Destinos entrelazados: El Alfa y la Omega

Incógnitas

Aunque podría decir que es difícil de aceptar me dio mucho gusto ver a Dominieck de nuevo, a pesar de sus incesantes maldades e intolerable conducta tan dramática que suele cargar.

Verle allí presumiblemente bien me dio sosiego, pues es era algo evidente que tal hombre me hacía algo de falta, ante todo me dio gusto poder encontrarle aún más el poder mencionar, aunque poco algo de lo que cargo en mi conciencia y que pesa constantemente sobre mis hombros, procurando claro no revelar demasiado de mí.

Marcharme para sorpresa mía fue relativamente fácil en aquel momento pues Dominieck no opuso resistencia alguna, ni mucho menos realizó alguna escena para detenerme, tranquilo ajeno a todo allí se quedó, prácticamente inmutado y despreocupado.

Sin prisa me fui alejando de la colina dejando cada vez más detrás a Dominieck, hasta que por fin llegué a la residencia y desde la puerta de acceso, una vez me encontraba lista para ingresar tras abrirla por mera curiosidad giré mi cabeza en dirección a aquel lugar del cual me había alejado buscando con necesidad la mirada de aquel hombre.

— Un momento, que busca Lyall ahí.

Replique al notar su característica silueta de pie junto a Dominieck, la cual era casi imposible de no reconocer, pues vamos sería ya cuestión de suerte el encontrar a alguien tan evidentemente singular aún más que parecido como lo es Lyall.

Ojo aún menos sería encontrarle en esta residencia y de sorpresa, pues lo que me inquietaba era ante todo entender cómo había llegado allí sin que yo le hubiese notado porque no había forma de que aquel se hubiese acercado por el mismo camino que yo y no le haya visto.

— Imagino que serán cosas de lobos — pensé para evitar ponerle demasiada atención a tal asunto ya que mi cabeza se encontraba lo suficientemente ocupada como para cargarla con otro dilema, aunque no podía dejar de mirarlos de manera atenta.

Allí concentrada permanecía observándolos a aquellos dos chicos en la distancia, sin prestarle atención a mi entorno haciéndome presa fácil para cualquiera.

Como estaba tan distraída no me percate de cuando Lina desde dentro de la residencia accedió a aquel espacio y de lo rápido que se acercó a mí aquella chica de forma silenciosa y sobre todo hábilmente, con evidente malicia junto a una intención clara de querer acercarme acortó distancia cosa que era evidente que yo desconocía hasta que no muy bien llevo a cabo su intención.

Ya cuando se encontraba tan próxima a mí, Lina chocó sus dedos contra mis costillas y emitiendo un — bu — próxima a mi oído se regodeo victoriosa tras su evidente logro al ver el tremendo salto que pegué en el aire producto de la impresión.

Tal reacción me hizo caer alejada de ella por algunos pocos metros, fría, temblorosa y un tanto exaltada puesto que tanto fue mi impresión que casi me caí de espaldas contra un arbusto de flores de aquellos tantos los cuales la tía Susan había plantado con tanto empeño y el cual a última hora pude evadir, pero aún así terminé tendida en el suelo.

Yo solo podía verla como disfrutaba de todo aquello; Lina reía mientras enredaba sus brazos a nivel de su vientre sosteniéndose tras sentir los calambres que toman posesión de nuestros cuerpos tras un halo de risa incontrolable aparecer.

— Eres una tonta — replique mientras aun me encontraba allí sentada, pero aquella no paraba, reía como loca dando incluso la impresión de que parecía encontrarse poseída por una extraña fuerza.

— Un día de estos me matarás de un susto Lina — replique con algo de evidente disgusto.

— Disculpa siempre es gracioso asustarte — murmuró aquella.

Lina reía, reía con fuerza de una manera incontrolable y contagiosa porque sí, aunque lo quiera negar yo también termine envuelta en tal jocosidad a lo que sí valga la redundancia, termine burlándome de mí misma.

Ya cuando por fin se calmó Lina, aquella llevó sus manos hasta su cara para frotar con delicadeza las orillas de sus ojos y así intentar deshacerse de las lágrimas que brotaban de ellos.

— Lo siento Emma no lo pude evitar, estabas tan embelesada que vi la oportunidad perfecta para jugarte una broma y la tenía que aprovechar.

— Te pasas mocosa — indique — estás aprendiendo demasiadas jugarretas de Lyall.

— Oye quién habla me has dicho mocosa, pero tú tienes la misma edad que yo o al menos eso creo, ahora pensándolo bien me sobresalta la duda, digo los lobos envejecen al igual que los humanos comunes y corrientes.

— Oh valla que rápido cambias de tema para que no te llame la atención, aunque bien merecido te lo tendrías — dije al tiempo que extendía mi mano derecha en el aire como señal de pedida de ayuda para a fin de cuentas colocarme de pie nuevamente.

Lina al notarlo correspondió mi pedido así que no muy bien se unieron nuestras manos tras ella acercarse, que aquella chica tiró con fuerza hacia atrás haciendo que literalmente que de un solo jalón quedará yo erguida.

Una vez frente a ella una risa nerviosa tomó la curvatura de su boca porque aquella sabía que había llegado muy lejos con su juego y que probablemente recibiría una reprimenda por ello.

Pero no, no lo hice, por más que se comporte de esa manera simplemente no puedo hacer nada en su contra, pues entiendo claro está que solo se trata de un simple juego y nada más.

— Y no Lina, los lobos no envejecemos igual que los humanos, nos lleva un poco más de tiempo hacerlo, aunque ahora sí ambas compartimos la misma edad no es mucho lo que cambiare a lo largo de los años hasta mi vejez, aunque ahora mismo pensándolo bien yo soy solo una niña veinticinco años es lo único que hasta ahora mi existencia ha recorrido en este mundo.

Dije en una primera instancia para adentrarme en aquel tema buscando ante todo mantener la atención de Lina centrada en mí y continue diciendo.

— La edad a diferencia de ustedes no nos forma arrugas, aunque sí, solemos vernos más experimentados o incluso más adultos en nuestra complexión, ahora bien, maduramos de una manera interna más que externa, una que se muestra a lo largo del tiempo por lo que lo primero que se va haciendo más fuerte y notable son nuestras habilidades junto a nuestro conocimiento, así que ya cuando los años nos empiezan a pesar es porque ya hemos llegado a ver nacer y morir varias generaciones completas humanas.




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