Marina despertó con una sensación de inquietud que no podía sacudirse. La conversación con Lucas del día anterior seguía fresca en su mente, y las dudas sobre su futuro nublaban sus pensamientos. Decidió salir a caminar por el parque, un lugar donde siempre encontraba un poco de paz y claridad.
Mientras caminaba, su teléfono sonó. Era un mensaje de David, invitándola a una exposición de arte esa misma tarde. Aceptó la invitación, pensando que tal vez un cambio de ambiente la ayudaría a despejar su mente.
La galería de arte estaba llena de gente cuando Marina llegó. Las obras expuestas eran una mezcla vibrante de colores y formas, cada una contando una historia diferente. David la esperaba en la entrada, sonriendo ampliamente al verla.
—Marina, me alegra que hayas venido —dijo, dándole un abrazo cálido.
—Gracias por invitarme, David. Realmente necesitaba un cambio de escenario —respondió ella, devolviendo la sonrisa.
Pasearon juntos por la galería, comentando las piezas que más les llamaban la atención. Marina se sentía más relajada, disfrutando de la compañía de David y de la belleza del arte a su alrededor. Sin embargo, no podía evitar que su mente volviera a Lucas de vez en cuando.
En una esquina de la galería, encontraron una instalación interactiva que invitaba a los visitantes a escribir sus pensamientos en pequeñas tarjetas y colgarlas en un gran mural. Marina tomó una tarjeta y un bolígrafo, y sin pensarlo demasiado, escribió: "A veces, para encontrar la luz, debemos enfrentar nuestra oscuridad."
David leyó la tarjeta sobre su hombro y la miró con curiosidad.
—Eso es muy profundo, Marina. ¿Algo en particular te hizo pensar en eso? —preguntó, con una mirada comprensiva.
Marina dudó por un momento, pero decidió ser honesta.
—He estado pasando por muchas cosas últimamente. Alguien de mi pasado volvió a aparecer y me ha hecho replantearme algunas cosas —confesó, colgando la tarjeta en el mural.
David asintió, su expresión seria.
—Lo entiendo. Todos tenemos demonios que enfrentar. Si necesitas hablar o desahogarte, estoy aquí para ti —dijo, tomando su mano con suavidad.
Marina le sonrió agradecida, sintiendo que podía confiar en él.
Mientras tanto, en Canadá, Lucas se encontraba en una encrucijada. La presión de la organización criminal se intensificaba, y él sabía que debía hacer algo drástico para salir de esa vida. Las palabras de Marina le habían dado fuerzas, pero necesitaba un plan.
Esa noche, Lucas decidió contactar a una vieja amiga que trabajaba en la policía. Sabía que confiar en ella era arriesgado, pero no veía otra salida. Le envió un mensaje pidiéndole ayuda y explicándole su situación. La respuesta llegó rápido: se reunirían en un lugar seguro al día siguiente.
Al mismo tiempo, Marina y David salían de la galería, hablando y riendo. David la acompañó hasta su apartamento, y al despedirse, le dio un beso en la mejilla.
—Gracias por esta noche, Marina. Eres una persona increíble, y me alegra mucho tenerte en mi vida —dijo, mirándola a los ojos.
—Gracias a ti, David. Realmente necesitaba esto —respondió ella, sintiendo un calor en su corazón.
Cuando David se fue, Marina subió a su apartamento y se dejó caer en el sofá, pensando en todo lo que había sucedido en las últimas semanas. Sentía que estaba en una bifurcación en su vida, con un camino hacia un futuro incierto con David y otro hacia el pasado complicado con Lucas.
El teléfono de Marina vibró de nuevo. Era otro mensaje de Lucas, esta vez más esperanzador.
—Marina, he decidido tomar un gran riesgo para salir de esta vida. He contactado a alguien que puede ayudarme. No sé qué pasará, pero quería que lo supieras.—
Marina leyó el mensaje con una mezcla de alivio y preocupación. Sabía que Lucas estaba haciendo lo correcto, pero también entendía los peligros que enfrentaba. Respondió rápidamente, queriendo ofrecerle su apoyo.
—Lucas, estoy aquí para ti, pase lo que pase. Sé fuerte.—
Esa noche, Marina se acostó con el corazón un poco más ligero, pero aún lleno de incertidumbre. Sabía que los próximos días serían cruciales para Lucas y, de alguna manera, también para ella. Los caminos que habían elegido los llevarían a lugares desconocidos, y solo el tiempo diría si volverían a cruzarse.
En su apartamento en Canadá, Lucas también se preparaba para lo que vendría. Con el apoyo de su amiga en la policía, tenía un plan para desmantelar la organización desde adentro. Era un riesgo enorme, pero sentía que era su única oportunidad de redención.
Ambos, Marina y Lucas, enfrentaban sus propios desafíos, pero el vínculo que compartían seguía siendo una fuerza poderosa en sus vidas. Y mientras el destino tejía sus hilos, sabían que debían seguir adelante, confiando en que, de alguna manera, encontrarían la luz al final del túnel.
Editado: 21.07.2024