Destinos entrelazados: El Alfa y la Omega

Tu me atacas, yo respondo

Lyall ingreso en aquella sala con la cara completamente seria cosa muy común en él.

Ahora bien, al notarlo por ende escudriñarlo de pies a cabeza pude darme cuenta de que al igual que nosotros aquel llevaba un atuendo no acorde con su personalidad por lo que puedo decir que aquí todos probablemente decidimos meramente complacer a Lombardi antes que retarle.

Podría ante todo llegar a decir que aquellas incluso eran un tanto parecidas a las prendas de vestir que llevaba Dominieck donde relucía el blanco, salvo por el hecho de los detalles los cuales, en aquel, aquellos se divisaban en un color rojo que a sinceridad estimo era lo único que lo hacían diferentes.

Dominieck tras verle aparecer inmediatamente le increpó curioso por descubrir la razón de su presencia allí.

— ¿Qué te trae por aquí Lyall?

Mientras esté inmediatamente sin esperar de continuo contestó.

— He venido a darles aviso de que la presencia de ambos se es requerida.

— Y eso porque — pregunte ante la duda — hace falto algo más — suponiendo quizás que se había obviado algún detalle.

— La señora Susan ha llegado, se encuentra en el lugar del recibimiento y quiere verlos a ambos.

Aquello una vez salió de su boca retumbó en mi cabeza y se hizo sentir ante la sorpresa, sabía de antemano que ya era tarde, pero para nada imaginaba que ella se iba a presentar de forma tan puntual, ya que por más decir que somos hijos del tiempo y de las circunstancias.

— ¿Cómo, pero cuando llegó?

— Hace un momento justo a la seis en punto su auto arribo a la entrada y Martín la dirigió de una vez hasta la colina.

Valla que sorpresa habían suscitado aquellas palabras en mí, así que en vista de tal llamamiento me aleje del brazo de Dominieck, me acerque hasta la señora Meredith, le di las gracias por cómo me había tratado y me despedí de ella, pues estimaba que al mañana ser nuestro último día en la residencia ya no le volvería a ver más.

Una vez lista regresé al lado de Dominieck y mirando de nuevo en dirección a la entrada repliqué tras cerciorarme de algo.

— Un momento a dónde se fue Lyall.

A lo que Dominieck contestó — inmediatamente diste la espalda se marchó.

— Dime algo Dominieck, es que aquel no puede estarse quieto ni tan solo un segundo.

— La verdad no, siendo mi mano derecha sin dudas es complicado que aquel pueda saber enteramente lo que significa eso, bueno podamos, porque yo sin dudas no soy la excepción.

— Pues él y tú tendrán que aprenderlo tarde o temprano, el trabajo junto a la sobre exigencia le harán descubrir probablemente de mala manera que la vida no siempre se debe de tomar en serio.

Dije aquello con el corazón en la mano emanando una genuina preocupación, porque era de mi entero conocimiento de que para aquellos dos descansar era un lujo más que una necesidad.

Lina y yo a fin de cuentas lo terminamos descubriendo uno de aquellos días en los cuales Lyall se había quedado a vigilar en el apartamento.

Por mera casualidad aquella noche ambas terminamos encontrándonos despiertas a eso de las tres de la mañana tras escuchar cómo desde la sala se adentraba a las recámaras el sonido de alguien que parloteaba enojado.

Lina y yo tras escucharlo no dudamos en salir de nuestras habitaciones tras la sorpresa junto al sobresalto que aquello nos provocó despertarnos, por lo que por ende terminamos tropezando con aquel una vez cruzamos el pasillo e ingresamos a la sala común, quien tras vernos intentó disimular su evidente molestia.

En aquel momento a pesar de tal emoción Lyall permanecía fresco como una lechuga, sus ojos se veían atentos y no había ni la más mínima señal de que aquel hubiese dormido.

Verlo tan lleno de energía a esa hora de la madrugada nos sorprendió bastante, tanto que incluso terminamos interrogándole respecto a que si no se encontraba exhausto a lo que a fin de cuentas terminó revelando lo ya dicho.

Dominieck me escuchó, pero se mostró indiferente, incluso se podría decir que aparentemente aquel desconocía que al respecto yo sabía acerca de su poco descanso por lo que mostrando una actitud completamente desinteresada en cuanto a tal tema y solo musitó.

— Como digas.

Molesta por sus fatales y visibles incongruencias que sin dudas de nuevo aquel emitía, tras respirar hondo me acerqué a él y me sostuve de su brazo mientras lo seguía hasta la salida, mirando hacia el lado contrario intentando no explotar.

Ya en el exterior fue inminente que nuestra vista no buscará perderse en dirección a la colina donde los demás yacían aún de pie esperando por nosotros.

Aquel hombre y yo caminamos guardando ante todo la tranquilidad con la que ya desde un principio habíamos tomado una vez abandonamos mi recamara; hasta ahí todo iba bien, pero a medida que avanzabamos en aquel trayecto y mientras más nos acercávamos yo comencé a temblar.

Ideas un tanto erradas comenzaron a cruzar por mi cabeza hasta que a fin de cuentas mis nervios comenzaron a fallar tras divisar a la tía Susan de pie a un lado del tío Lambardi tan hermosa y radiante como siempre quien me observaba atentamente.

La vi y no pude evitar temblar aún más de lo que ya lo hacía puesto que por ende el dudar domino mis pensamientos, tenía miedo por lo que pudiera ocurrir, me aterraba el hecho de enfrentarme a la realidad por ende tener que luchar incluso contra la posibilidad de que aquella no me reconociese o que simplemente tal mujer se negara a acercarse a mí, cosa que era ilógica cuando se trata de la familia, aunque no era imposible por los años que ya habían transcurrido desde la última vez que nos vimos.

Tenía miedo podría decir que incluso era uno abrumante, temía que mi presencia no fuera de agrado para ella y que en vez de traer alegría a tal celebración mi presencia solo terminará significando un mal recuerdo para aquella mujer en tal día.




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