Destinos entrelazados: El Alfa y la Omega

Bienvenida a Belcier

Hace algunas dos semanas que llegue a Belcier luego de estar viajando por el mundo por algunos años, tiempo después de que los abuelos Linsey y Eliot hayan desaparecido sin dejar razón clara alguna, guiada más que nada por mi imprudencia.

Llegué a Belcier un viernes en pleno inicio del mes de mayo alrededor de las dos de la tarde, llegué sola ya que no conocía a nadie y peor aún no conocía nada por lo que tuve que aprender a usar el sentido de la orientación que como loba poseo pero que por lo general no me sirve de mucho en mi calidad de omega.

La ciudad en mi plena llegada se encontraba sumamente alborotada tras el fin de semana estar en su pleno inicio por lo que todos los establecimientos a la redonda se mantenían abarrotados.

Hacia donde quiera que mirases el cumulo de personas era impresionante, hoteles, plazas, parques, centros comerciales, bares y restaurantes, todos completamente llenos a su máxima capacidad se mantenían, alboroto que empeoro tras llegar la noche, así que la verdad tuve muchísima suerte de conseguir un lugar para quedarme.

El último espacio disponible permanente lo pude encontrar a unos cuantos minutos alejado del centro de la ciudad localizado en el tercer nivel de un antiguo edificio llamado Vinchenzo donde por lo general solo se encuentran residiendo humanos justo allí pude dar con un pequeño aparta estudio dividido en dos sesiones para dos inquilinos.

Para mi sorpresa ya la habitación continúa se encontraba ocupada, en pocas palabras ya había alguien alojado allí quien más que nada era una chica de la cual podría decir que incluso es alguien que ronda mí misma edad mirándolo desde la perspectiva humana claro está.

Lina Cossio es una chica humilde y dulce quien no tiene nada que ver con el mundo de los lobos ya que es una completa humana, llegó a Belcier para seguir sus estudios universitarios y terminó quedándose viviendo en tal inusual ciudad atrapada por su hermosura y la vida tan dinámica que por estos lares se suele llevar.

Lina no solo supo acogerme, sino que, en el transcurso de los días comenzamos a formar una buena e intachable amistad, por tal razón esta al ser conocedora de mi situación y siendo consciente de mis posibles necesidades se vio comprometida a tenderme una mano amiga pudiendo está llegar a dar buenas referencias de mi a su jefe aun a pesar de ser una desconocida para ella y tras tal encuentro es que la verdadera historia inicia.

Te imaginaras mi sorpresa pocos días después tras enterarme de lo hecho por Lina hacía mí, al decirme está un día menos que otro de la nada que me había conseguido una entrevista de trabajo con el dueño del restaurante ´´El Gran Atlante´´ establecimiento que se localiza en pleno centro de la ciudad, siendo tal un icono a nivel nacional, acuerdo que se concretó velozmente tras algunos pocos días después de mi llegada, aunque mi emoción no radica meramente por tal oportunidad sino que mi atención giraba aunque no quisiera admitirlo en el peso de tal detalle.

El gran día de la entrevista llegó y las sorpresas empezaba a surgir literalmente, pues tras seguir a Lina hasta el área administrativa e ingresar en una oficina allí terminé encontrándome con alguien conocido, aquella persona no muy bien me observo tras abrir la puerta sorprendido pronunció.

— ¡Emma! — replica aquella persona que tengo delante quién yace sentando acomodado en aquel escritorio con la cara mostrando completas expresiones de sorpresa y a quien, por el momento, aunque se me hacía familiar no reconozco.

Con confusión observe a Lina quién con sorpresa me devolvía la misma expresión de regreso.

— Usted la conoce señor— refuta Lina tras intentar actuar como mediadora entre los dos.

— Claro que la conozco, aunque es evidente de que ella a mí no me recuerda — aquel sin dudarlo se pone de pie abandonando el asiento en donde anteriormente se encontraba y tras rodear el escritorio busca posicionarse justo enfrente nuestro al tiempo que replicaba.

— Soy el señor Lombardi, Emma, el viejo amigo de tus abuelos Eliot y Linsey, solía visitarlos constantemente antes de irme de Venecia hace algunos diez años atrás.

Aquel apellido hacía años que no lo escuchaba sin dudas tenerle a aquel frente a mí era una completa sorpresa.

— ¡Tío Martín!

— Si pequeña, soy yo.

Con cuál emoción aquel abrió en el aire sus brazos, ni él, ni mucho menos yo podía creer que finalmente después de tanto tiempo ambos nos habíamos podido reencontrar de nuevo así que llenos de regocijo terminamos unidos en un sin igual abrazo tan cálido y reconfortante como ningún otro.

— No sabes el placer que me da nuevamente verte — refuta aquel tras finalmente apartarnos.

— Lo mismo pienso tío, no imagina lo feliz que me hace poder encontrarle, por cierto, y la tía Susan ¿Dónde se encuentra?.

— Recientemente ha salido de viaje, en unos pocos días estimo que estará de regreso, sin dudas le encantará él poder verte.

Tras el resurgir de tal conversación y observando un espacio en el cual poder intervenir Lina recalcó.

— Valla semejante sorpresa que brinda el destino, me alegra mucho que se hayan podido reencontrar.

El tío Martín está extasiado la emoción que en su ser se había acumulado por lo que fácilmente podía distinguirla.

— No te imaginas cuanto te lo agradezco Lina — el señor Lombardi no dudo expresar su gratitud ante tal situación emociones le ganaban por mucho y tras respirar algunos segundos continúo diciendo — y bien que las trae por aquí.

Lina vuelve a tomar la palabra y recalca — ella es la persona de la cual le hable.

— Valla que sorpresa entonces Emma has resultado ser tú la solicitante.

— Sí tío Martín.

El tío con cual ademán de mano guiado a evidente insistencia hizo que me acercara hasta el escritorio para que me acomodará en uno de los asientos que allí se encontraban para a fin de cuentas dar riendas sueltas al diálogo, sin dudarlo me acerque no era justo que le hiciese algún desaire y tras yo notar que Lina permanecía en el mismo sitió tras nuestra llegada le increpe.




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