Destinos Entrelazados

Capitulo 11 Los Cameron

La mañana salió fría y con niebla densa, que ocultaban las colinas que rodeaban el castillo de los MacGregor.

Desde una de las torres de vigilancia, los centinelas vieron un grupo de jinetes aproximándose por el sendero del valle.

Llevaban unos grandes estandartes rojos con el emblema de los Cameron: un águila dorada con las alas desplegadas. Laird Aliatair, se encontraba en el patio, observando como los hombres cruzaban la linde del bosque.

–Han venido a negociar, mi Laird– dijo Forbes ajustándose la capa de lana para protegerse del frió.

–¿ Negociar, vos lo creéis?– respondió Laird Alastair,–. Los Cameron no saben de palabras, solo de amenazas así a sido durante generaciones.

Lady Evelyn que estaba cerca, no pudo evitar escuchar la conversación y intervino.

– Sí ustedes creen que no son hombres de palabra,¿ Por qué habrían de venir aquí con un grupo tan reducido? ¿ No es un gran riesgo, mi Laird?

Laird Alastair la miró de reojo, no sabía pero siempre le sacaba una sonrisa.

–Quizas para vos, mi Lady, pero los hombres de Cameron creen que su nombre basta para intimidar. Veremos que tienen que decir.

Lady Agnes entró en ése momento.

¿Y vos qué hacéis aquí, jovencita?– preguntó clavándole la mirada cómo dagas a Lady Evelyn –. Este no es lugar para una dama. El patio pertenece a los hombres, al igual que las guerras.

Lady Evelyn alzó la cabeza y puso la barbilla en alto.

–Si las guerras afectan el hogar que me alberga, creó téner el derecho de saber que ocurre y expresar mí opinión. No soy una jovencita ingenua como vos os creéis, y me temo que tampoco soy una cobarde, jamás lo fui.

– Vos me parecéis una jovencita muy contestona y maleducada vuestra madre no os ha enseñado buenos modales. Ya aprenderéis cuando tengáis esposo.

Lady Agnes salió del patio hacia el gran salón enfadada.

Uno de los jinetes de los Cameron desmontó, un hombre de medicina edad con barba oscura y una cicatriz que le cruzaba la mejilla izquierda. Se presentó cómo Duncan Crinan , emisario de su clan.

–Venimos en nombre de nuestro Laird Malcolm Cameron –. Deseamos conversar con el señor de este castillo.

Laird Alastair se puso frente a él.

–¡Hablad, Duncan! ¡ Mi paciencia tiene un límite, y vuestra presencia ya es un insulto!

Duncan le sonrió con desdén.

– Vos siempre tan impetuoso , mi Laird. Mi Laird ofrece paz, pero hay un precio: devolvernos las tierras que os pertenecen por engaño y ...–su mirada se desvío hacia Lady Evelyn – y entregarnos a la dama.

Lady Evelyn lo miró. La mención de su persona no sólo la alarmó, sino que la furia se apoderó de ella.

– ¿ Cómo os atrevéis a hablad de mi?¿ Que clase de barbaridad estáis diciendo? – preguntó gritando dando un pasó hacia delante, antes de que Laird Alastair la detuvo.

Duncan levantó una ceja, sorprendido por su atrevimiento.

– No es ninguna barbaridad,mí Lady, sino justicia. Vos representáis una carta valiosa para nosotros. Con vuestra presencia bajó este techo, los MacGregor no tendrán más remedio que ceder.

–¿Vos lo creéis así? No seré usada como moneda de cambio – respondió Lady Evelyn enfadada.

Laird Alastair colocó una mano sobré el brazo de Lady Evelyn para calmarla.

– Basta, mi Lady, no os preocupéis. Me encargaré de esto.

Forbes miró a su Laird...

–Volved a vuestro clan, Duncan . Antes de que me arrepienta y ni vos salgáis de aquí con vida. Vuestra propuesta es una ofensa y un insulto. Decidle a vuestro Laird que los MacGregor no se doblegan nunca , y vos recordarlo bien seguís con vída darle las gracias a la Lady, y ella no hubiera estado aquí os hubiera matado con mis propias manos.

Duncan lo miró risa burlona antes dé montar en su caballo.

– Os he dado el mensaje de mi Laird , sera buestra perdición...

Los hombres de los Cameron se marcharon velozmente.

Laird Alastair miró a Forbes dándole nuevas instrucciones para reforzar las defensas del castillo.

Luego miro hacia Lady Evelyn.

– Lady Evelyn, necesito hablad con vos, ahora.

Ella lo siguió hasta la biblioteca, el cerro la puerta.

–¿ Vos os dais cuenta del peligro al que os exponeis al hablar de ésa manera? –le dijo enfurecido –. Los Cameron no son hombres de honor. Sí os toman, no habrá rescate, sólo desgracia , os defenderé hasta con mi vida, pero tenéis que calmaros, no podéis responder así.

–¿ Y vos que queréis que haga, mi Laird? – replicó Evelyn ¿Esconderme cómo una rata, mientras otros luchan?

Laird se acercó a ella, mirándola a los ojos.

–Espero que confiéis en mí para protegeros , sois responsabilidad. Este no es vuestro hogar, vinisteis cómo mí invitada, mi Lady y os habéis encontrado con un problema para vos. Pero no debéis cargar con este peso.

Lady Evelyn sintió los ojos de Laird clavados en los suyos y quiso desviar la mirada.

– Confío en vos, mi Laird – contestó con la voz suave y más tranquila –.Pero también confiad en mi. No soy tan frágil como pensáis.

Él le sonrió mirándola.

–No lo sois, y éso me inquieta más de lo que podáis imaginar, nunca conocí a una dama cómo vos, mi Lady.




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