Destinos entrelazados

44. Contigo

Sorpresivamente Santiago niega. Mis ojos se abren como dos platos.

—No me iré, hay algo que me detiene en este lugar.

—¿Qué es? —le cuestionó de inmediato.

—Christa, mi familia cree que lo que siento por ti es un capricho, eres una mujer muy joven y hermosa, tu belleza es peculiar, pero para mí eres la criatura más hermosa que mis ojos han visto en la vida.

Boqueo tratando de decir algo, pero no me sale.

—Pero… desde que decidiste quedarte apenas y me hablas, y cuando lo haces es solo para algo de la mina… Santiago…

Él curvea sus labios hacía un lado. Toma mis manos con las suyas.

—Necesitaba pensar, no es fácil elegir entre mi familia y una mujer, necesitaba estar seguro de que puedo renunciar a mi familia por ti, lo he confirmado, eres la mujer que amo Christa, cada vez que te veo mi corazón se emociona, quisiera abrazarte, besarte… yo quisiera hacerte tantas cosas.

—Te amo, Santiago, pero no te pondría a elegir entre tu familia y yo, no puedo… perdí a mi familia antes y el vacío que han dejado en mi corazón, duele… duele mucho.

Mis ojos se cristalizan al igual que los de él.

—No lo has hecho, son mis padres quienes te quieren lejos de mí, yo no podría estar lejos de ti, lo intenté cuando me quedé, pero soy cobarde por no poder vivir sin ti, Christa.

Nuestras frentes chocan al igual que nuestras narices. Siento sus manos como se deslizan abrazando mi cintura. Mis labios se acercaban buscando los suyos, como si de un imán se tratase, con la misma fuerza e intensidad. Cuando nuestros labios rozaron, cerré los ojos sintiendo su tibio aliento sobre ellos. Nos fundimos en un beso mientras nuestros labios se movían al compás del latido de nuestros corazones.

—Te amo —le dije, inhalando aire.

—Te amo Chris…

Me besó de nuevo, sus besos comenzaron a ser más intensos, rodeé con mis brazos su cuello y él me atraía a su cuerpo con mayor fuerza que antes.

—Quiero hacer esto bien, quiero ser el hombre que mereces… —dijo de pronto apartándose de mí. Pero yo no quería que lo hiciera, necesitaba que continuará, necesitaba saber que esto que estábamos viviendo no era un sueño —nunca podré ir con tu padre y decirle que deseo ser el hombre que cuide de ti y te haga feliz.

Una lagrimita resbaló por mi mejilla. Santiago la limpió con uno de sus dedos, de mis ojos comenzaron a salir más.

—¿Estás llorando mi pequeña? —preguntó preocupado.

No pude más que sonreír —soy feliz, teniéndote conmigo, hace mucho tiempo que no me sentía así de feliz.

Santiago me abrazó y yo me aferré a su pecho.

—Christa, nunca más volverás a estar sola, lo prometo, siento tanto haberte hecho dudar con mi silencio.

Lo abrazo de nuevo, mis labios esta vez buscan los suyos.

Noté a Santiago agitado, pero es algo que curiosamente me gusta sentir. Sentirlo así.

—Christa… —dice mi nombre en voz ronca y todo mi ser vibra —te deseo, no sabes cuánto.

Mis pupilas se dilatan cuando lo veo. Siento que ya no razonó, lo único que deseo en estos momentos es estar entre sus brazos.

—Hazme tuya, quiero sentirme entre tus brazos…

—Debemos hacer lo correcto esta vez… cásate conmigo.

Asiento.

—Quiero que solo tú seas el único hombre en mi vida porque eres el único hombre que he amado… —musito, el tono de mi voz parece extasiarlo, pasa saliva.

—Entonces, cásate conmigo Christa, sé mi esposa, dedicaré cada día de mi vida a hacerte feliz, jamás nos separaremos de nuevo, lo prometo.

—Nos casaremos… —pronunció.

Santiago toma mis labios en los suyos, de pronto siento que mis pies ya no están sobre el suelo, él me está levantando y girando como una pequeña a la vez que nos besamos. Rodeo nuevamente su cuello con mis brazos. Este día salió mucho mejor de lo que yo había imaginado, amo a Santiago con todo mi corazón, aunque muy en el fondo deseo que algún día su familia me acepte.

En ese momento una gotita de agua cayó en mi frente. No habíamos notado que había nubes grisáceas en el cielo, se avecinaba una lluvia muy fuerte. Santiago y yo corrimos hacia el caballo de regreso, pero como el camino alterno que él había tomado, su casa estaba mucho más cerca que la mía en el rancho. Así que nos dirigimos ahí.

Cuando llegamos a su pequeña casita, mi cabello escurría, él me ayudó a bajar sosteniendo mi cintura entre sus manos. Entrelazamos nuestros dedos y entramos al interior de su casa. Ahí, en la entrada, él sacudió su cabello con su mano libre, gotas de agua saltaron a mi rostro mientras él reía divertido.

—Estoy empapada —le digo.

—Iré por una toalla y algo de ropa, ahora pondré la estufa de leña para que no te resfríes —asentí, pero mis ojos se quedaron abiertos de la impresión al sentir de pronto sus labios en los míos, había depositado en mis labios un breve beso.

Mi cabeza daba vueltas, aún no podía creer que después de tantos obstáculos y conflictos que amenazaron con alejarnos, él y yo finalmente estuviéramos juntos, habíamos vencido las dificultades. Vi como se fue al baño y trajo dos toallas, pero al regresar ya no llevaba puesta su camisa, podía ver la piel de su abdomen y tórax desnudo, era una belleza el ver a detalle cada uno de sus músculos, lo veía hipnotizada sintiendo como mi garganta se secaba.

—Esto es para ti, puedes quitarte esa ropa ponte, esta camisa es mía, supongo que te tapará la mayor parte del cuerpo, ¿quieres que te ayude a secar?

Negué, sentía mis mejillas tremendamente calientes. Sentía pena, vergüenza y morbo, nunca antes, nadie me había visto desnuda, pero mi ropa estaba muy húmeda. Él pareció comprender mi inseguridad.

—¿Quieres que me vaya? —preguntó. Mordí mi labio inferior inconscientemente, tenía pena, pero no deseaba que se fuera, quería estar cerca de él todo el tiempo que fuera posible.

Pensé que si Santiago era el hombre que yo amaba, algún día me vería desnuda de nuevo, comencé a desabotonar mi camisa, no podía dejar de mirar a Santiago a los ojos, su mirada cambio a una más gélida y sombría. Miré como tragó saliva y todo mi cuerpo se estremeció de una manera placentera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.