuevo éxito como poeta. Su poema había llegado a miles de personas, y su conexión con David se fortalecía cada día. Pero en su corazón, siempre había un lugar para Lucas, aunque su amor por él se estaba convirtiendo en un doloroso recuerdo.
Una noche, mientras revisaba sus redes sociales, Marina recibió un mensaje anónimo. Al abrirlo, su corazón se detuvo. Era una foto de Lucas, con un semblante oscuro y rodeado de hombres peligrosos. El mensaje decía: *"Tu amigo Lucas ha cambiado. Ahora es uno de nosotros."*
Marina sintió una mezcla de miedo y tristeza. Sabía que Lucas estaba en problemas, pero no sabía cómo ayudarlo. Decidió enviarle un mensaje, esperando que él aún tuviera algo de la persona que había conocido y amado.
—Lucas, por favor, dime que no es verdad. Dime que aún eres tú —escribió, sus manos temblando.
Lucas leyó el mensaje en su apartamento, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que había llegado a un punto sin retorno, pero las palabras de Marina despertaron algo en él, un deseo de redención que había estado enterrado bajo capas de desesperación y oscuridad.
—Marina, no sé si puedo salir de esto. Pero intentaré. Lo prometo —respondió, sintiendo una chispa de esperanza.
La lucha interna de Lucas continuaba, pero la conexión con Marina le daba fuerzas para no rendirse por completo. Sabía que debía encontrar una manera de escapar de la vida que había llevado y buscar una redención, aunque el camino fuera largo y peligroso. Mientras tanto, Marina rezaba por él, esperando que su amor y su esperanza pudieran ayudarlo a encontrar el camino de regreso a la luz.
Editado: 21.07.2024