Al amanecer, el cielo se veía cubierto por nubes rosadas.
Lady Evelyn no había podido dormir en toda la noche atormentada por los pensamientos de lo que podría suceder ése día, había estado dando vueltas a las palabras del mensajero y a la amenaza que los MacGregor representaban.
Mientras el resto de los sirvientes del castillo se preparaban para el día en sus quehaceres.
Lady Evelyn permanecía en sus aposentos, observando las colinas en el horizonte, donde el enemigo podía estar ocultándose.
Un pequeño golpe sonó en la puerta Lady Evelyn miró hacía atrás.
-—Adelante —dijo Lady Evelyn, acercándose a la puerta.
Él administrador del castillo, era un hombre robusto, llamado Hamish, entró e inclinó la cabeza.
—Mi Lady, vuestra madre os espera en la sala de consejo. Los preparativos han comenzado.
Lady Evelyn, cogió una capa para cubrirse los hombros antes de seguir a Hamish por los grandes pasillos de piedra.
La sala de consejo era una gran estancia, con las paredes cubiertas de antiguos mapas y pergaminos. Lady Katherine ya estába esperándola rodeada por sus consejeros y soldados. En el centro había una gran mesa, encima había un mapa desplegado de las tierras de Baremar.
—Evelyn —dijo Lady Katherine al verla entrar —Es hora de que empecéis a tomar decisiones en este asunto.
—Si, estoy lista, madre -—respondió Lady Evelyn, acercándose a la mesa.
Lady Katherine señaló el mapa.
—Hemos visto tres posibles rutas que los MacGregor podrían usar pará acercarse al castillo. Las colinas del norte son las más posibles, pero también podrían intentar un ataque desde el bosque al oeste -—dijo un consejero.
—¿Y que hay del sur? -—preguntó Lady Evelyn, señalando una estrecha franja que bordeaba el acantilado.
Uno de los consejeros negó con la cabeza.
—El sur es demasiado peligroso. El terreno es traicionero y el mar lo hacé inaccesible -—contestó el consejero.
—Precisamente por eso podrían intentarlo. Sería el último lugar donde esperaríamos un ataque -—respondió la joven Lady Evelyn.
Lady Katherine la miró con orgullo ,no cabía duda era como ella.
—Teneis razón, Evelyn.Hamish quiero que enviéis un grupo reducido de soldados al acantilado pero asegúraos de que esté vigilado -—dijo Lady Katherine.
—Como deseéis, mí Lady -—respondió Hamish, inclinando la cabeza.
Mientras continuaban discutiendo las estrategias, un mensajero llegó.
—Mi Lady, un emisario de los MacGregor ha llegado a las puertas del castillo. Solicita una audiencia inmediata.
Lady Evelyn y Lady Katherine intercambiaron miradas.
—Dejazlo pasad —ordenó Lady Katherine -—Quiero saber qué tiene que decir.
Unos minutos después, un hombre alto y vestido de oscuro con el emblema en la chaqueta de los MacGregor, fue escoltado hasta la sala de consejo.
Su porté era orgulloso, y tenía una sonrisa arrogante dibujada en su cara.
-Lady Katherine, Lady Evelyn - dijo, inclinando la cabeza -. Mi nombre es Duncan. Traigo un mensaje de mí señor Laird Alastair.
—Hablad -—ordenó Lady Katherine, sin apartar la mirada de él.
Duncan sacó el pergamino y se lo entregó a Lady Katherine, lo leyó en silencio antes de pasárselo a Lady Evelyn. Las palabras de Laird Alastair eran directas y desafiantes : Sí los Mackenzie no aceptaban la alianza matrimonial, él tomaría Baremar por la fuerza.
-— Es una amenaza, no es una negociación! -—ijo Lady Evelyn, con la mirada fija en Duncan.
-—Mí señor, Laird Alastair prefiere llamarlo una advertencia -—respondió Duncan con una sonrisa arrogante.
-—Decidle a vuestro Laird que Baremar no sé rinde ante amenazas! -—dijo Lady Katherine.-—¡ Hacedle saber que sí intentá algo, lo lamentará el resto de su vida!
Duncan inclinó la cabeza una vez más, con su sonrisa arrogante.
—Como deseéis, mí Lady.
Cuando Duncan salió, Lady Evelyn apretó los puños con rabia.
—Madre, no podéis simplemente esperar que nos ataquen —dijo Lady Evelyn.
—No lo haremos Evelyn -—respondió Lady Katherine —Pero necesitamos ganar tiempo. Sí Laird Alastair quiere jugar este juego, debemos adelantarnos.
—Qué proponéis, madre? -—preguntó Lady Evelyn.
Lady Katherine se giró hacia Hamish.
—Enviad explotadores para observar los movimientos de los MacGregor. Deseo conocer con exactitud cuantos hombres poseen y cuál es su plan de ataque.
—Y vos Evelyn, habéis de prepararos para lo peor. Sí éste castillo llegará a caer, vos sois la última esperanza de los Mackenzie, y nuestro legado habrá terminado.
Lady Evelyn sintió un nudo en el estómago.
—No permitiré que eso suceda, madre.
La noche cayó sobre Baremar, el castillo no estaba en silencio el ruido de los soldados que se preparaban, y los exploradores que partían en la oscuridad se podían escuchar en la noche. Lady Evelyn, desde la ventana de sus aposentos, observaba las nubes oscuras pasar que se extendían sobre las colinas, preguntándose que le depararía el destino..
Editado: 19.02.2025