La noche cayó sobre el castillo de los MacGregor un manto de niebla envolvía cada rincón, haciendo la noche más peligrosa.
Los hombres de Laird Alastair patrullaban cada rincón de las murallas con antorchas en la mano, atentos a cualquier movimiento en las colinas cercanas.
Lady Evelyn, desde una de las ventanas altas del gran salón, observaba la luz de las antorchas moviéndose entre la niebla.
Estas marcaban el avance de los hombres armados con espadas de los Cameron, enemigos ancestrales que siempre habían deseado lo que pertenecía a los MacGregor.
Laird Alastair entró en la sala de consejos, acompañado por su consejero más cercano, Forbes. Ambos discutían en voz baja. Cuando Laird Alastair vio a Lady Evelyn, sé acercó, dejando a Forbes con sus mapas.
–¿No podéis descansar, mi Lady? – preguntó con un tono suave, acostumbrado al que usaba con sus hombres.
–Dificilmente podría dormir, mi Laird, cuando parece que vuestro hogar está a punto de ser atacado.
–Es más que un ataque, mi Lady. Los Cameron no buscan sólo intimidarnos. Sí vienen aquí es por qué desean tomar algo más.
–¿ Qué es lo que podrían desear, mi Laird? – preguntó Lady Evelyn, con preocupación.
Laird desvío la mirada un instante antes de responder.
–Nuestro honor, nuestras tierras, y quizás... A vos, lady Evelyn.
–¿ A mí, os referis?– preguntó sorprendida.¿Por qué habría de interesarles mi presencia, mi Laird?
–Los rumores corren rápido, mi Lady. Los Cameron podrían creer que vuestra presencia aquí es más que una simple visita. Sí logran llevaros, sería una humillación para los MacGregor.
Antes de que Lady Evelyn pudiera responder, Forbes se acercó apresuradamente.
–Mi Laird, necesitamos de vuestra presencia . Los exploradores informan que los Cameron han acampado en el valle. Parece que no van a atacar esta noche, debemos estar preparados para mañana, mi Laird.
Laird Alastair, tras un breve intercambio de palabras con Forbes, sé volvió hacia Lady Evelyn.
–Os pido que permanezcais en el castillo. Bajó ningún concepto salgáis; Solo en el castillo estaréis a salvó, mi Lady.
–¿ Y que haréis vos? – preguntó Lady Evelyn temiendo la respuesta.
–Luchad hasta la muerte, sí es necesario, mi Lady.
Lady Evelyn sintió un nudo en la garganta. Quisó decir algo, para convencerlo de que debía haber otra solución, pero antes de que pudiera hablar, Lady Agnes irrumpio en la sala.
–¿ Dé verdad estáis perdiendo el tiempo con está dama, Alastair?– dijo la anciana con dureza.–Deberiais estár con vuestros hombres, preparando vuestras defensas, no entreteniendote con está dama que no pertenece a este lugar.
–Os aseguró, mi Lady, que no busco distraer al Laird. Sólo intento comprender la gravedad de la situación para no ser una carga.
Lady Agnes soltó una carcajada.
–¡Comprender la gravedad, decís! Una dama de vuestra posición no tiene lugar en asuntos de guerra. Quedaos en vuestros aposentos y no empeoreis las cosas.
Laird Alastair levantó una mano para detener la discusión entré las damas.
–¡ Abuela, ya basta! Lady Evelyn tiene mucho más valor del que muchos podían imaginar, ¡Mucho más que algunos hombres! Sí desea quedarse aquí, será bajo mí protección.
La anciana lo miró con desaprobación, murmurando mientras salía del salón.
Lady Evelyn, dejó escapar un suspiro de alivió.
–Parece que no lograré la aprobación de vuestra abuela, mi Laird.
Laird Alastair la miró sonriendo.
–No es fácil ganársela, pero tampoco es imposible, dadle tiempo, mi lady.
El sonido de un cuerno sonó de repente. Ambos sé miraron inquietos.
Forbes sé acercó corriendo y nervioso.
–¡ Han encendido hogueras en el valle! Es una advertencia. Quieren que sepamos que están listos.¿Qué hacemos, mi Laird?
– ¡ Preparaos! Hablad con los hombres, Mañana lucharemos con valor por nuestra tierra y nuestro honor. Somos hombres fuertes y luchadores; ¡ Mañana, lo demostraremos juntos!
Se volvió hacia Lady Evelyn, sus ojos reflejaban la preocupación; Ella nunca había vivido algo así.
– Mañana será un día largo, mi Lady. Os recomiendo que descanséis; podéis dormir tranquila, nada os va a pasar, mi Lady.
Lady Evelyn lo miró, con el corazón encogido por el valor que había visto en Laird Alastair.
–Deberiais descansar, mi Laird; Un líder cómo vos necesita una mente despejada para guiar a sus soldados.
Laird Alastair le sonrió, mirándola a los ojos, antes de inclinarse.
–Buenas noches, mi Lady.
Lady Evelyn lo observo desaparecer en la oscuridad del pasillo, sintiendo admiración. Había algo en Laird Alastair que le hacía confiar en él, algo que despertaba en su corazón. El destino la había llevado aquél lugar no sólo para cumplir con su deber con su familia.
¿Qué le tendría preparado el destino?
Editado: 19.02.2025