Destinos Entrelazados

Capitulo 13 El peso de las decisiones

La mañana en el castillo de los MacGregor amaneció gris. Las nubes oscuras que empezaban a llegar parecían traer tormenta.

Laird Alastair llevaba horas reunido con sus hombres de confianza, Lady Evelyn apenas había podido verle.

Desde la ventana de sus aposentos, observó el movimiento de los soldados, escuchando órdenes y voces que retumbaban en el patio. Sonó un golpe en la puerta que la sobresaltó. Al abrir la puerta, Lady Agnes la miró,con la mirada sería, la anciana cogió su bastón y golpeó el suelo de piedra.

–Os buscaba, Lady Evelyn. Laird Alastair quiere veros en la sala de consejos. Parece que las cosas finalmente se pondrán interesantes. Supongo que estarás orgullosa.

Lady Evelyn tragó saliva y siguió a la anciana a través de los largos pasillos.

–Os daré un consejo jovencita – continuó Lady Agnes mientras descendían las escaleras –. No creáis que podéis entender la mente de un guerrero. Ustedes las damas, pensáis que un rostro dulce y una palabra amable son suficientes para ganarse el respeto. Pero no lo son. Aquí, en las Highlandes, las mujeres deben demostrar su fuerza o seran devoradas.

–Gracias por vuestro consejo, mi Lady, pero os aseguro que subestimarme sería un error para vos.

La anciana la miró sorprendida, por la respuesta, pero no dijo nada más.

Cuando Lady Evelyn entró en la sala, Laird Alastair estaba de pié junto a la mesa central, donde un mapa cubría la superficie.

Varios hombres intercambiaban miradas de preocupación...

–Gracias por venir, mi Lady. Necesitaba que escucharías esto.

–¿ Que ha sucedido, mi Laird? – preguntó ella acercándose.

Uno de los hombres de confianza de Alastair, tomó la palabra:

–Los Cameron han enviado a otro mensajero, pretenden que vos os entreguéis como garantía de nuestra buena fé. Aseguran que, de hacerlo, retirarán a sus hombres y cesarán las provocaciónes.

–¿Quieren que... Me entreguen, decís? Preguntó Everly sorprendida.

–Es una trampa – respondió rápidamente Alastair –. No buscan un acuerdo, sólo debilitar nuestras fuerzas, vos no os tenéis que preocupar.

– Entonces rechazarlo – respondió Evelyn de inmediato –. No voy a ser moneda de cambio de nadie, mí Laird.

–Por supuesto, éso ya lo hice lo dudabais... –. Pero debemos prepararnos, los Cameron usarán ésto pará justificar un ataque.

Lady Evelyn admiraba la calma con la que él tomaba las decisiones, aunque la preocupación era evidente en su cara.

–¿ Que haréis vos, mi Laird?

–Nos preparamos para defender el castillo. Y vos os quedaréis aquí, donde estaréis segura.

Lady Evelyn lo miró, pará protestar, pero Lady Agnes intervino en ese momento:

– Una dama en tiempos de guerra solo trae distracciónes , Alastair. Sería mejor enviarla de vuelta con su familia, antes de que los hombres comienzen a cuestionar vuestras prioridades.

–¿A los Mackenzie? – eso sería un error –dijo Forbes con inquietud–. Sería como admitir debilidad,mi lady .

Laird Alastair miró a su abuela enfadado.

–¡ Lady Evelyn no va a ninguna parte, y no volveré a repetirlo!

–Haced lo que queráis, espero que no os arrepentiréis– contestó Lady Agnes.

–Si vos queréis que me quede aquí –. Quiero ayudaros mi Laird.

– Vuestra seguridad es ayuda suficiente, mi Lady.

Lady Evelyn apretó los dientes, pero no contesto.

Horas más tarde, cuando Lady Evelyn regresó a sus aposentos, encontro a una de las sirvientas colocando una bandeja sobre la mesa pequeña. Había una carta colocada cuidadosamente al lado del vaso de agua.

–¿ Vos sabéis quién ha podido dejar esto? – preguntó Everly.

–Un mensajero, mi Lady. Pero no me dijo su nombre.

Lady Evelyn despidió a la sirvienta, para poder leer la carta.

El sello era desconocido, y al abrirla... El mensaje la dejó sin aliento:

“ Sabéis quién sois, y de que familia venís. Los MacGregor no os protegerán aquí, Sí valoráis vuestra vida, marchaos antes de que sea demasiado tarde ”

No había ninguna firma, aquella carta no era una simple advertencia: Era una amenaza. Lady Evelyn apretó la carta entre sus manos. Se acercó a la ventana, mirando como el cielo oscurecía. No podía quedarse al margen, no cuando su vida y la de quiénes la rodeaban estaba en peligro.

Se escuchó un grito, desdé las murallas.

–¡ Jinetes en el horizonte! ¡ Portan el estandarte de los Cameron!

El castillo se sumio en un caos inmediatamente, los soldados cogieron sus espadas, y los sirvientes corrían asustados por el patio.

Lady Evelyn dejó caer la carta sobre la mesa. Sin pensarlo dos veces, corrió hacía la puerta. Las antorchas en las paredes del los pasillos iluminaban su camino.

Las voces de los soldados llegaban a sus oídos. Debía encontrar a Laird Alastair...

Laird Alastair hablaba con sus hombres en el patio , pará que sus defensas estarían listas.

–¿ Y sí usamos sus propias tácticas contra ellos, mi Laird? Podríamos tenderles una trampa en el paso de Bealach Croise. Si sus fuerzas se aventuran demasiado lejos, quedarán vulnerables.

Hamish, que había estado escuchando desde la entrada, intervino.

–Es arriesgado, mi Lady, pero podría funcionar. Los Cameron confían demasiado en su número de hombres,y no esperan que los MacGregor contraataquen tan pronto, parece una buena estrategia, sin duda.

– Tenéis razón, es un plan que podría cambiar el curso de esta disputa. Debemos de actuar rápido, Forbes, reúne a los capitanes ahora mismo.

Necesitamos estar listos antes del amanecer, nos quedan pocas horas...

¿ Estará Lady Evelyn, preparada para una guerra?

¿ O Lady Agnes, no sé lo permitirá?




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