Destinos entrelazados: El Alfa y la Omega

Las horribles pesadillas de Emma

— ¿Por qué está todo tan oscuro? ¿Dónde estoy?

Me cuestiono una vez despierto y ante la escasa incidencia del sonido grito, pero nadie contesta, como acto inminente observó alrededor, pero ni siquiera mi propio ser puedo distinguir ya que la oscuridad que me envuelve es completamente absoluta.

Por el miedo, la desesperación viene a mi queriendo arrancarme lo poco de calma que aun entre mi ser permanecía y agitada empiezo a batallar queriendo deshacerme de este mal.

Intento moverme pues quiero escapar pero no puedo, algo me ata en tanto me lo impide y me apriciona con fuerza manteniéndome de rodillas contra el suelo mientras siento cómo mis brazos yacen extendidos a cada lado de mi cuerpo sujetados de una manera tal que el dolor puede llegar a calar mis huesos de manera atroz debido al dolor que experimentaba entre mis muñecas lugar por donde me mantenían prisionera e inmóvil , al tiempo que mi piel se siente arder como si se encontrase quemada y magullada.

— ¡Ja, ja, ja! — el sonido de una risas burlonas y terroríficas empezó a hacerse escuchar por todo el lugar antes de que siquiera la luz empezara a clarear todo alrededor una vez el sol se posó en lo alto, así tanto fue su burla que incluso parecía que aquella al igual que todo lo allí presente intentaba torturarme de alguna manera al tenerme allí puesta a su merced.

La luz sol para aquel momento era muy brillante, tanto que incluso era capaz de penetrar hasta los rincones más inciertos, dejando mi vista expuesta ante el antiguo campamento en el que solía habitar mi manada.

A lo lejos podía distinguir incluso las chozas características de ellos, una estructura hecha en su mayoría de madera talla a mano lo que las hacía ante todo casas de un estilo un tanto antiguo que, aunque parecen débiles a los ojos ajenos sirven perfectamente de cubierta para los tiempos de frío.

Aquellas carcajadas retumbaban sin medida haciendo extrañamente incómodo todo aquello, puesto que para aquel momento entendía que me encontraba sola allí ya que no era capaz de ver ningún alma rondar por allí.

— ¡Emma! — se escucha una primera vez, una voz suave y delicada evidentemente femenina puedo distinguir.

— ¡Emma! — por segunda vez resuena, pero en cambio esta voz era muchísimo más áspera, ronca y gruesa lo que la hacía sin dudas la de un hombre.

Así que de la nada escuché dos veces exclamar ante el batir del viento mi nombre, la sorpresa tras oírles no se hizo esperar pues sabía perfectamente a quienes pertenecían aquellas, las cuales se alzaban ante el silencio procurando mi atención, por lo que, con los ojos completamente abiertos ante la impresión y la duda, empecé a buscar el lugar de donde procedían aquellas.

Entre tanto ante la curiosidad evidente procuré fijar mis ojos bien al frente y desde allí empecé a girar mi cabeza en dirección a mi lado izquierdo para observar lo que en aquel espacio se escondía, pero una vez allí no había nada más que los árboles que se tambaleaba por el movimiento que el viento emitía contra ellos.

Primer intento fallido, pero no el último a realizar y desde allí vuelvo a intentarlo partiendo de donde ya estaba, despacio giró mi cabeza de izquierda a derecha y mis luego de recorrer aquel camino mis ojos finalmente los contemplan.

Ya no había duda, finalmente los habían descubierto y la imagen que intente suponer que había detrás de aquellas voces quedaron expuestas a mi conocimiento como una total verdad.

Mis abuelos se encontraban allí alejados de mí por algunos veinte pasos quizás aproximadamente, sonrientes como siempre les recuerdo, plagados de amor para dar pues su corazón está de más decir que es enorme, bueno y bondadoso.

Ambos se encontraban completamente quietos observándose cercanos el uno del otro, con sus manos unidas, sus ojos permanecían vidriosos y parecían estar a la espera de algo.

Sus ojos atentos deslumbraban mi figura a lo lejos y aunque rogaba porque se acercaran y me desataran no hacían ni el más mínimo intento de moverse a un menos por ayudarme.

Sin dudas grite, grite con fuerza sus nombres, pero no había nada en el mundo que los hiciera acercarse, eleve la voz tanto como pude hasta el punto de ponerme sumamente ronca acción por la cual incluso sentía como si mi garganta se encontrase privada de oxígeno, hasta que finalmente tras ya no poder más, guarde silencio y solo allí, exactamente en aquel instante nuevamente escuche su voz.

— Se valiente Emma — dijo el abuelo.

— Te amaremos siempre — musito la abuela.

Su voz casi imperceptible podía llegar a perderse entre el ruido del viento de yo no prestar la suficiente atención, pero como necesitaba entenderlos agudice lo más que pude mis sentidos hasta que les pude entender.

Allí les miré perdida, desconcertada y atónita ante la curiosidad del porqué su presencia en aquel lugar hasta que ocurrió lo impensado.

Pensaba que aquello no podía ir de mal en peor más de lo que ya estaba, pero no, lo peor aún no ocurría pues poco tiempo después de que aquellos pronunciaron aquellas palabras el cielo drásticamente soleado se convirtió en uno tormentoso, nubes oscuras se alojaron en el cielo cubriendo todo a su paso alrededor del campamento y ante la incertidumbre eleve mis ojos hasta lo alto.

Rayos y centellas atravesaban el cielo iluminando todo aquel espacio, mientras que los truenos como cuales tambores anunciando la guerra inminente retumbaban sobre lo alto.

Siendo consciente de tal problema y al ver el caos que se avecinaba intenté pedirles que se alejaran y se resguardaran pues era peligroso permanecer allí, pero caso alguno no hacían y solo los vi mover sus cabezas de lado a lado negándose a obedecer.

El dolor me envolvió, me dominó, grité, pedí y rogué ante ellos pero nada, simplemente no hicieron nada, por lo que podría decir que incluso ante mi tanto fue su negar que podía llegar a considerar que aquellos aceptaban su inminente final y así todo continuó hasta que llegado el momento justo cuando la tormenta ya se encontraba destruyendo todo a su paso menos el espacio próximo a nuestro alrededor que los abuelos cerraron los ojos y agacharon sus cabezas al tiempo que detrás de su espalda una sombra empezaba a surgir de la nada.




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