Capítulo 35. Ya lo sabía
Christa Bauer
Miré alrededor, desorientada, tratando de recordar cómo había llegado a mi habitación. Las sábanas estaban arrugadas a mi alrededor, como si hubiese estado dando vueltas toda la noche. ¿Noche? Mi corazón latía frenéticamente, y la sensación de la lluvia y el calor de los labios de Santiago todavía estaban grabados en mi mente. Cerré los ojos con fuerza, como si hacerlo pudiera borrar lo que había ocurrido.
—Christa —la voz suave de Maggie interrumpió mis pensamientos. Abrí los ojos y la vi sentada al borde de mi cama, con una expresión de preocupación y ternura. Su cabello estaba recogido en una trenza desordenada, y llevaba un chal sobre los hombros. Parecía como si hubiese pasado toda la noche velando por mí.
—Maggie… —susurré, mi voz temblorosa. Intenté incorporarme, pero un mareo me obligó a recostarme de nuevo. Me sentía agotada, como si la discusión con Santiago y la tormenta me hubieran drenado por completo.
—Tranquila, no te levantes todavía —dijo con suavidad, colocando una mano cálida sobre mi frente, como si quisiera asegurarse de que no tuviera fiebre. Sus ojos, llenos de compasión, me estudiaron detenidamente. Después de un momento, dejó escapar un suspiro. —Santiago me pidió que te cuidara.
Mi corazón dio un vuelco al escuchar su nombre. Apreté las sábanas con fuerza, tratando de ocultar el torbellino de emociones que me invadía.
—¿Dónde está? —pregunté en un susurro, temiendo la respuesta.
Maggie bajó la mirada, como si no quisiera decirme lo que sabía. —Se fue temprano esta mañana… con Bruno. Salieron juntos del rancho.
—¿Qué? —Intenté sentarme de nuevo, ignorando el mareo que aún persistía. —¿Por qué? ¿A dónde fueron?
Ella negó con la cabeza, colocando una mano firme en mi hombro para que me recostara de nuevo. —No lo sé con certeza. No quiso darme muchos detalles. Solo dijo que necesitaba ocuparse de algo importante y que Bruno lo acompañaría.
El peso de sus palabras cayó sobre mí como una losa. Santiago se había ido… ¿Estuvo toda la noche aquí? ¿Cuánto tiempo estuve dormida? El nudo en mi garganta se hizo más grande y muchas interrogantes comenzaron a aparecer en mi memoria.
—Pero me pidió que te dijera algo —continuó Maggie, acariciando mi brazo con gentileza. —Me dijo que no te preocuparas. Que estás segura aquí y que yo me encargaría de que estuvieras bien. También, no te preocupes por rayo… —Hizo una pausa, como si estuviera esperando a que procesara sus palabras. —un peón ya fue a buscarlo esta mañana. No tienes que preocuparte por nada, ¿de acuerdo? El doctor dijo que has estado bajo mucha presión en los últimos días, así que debes descansar, has sufrido una crisis de ansiedad que te ha dejado agotada, por eso fue que te desmayaste en la carretera, fue un milagro que Santiago estuviera contigo.
Asentí débilmente, pero sus palabras apenas lograron calmar mi ansiedad. Mi mente seguía dando vueltas, intentando descifrar lo que Santiago planeaba hacer. ¿Había decidido enfrentarse a su tío? ¿Y si Ignacio cumplía sus amenazas de hacerle daño? Cada posible respuesta era más aterradora que la anterior.
—Maggie… —mi voz era apenas un susurro—. ¿Crees que está bien? ¿Crees que… volverá?
Ella me miró con ternura, inclinándose ligeramente para tomar mis manos entre las suyas. —Santiago es fuerte, Christa. Y Bruno está con él. No les pasará nada, te lo prometo. Ahora lo único que necesitas hacer es descansar. No puedes seguir agotándote así.
Quería creerle, aferrarme a sus palabras como a un salvavidas, pero mi pecho seguía apretado por el miedo y la culpa. Cerré los ojos y respiré hondo, intentando calmar el torbellino de emociones que me consumía.
—Gracias, Maggie —murmuré finalmente, mi voz apenas audible.
Unos golpes suaves en la puerta me sacaron de mi ensimismamiento. Levanté la mirada y me limpié rápidamente las lágrimas que habían caído sin darme cuenta.
—Adelante —murmuré, intentando sonar tranquila.
La puerta se abrió lentamente y Bruno apareció en el umbral. Su rostro estaba serio, pero sus ojos me miraban con una mezcla de preocupación y algo más... ¿esperanza, tal vez? Cerró la puerta detrás de él y avanzó hacia mí con pasos firmes, pero calmados.
—¿Puedo sentarme? —preguntó, señalando el borde de la cama.
Asentí, aunque no entendía por qué su presencia me llenaba de una extraña inquietud. Se sentó a mi lado y, tras un momento de silencio, sacó un sobre doblado de su bolsillo. Lo sostuvo frente a mí, pero no me lo entregó de inmediato.
—Esto es para ti —dijo finalmente, su voz baja pero firme.
Mi corazón dio un vuelco al reconocer la letra de Santiago en el frente del sobre. "Christa", decía, escrito con su trazo elegante. Tomé el sobre con manos temblorosas, sintiendo cómo mi pecho se llenaba de una mezcla de emoción y miedo.
—¿Qué es esto? —pregunté en un susurro, sin apartar la vista del papel.
—Es una carta de Santiago —respondió Bruno, mirándome con seriedad. —Él me pidió que te la entregara en persona y que me asegurara de que la leyeras.
Tragué saliva y asentí. Con manos temblorosas, abrí el sobre y saqué la hoja doblada en su interior. La caligrafía de Santiago, fuerte y segura, llenaba la página. Respiré hondo antes de empezar a leer.
"Christa,
Sé que estas palabras podrían no ser suficientes para expresar lo que siento, pero es lo único que puedo hacer ahora. Desde que te conocí, mi vida ha cambiado de formas que nunca imaginé. Te amo, Christa. Más de lo que puedo explicar. Y estoy dispuesto a renunciar a todo, a luchar contra quien sea necesario, solo para estar contigo. Pero también sé que tú has cargado con un peso que no mereces, y me duele profundamente saber que te sientes atrapada.
No quiero que tomes una decisión apresurada, pero necesito saber si todavía queda algo de ese amor que alguna vez dijiste sentir por mí.
El día de tu boda, si en verdad me amas tanto como yo te amo a ti, lleva un ramo de tulipanes en lugar de lo que hayas planeado. Será nuestra señal. Si decides hacerlo, te esperaré en la iglesia para irnos lejos de todo. No me importa dónde, mientras sea contigo. Pero si no me amas o sientes que no puedes seguir conmigo, no te culparé. Me alejaré para siempre, si eso es lo que necesitas para ser feliz.
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Editado: 20.01.2025