Destinos Entrelazados

Capitulo 8 Bajo las estrellas de las Highlandes

La mañana amaneció fría en las tierras altas, y los primeros rayos de sol apenas lograban atravesar las espesas nubes que cubrían el cielo. Lady Evelyn se había puesto un chal de lana gruesa de color gris, paseaba por los jardines del castillo, la brisa traía un olor a hierva húmeda de la mañana, Lady Evelyn podia escuchar a los hombres entrenando en el patio y el resonar de las espadas al chocar, apesar de su aparente calma, tenía una sensación de que alguien la observaba.

Desdé que llegó, lady Agnes, la abuela de Laird Alastair, no había dejado oportunidad pará dejarle claro que no era bienvenida .

El día anterior, durante la cena, Lady Agnes había insinuado abiertamente que una dama como Lady Evelyn no tenía lugar entre los MacGregor.

Aunque Lady Evelyn había mantenido la compostura, ignoró con desdén las palabras de la anciana.

Mientras caminaba por los jardines, escuchó una voz y se detuvo.

–¿Os parece adecuado pasear sola en tierras desconocidas, mi Lady?–dijo Lady Agnes, mientras caminaba por debajo del arco de piedra que conducía al jardín.

Lady Evelyn sé giró con calma hacia ella, esforzándose por no responder de manera descortés a Lady Agnes.

–No pensé que un paseo matutino pudiera considerarse inapropiado, mi Lady.

Lady Agnes la miró con frialdad, apoyándose en su bastón de madera tallada.

–Este castillo alberga secretos que no son para oídos ajenos. Una forastera, por muy ilustre que sea su apellido, debería tener más cuidado.

–Os aseguro, mi Lady, que no pretendía faltar el respeto ni inteferir en vuestros asuntos – respondió Lady Evelyn –. Mi única intención es cumplir con las obligaciones que mi familia ha depositado en mí.

–Vuestra familia os envío aquí con un propósito,¿verdad? Con un fin que involucra a mi nieto .

Se escucharon unos pasos acercarse, ambas miraron hacia atrás.

–¿Acaso, abuela, vos os dedicais a interrogar a mis invitados? Creía que sólo lo hacíais en las reuniones familiares – preguntó Laird Alastair.

–Solo intentó proteger nuestro legado, Alastair – respondió Lady Agnes –. Las damas como ella no son siempre lo que aparentan.

–Eso lo decidiré yo, abuela – contestó él mientras se acercaba a Evelyn.

–Lady Evelyn, ¿ Os sentirías más segura si os acompaño en vuestro paseo?

Lady Evelyn le sonrio

–Estaria encantada, mi Laird.

Mientras ambos caminaban alejándose del jardín, Lady Agnes permanecía quieta, observando fijamente cómo se alejaban.

–Mi abuela puede ser implacable, pero vos no os preocupéis, mi Lady. Es más protectora de lo que quiere admitir –dijo Laird Alastair cuando se alejaron.

Lady Evelyn no pudo evitar preguntar:

–¿ Y que es lo que pretende proteger?¿ A vos, o a vuestra posición?

Él dejó escapar una sonrisa.

–Quizás a ambas cosas. Pero no dejéis que os intimide, mi Lady. Pocas damas han tenido el valor de hablarle cómo lo hicisteis vos.

Lady Evelyn se detuvo, mirándolo fijamente.

–No vine aquí para que me intimidaran, mi Laird. Mi vida ya ha tenido demasiadas concesiones, sólo vine por una razón y vos ya la conocéis.

Laird Alastair quiso decirle algo más, pero de repente se escuchó el ruido de un cuerno a lo lejos.

–¡Es, un aviso! mi Lady. Algo sucede cerca de nuestras tierras.

Regresaron apresuradamente al castillo, donde los guardias estaban reunidos en el gran salón, inquietos mientras esperaban ordenes de su Laird. Un explorador entró de repente, cansado y con el rostro pálido, sus ropas estaban llenas de polvo.

–Laird Alastair, hemos avistado un grupo de hombres armados en las colinas del norte. Portan los colores del clan de los Cameron.

Un murmullo recorrió el salón. Lady Evelyn sintió un nudo en la garganta al escuchar el nombre; sabía la Inémistad entré ambos clanes, y lo que aquello podría traer consigo.

–Al menos una docena, o quizás más. Avanzan rápido hacia aquí, mi Laird. – dijo el explorador.

–“Entonces preparad nuestras defensas" – respondió él volviéndose hacia sus hombres" Asegúraos de que las murallas estén vigiladas y mantened las puertas cerradas ¿Entendido?”

Lady Evelyn observó como Laird Alastair asumía el mando mientras los demás empezaban a dispersarse. Se acercó a él.

–¿Que puedo hacer para ayudaros, mi Laird? – preguntó Lady Evelyn.

–No puedo pediros que os involucreis en asuntos tan delicados, especialmente siendo una dama, mi Lady.

–Pero puedo ofreceros mi apoyo. Tal vez no conozca como se actúa, pero estoy dispuesta a aprender, sé leer mapas y pensar con lógica. No seré una carga para vos, mi Laird.

–Muy bien, mi Lady. Venid conmigo.

Mientras lo seguía hacia la sala de consejos, lady Evelyn no podía dejar de preguntarse que ocurriría....

A pesar de las dudas, sentía que estaba ganándose un lugar en aquel castillo, no como una invitada, sí no como alguien que empezaba a formar parte de los MacGregor...




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