Destinos entrelazados: El Alfa y la Omega

La reaparición de Silea malas noticias acarrea

La mañana ha iniciado de una manera muy tranquila, después claro está de lo ocurrido con Dominieck a tempranas horas mientras aquel se encontraba en mi habitación cuando de la nada se mostró dulce y apacible conmigo, cosa en la que no dejo de pensar aún más ahora luego de verlo desayunar junto a nosotros.

Su compañía luego de haberme abrazado de la manera en que lo hizo se siente tan incómoda que ni siquiera soy capaz de levantar completamente mi rostro y mirarle así a la cara debido a que la vergüenza me domina controlando incluso mi modo de pensar.

Lo bueno ante todo ha sido que, a pesar de mi baja evidente de alegría al los demás encontrarse allí sacando uno que otro tema de conversación del cual a veces yo formaba parte, mientras intentaban alegrar el momento, que aquello por lo menos bastó para mantenerme por un buen rato fuera de su foco de atención.

Así que, cuando al fin terminamos de desayunar verlo marchar de allí junto a Lyall me brindó más que un completo respiro al alma, aunque era consciente de que no me salvaría tan fácilmente ya que mientras me encontraba distraída ayudando a organizar el área de la cocina aprovechando de mi evidente descuido, la tía indicó una vez se acercó a mí.

— Tengo curiosidad por saber el porqué hoy te encuentras tan callada.

— Solo estoy algo cansada tía — dije mientras intentaba evadir aquella pregunta guardando por sobre todo el respeto, buscando ante todo no fijar mis ojos junto a los de ella intentando no darle para nada la razón.

— Y crees que con ello me convencerás tan fácilmente.

— Convencerte de que tía Susan.

La tía respiró profundamente y la escuché resoplar con fuerza mientras la excitación llegaba a ella.

— Emma, mírame.

Indico aquella mientras llevaba una de sus manos hasta la parte baja de mi barbilla obligándome así a mirarle a los ojos — a ti te conozco perfectamente bien y ni el tiempo créeme, eso lo podrá cambiar, aunque sí lo admito podría llegar a darme alguna que otra sorpresa, pero por ahora decido hacer lo que mi corazón me dicta y sin dudas siento que algo pasa.

Y si, la tía tenía razón en lo que decía algo pasaba y suponiendo eventualmente que me encontraba ante el nulo conocimiento de esta de la desaparición de los abuelos puesto que no comento nada en la bienvenida que decidí callar y guardarme mi dolor en silencio.

— Hablo enserio tía, no me pasa nada así que tranquila, solo estoy algo cansada. Estos últimos días en el restaurante ha habido mucho trabajo y se me ha dificultado bastante descansar lo suficiente.

— Entonces no me lo dirás.

Las dudas en ella eran evidentes y aunque luchaba por hacerle ver que era algo pasajero la tía simplemente se negaba a darlo por sentado, así que ante todo necesitaba convencerla y alejar más que nada su atención de aquel tema y sosteniendo sus manos unidas a las mías intentando transmitirle confianza indique.

— Decir que tía, sabes bien que si fuera así hace rato te lo diría pues se perfectamente que ante todo se hace difícil el mentirte porque a fin de cuentas terminas descubriéndonos, pero hablo desde el corazón, así que tranquila de verdad no me pasa nada solo es algo pasajero así que verás perfectamente que más tarde de nuevo retomare el ánimo.

Dije queriendo mostrarme confiada ante sus ojos a pesar de que yo sabía de qué todo era una mentira y sorprendentemente ante ello la tía acepto mis palabras, se mostró confiada y aceptó mi explicación dejándome bien en claro que tampoco quería que me ofuscarse con aquella constante interrogación y así juntas continuamos en la faena hasta completar aquella tarea.

Pasado un tiempo ya cuando todo se encontraba listo tras Lina y la tía Susan retirarse un rato hasta el ala superior contraria en donde se encuentra la habitación de los tíos, yo a sabiendas de que necesitaba ante todo calma decidí salir un rato hasta el jardín y dejarme seducir por el aroma que las flores emanan con fuerza al abrirse los capullos una vez el sol choca contra los pétalos.

Con mis manos unidas al frente mientras llevaba mis dedos entrelazados me dediqué a caminar sin rumbo y sin marcar camino o tiempo fijo de regreso alguno solo me dispuse a caminar disfrutando de mi sola compañía mientras pateaba de vez en cuando alguna que otra piedra que se me atravesaba por el camino jugueteando como cual niña inocente.

Ya imagino que tendría algunos cinco o diez minutos andando, cuando a los lejos sentada en una banca a orillas del camino por la parte trasera de la casa vi a Silea allí cómodamente sentada con la vista marcada bien al frente, ansiosa y preocupada provocando en mí un evidente sobre salto.

— ¿Qué hacía Silea allí? — me cuestionaba puesto que era consciente de que ella junto a las demás ayer se había retirado de la residencia para ir a visitar a su familia, perfectamente lo sabía, así que no entendía la razón de su presencia de nuevo allí.

Preocupada puesto que quizás le hubiera sucedido algo, me acerqué a ella, tomada por la confusión pues necesitaba saber qué sucedía así que encontrándome algo cerca de ella indique guardando aún la distancia intentando no asustarla.

— Hola Silea — indique dejarlo salir cuál evidente saludo mientras de continuo increpe — ¿Por qué estás aquí tan sola?

Silea no tardó en mirarme y de inmediato al escuchar mi voz curiosa aquella chica dirigió su rostro hasta mi inexpresivo como siempre.

— Buenos días, señorita Emma, me alegro mucho de poder encontrarle.

— Buen día Silea, que gusto poder verte, pero dime necesitas que llame al tío Martin o a la tía Susan.

— No señorita para nada, al contrario, en realidad necesito hablar con usted y con el señor Dominieck, así que ha de entender el hecho de que me alegra mucho de que usted haya aparecido.

— ¡Conmigo y Dominieck! No comprendo dime, que sucede.

— Si, con ambos y es de vital importancia que lo haga.




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