destinos entrecruzados

Capítulo 29: Miedo

Los meses pasaron y Lucas y Marina continuaron construyendo una vida juntos, marcada por el éxito y el amor. Habían levantado una casa de dos pisos en una zona tranquila de la ciudad, un refugio donde podían relajarse y disfrutar de su tiempo juntos. Su negocio prosperaba, y habían abierto dos locales adicionales para satisfacer la creciente demanda de sus servicios.

Lucas, ahora más empresario que maestro, había contratado a un equipo talentoso para que impartiera las clases de ruso y alemán. Marina, por su parte, seguía pintando y vendiendo sus obras con éxito, ganando reconocimiento en la comunidad artística y más allá.

Una noche, mientras descansaban en su nuevo hogar, disfrutando de la tranquilidad de su éxito, una llamada telefónica rompió la calma. Era uno de los empleados de Lucas, y su voz sonaba alarmada.

—Lucas, uno de los locales está en llamas. Tienes que venir rápido —dijo, antes de colgar abruptamente.

Lucas y Marina se miraron, el pánico y la preocupación reflejados en sus rostros. Se apresuraron a salir de la casa y condujeron a toda velocidad hacia el local. Al llegar, se encontraron con una escena devastadora. Las llamas devoraban el edificio, y los bomberos luchaban por controlar el incendio. Una multitud de curiosos se había congregado, observando con horror.

—Dios mío, ¿qué ha pasado? —preguntó Marina, con lágrimas en los ojos, agarrando la mano de Lucas con fuerza.

Lucas no pudo responder. Estaba demasiado impactado por la destrucción. Se abrió paso entre la multitud y se acercó a un bombero que parecía estar al mando.

—¿Qué ocurrió aquí? —preguntó, tratando de mantener la calma.

—Aún no estamos seguros, pero parece que fue un incendio provocado. Encontramos esto cerca de la entrada —dijo el bombero, entregándole un papel arrugado.

Lucas lo desplegó y leyó el mensaje, su corazón hundiéndose al ver las palabras escritas con odio.

"Esto aún no se acaba, escritora de mierda."

Marina, al leer el mensaje por encima del hombro de Lucas, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Su mente se llenó de miedo y preocupación.

—Lucas, esto es una amenaza. ¿Qué vamos a hacer? —preguntó, su voz temblorosa.

Lucas la abrazó, tratando de ofrecerle consuelo aunque él mismo estaba lleno de temor.

—Vamos a resolver esto, Marina. No permitiré que nos intimiden. Llamaré a la policía y aseguraremos nuestros otros locales. No dejaré que nos destruyan lo que hemos construido —dijo, con determinación.

Los días siguientes fueron una pesadilla. La policía investigó el incendio, pero las pistas eran escasas. Lucas y Marina reforzaron la seguridad en sus otros locales y contrataron a un equipo de vigilancia para proteger sus negocios. Sin embargo, el miedo persistía.

Marina trató de seguir con su rutina de pintura, pero la sombra de la amenaza afectaba su creatividad. Lucas, por su parte, se sentía responsable de la seguridad de su familia y sus empleados, lo que le causaba un estrés constante.

Una noche, mientras se sentaban en su sala de estar, agotados por la tensión, Lucas tomó la mano de Marina.

—No puedo soportar verte así, Marina. Prometo que encontraremos a quienes hicieron esto y les haremos pagar. No estamos solos en esto —dijo, su voz llena de convicción.

Marina asintió, tratando de encontrar consuelo en sus palabras.

—Sé que lo haremos, Lucas. Pero no puedo evitar tener miedo. No quiero que nada ni nadie nos arrebate lo que hemos construido juntos —respondió, con lágrimas en los ojos.

Lucas la abrazó con fuerza, sintiendo el peso de su propia responsabilidad.

—No lo permitiremos, Marina. Vamos a superar esto, juntos —dijo, besándola suavemente.

Esa noche, mientras intentaban dormir, Lucas y Marina se dieron cuenta de que estaban en una batalla no solo por su negocio, sino por su propia paz y seguridad. Sabían que enfrentarían más desafíos, pero también sabían que, mientras se tuvieran el uno al otro, podrían encontrar la fuerza para seguir adelante.

El mensaje de odio no solo había encendido un fuego en su local, sino también una determinación aún mayor en sus corazones. Lucas y Marina estaban listos para luchar por su futuro, sin importar cuán oscuro se volviera el camino.




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