Jonathan estaba asombrado, alegre, una explosión de emociones lo cubrían, tantas que no podía formar las palabras, Elizabeth solo reía y se sentó a su lado para mirarlo.
-Entonces, estamos destinados a casarnos, ¿No? – Sonreía Elizabeth, su mirada le penetraba el alma a Jonathan, aun no podía hablar, pero después reacciono y paso a una mejor pose, más firme.
-Así es, prometo cuidarte con mi vida. – Decía con una voz firme y madura, algo forzado. Elizabeth solo se rio y le toco el hombro.
-No tienes que ser tan “macho” o tan formal, solo te pido que nos llevemos bien y que nos queramos, como la destinada pareja que seremos. – Le dio un suave beso en la mejilla y se separó. – Además de que no soy de esas que les gusta los machos, me gustan mas los de bonitos sentimientos. –
Jonathan nervioso solo se rio, mirándola con un rubor, le tomo la mano y empezó a acariciarla suavemente. Elizabeth se levantó y empezó a arrastrarlo para que caminaran un rato por el parque. Platicando y conociéndose en el camino.
Ya era de noche, 8 pm, las luces en el parque eran hermosas, resaltando junto a los arboles de diferentes colores, flores y una fuente que lanzaba chorros de agua. La pareja estaba enfrente de la fuente, Jonathan paso a mirarla y sus ojos se iluminaron al observarla, las luces iluminándole el rostro, de perfil siendo que las sombras la cubrían, pero era más deslumbrante que la oscuridad.
Elizabeth también lo miro y esta se ruborizo por la mirada de su contrario, paso a jugar con su cabello por los nervios, Jonathan se acercó lentamente a ella por el momento, Eliza le daba un ataque de nervios, pero también se dejó llevar por el momento. Después de un lento acercamiento, ocurrió un encuentro entre ambos labios. Que duro solo un momento, pero para Jonathan, fue un viaje al espacio. El mejor momento que Jonathan tenia.
Llegaron los padres de Elizabeth y despidiéndose de un beso corto se fue corriendo con sus padres y desapareciendo a la curva de la calle en el auto. Minutos después llegaron los padres de Jonathan e igual se lo llevaron.
-Dime cariño, ¿Cómo estuvo tu cita? ¿Verdad que te gusto tu pareja? – Sonreía la madre mientras que el padre solo conducía.
-Pff, ¡Sí! Tenías razón, es la chica que me gusta de la escuela, ¿Acaso hiciste algo para que nos quedáramos juntos? – Se asomó entre el espacio que había entre los asientos para mirar a su madre.
-Claro que no ~ Solo que avisan a los padres de la siguiente pareja de sus hijos, ¿No sabias eso querido? – La madre le dio un beso en la mejilla y Jonathan volvió a sentarse.
-La verdad no lo sabía, pero veo que es buena estrategia para evitar decepciones a los padres, eso creo. – El chico solo estaba contento por lo que sucedió.
-En fin, cuenta hijo, ¿Cómo fue todo? – Comento el padre mientras se une a la carretera principal.
Jonathan conto todo lo que sucedió en el parque desde que ella llego. Cuando llegaron a la casa seguía contando, hasta en la cena, pero luego llego las 10 pm, así que todos fueron a dormir que mañana será un mejor día.
Viernes, 10 am, colegio estatal. Una de las mejores escuelas en el país. Jonathan se encontraba llegando a la escuela con una ropa casual, dejando y recogiendo algunos libros de su casillero y yendo a su aula correspondiente.
Al llegar se logaba escuchar risas de chicas y una de ellas era de Elizabeth, Jonathan se acercó a hablarle. – Hola Eliza, ¿Cómo estas hoy? - Sus amigas se empezaron a reír mas, Elizabeth solo lo miro y le saludo, Jonathan pensando que estaría ocupada hablando con ellas paso a sentarse en su asiento, de las primeras filas.
12 pm, 2 horas pasaron y Jonathan seguía esperando algo de Elizabeth, así que se levantó y fue con ella nuevamente, para que ella hiciera el mismo gesto a él. Estando desanimado y decepcionado regresa a su asiento y espera a su profesor. Las risas de las amigas eran más intensas y resonaban en su cabeza, más la de su pareja, le hacía sentir raro.
1 pm, la hora del almuerzo, todos los alumnos salieron del aula y al final Jonathan, aun desanimado en dirección a la cafetería del lugar, caminaba algo lento y sin prestar atención al frente.
Ya en la cafetería, comía lentamente y jugando con su comida sin ánimos, para después se le acerca una de sus compañeras, piel clara, algunas pecas en ambas mejillas, cabello castaño y lacio, y con una complexión robusta pero ejercitada. - ¿Qué te pasa Johnny? Te veo muy desanimado desde hace una hora y que en esa hora fue Química, tu materia preferida. – Su voz era tierna, cálida y dulce. Le hacía entrar en confianza a quien sea.