Destinos Entrelazados

Capítulo 15 La traición

La noche había caído sobré las colinas del castillo de los MacGregor estaba iluminado por la luna llena. El aíre era frío y en el silencio de la noche solo se podían escuchar las llamas de las antorchas que iluminaban los pasillos de piedra.

Lady Evelyn se encontraba en el gran salón, sentada leyendo un libro junto a la chimenea. Lady Agnes, la abuela le Laird Alastair, permanecía en su sillón, tejiendo un chal de color burdeos, mientras su mirada se perdía en sus recuerdos.

—Vos sois testaruda, al igual que vuestra madre —comentó Lady Agnes, sin levantar la miráda de su labor–. Pero he de admitir que tenéis carácter, algo imprescindible para la posición que os proponéis ocupar.

—He venido aquí con un proposito Lady Agnes –—respondió Lady Evelyn — El acuerdo entre nuestros clanes, que traerá paz. Sí es necesario soportar vuestras miradas de desdén, así será.

La anciana soltó una carcajada.

—Paz, decís... Vos no sabéis lo que decís. Veremos cuánto dura, ellos han sido así durante generaciones y no creo que vayan a cambiar. Y pronto los hombres volverán a sacar sus espadas por orgullo.

Antes de que Lady Evelyn pudiera responder, interrumpió en la sala Forbes.

—Mi Lady, hemos encontrado algo que puede interesaros —dijo dirigiéndose tanto a Lady Agnes y a Lady Evelyn.

Curiosas, ambas lo siguieron hasta los establos. El olor a heno y cuero eran fuertes.

Allí junto a un pilar, estaba Lachlan, un joven mozo de cuadra. Se le veía nervioso, con la mirada fija en el suelo y las manos temblorosas.

—¿Decidme, que sucede aquí? —preguntó Lady Evelyn, alzando su voz.

Forbes extendió un pergamino hacia ella. Lady Evelyn lo tomó y al leerlo, su miráda cambio.

Era un mensaje, llenó de detalles sobre los movimientos de los Mackenzie y los MacGregor, no estaba firmado, pero su contenido era suficiente para implicar una traición.

—¿Vos, cómo habéis obtenido ésto? —demandó Lady Evelyn, clavando sus ojos en Lachlan.

El joven balbuceo, mientras sudaba por la presión.

—Yo... No sé nada de eso, mí Lady. Alguien.... Debió de dejarlo ahí para incriminarme.

—Como vos, ¿os atrevéis a decir eso? Fue encontrado en vuestro baúl, donde guardáis vuestras pertenencias.

—Dificilmente es una coincidencia¿ No creéis éso vos? —La traición no puede tolerarse, pero tampoco debemos apresurarenos a juzgar. El miedo lleva a los hombres a cometer errores... Como a mentir para salvarse.

—Lachlan, tenéis la oportunidad de hablar. Sí estais involucrado en esto, será mejor que vos confeseis ahora.—dijo Lady Evelyn.

El joven tartamudeó nervioso, su mirada iba de un lado para otro, y bajó su cabeza.

—No quería hacerlo, os lo juro, mi Lady. Me prometieron oro suficiente para mi madre, esta muy enferma y lo necesita para curarla.

—Esta bien, calmaros pero decidme¿ Quién os prometió ése oro? —preguntó Lady Evelyn.

— No lo se, mi Lady. Un hombre que no conozco, no es de éstos lares. Nunca me dijo su nombre. Solo me dejó el pergamino y me dijo que debía esconderlo, que él se encargaría del resto. Días después volvió, y lo vi hablando con algunos de nuestros hombres, pero conmigo no volvió hablar más, mi Lady, os lo juro.

Lady Evelyn miró hacía Forbes. Esto iba más allá de un simple acto de deslealtad. Alguien quería sabotear la unión de los clanes.

Lady Agnes miró al joven.

–Haced con él lo que consideréis necesario, pero tened presente que siempre hay más detrás de lo que los ojos pueden ver.

–Si, mi Lady.

Lady Agnes se fue hacia la sala despacio con su bastón.

Lady Evelyn y Forbes se quedaron allí pensado...

¿ Quién estaría detrás de ese pergamino, y cuál era su verdadera intención?

¿ El joven Lachlan, habría dicho la verdad, o todo era una mentira...?




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