Destinos entrelazados: El Alfa y la Omega

Baúl de recuerdos

Para aquel momento eran alrededor de las tres de la tarde hora que marcaba con fervor el reloj, al tiempo que el sol disponía con énfasis su posición la cual se encontraba fija sobre nosotros algo inclinado por el pasar de las horas marcando con fervor la humedad que por su acción se sentía en el aire.

— Tú y yo tenemos una conversación pendiente querida, pues esto finalmente se tendrá que aclarar.

En el rostro de Emma tras yo sujetarla de aquella manera se dibujó el miedo y la confusión, aquella chica no podía creer lo que estaba sucediendo aún peor la dirección que estaba tomando todo aquel asunto.

— De qué hablas Dominieck, suéltame me estas lastimando.

— No hasta que me digas lo que quiero escuchar

— Te has vuelto loco acaso ¿Qué es lo que te sucede? — indico aquella despavorida y desconcertada; Emma no muy bien la sujete empezó a asustarse tras sentir como se ahogaba por la falta de aire mientras su respiración comenzaba a perderse, por tanto, ante la desesperación tal chica llevó sus manos próximas a aquella con la que la que yo firmemente la sujetaba al tiempo que forcejeaba buscando liberarse de mi agarre.

— Dominieck me estas lastimando — volvió a replicar mientras había empezado a faltarle el aliento.

Ganas la verdad no me faltaron para hacerle daño y deshacerme de ella, pues la conciencia de mi lobo estaba más que activa, la idea de lastimarle estaba más que latente en mí y aunque lo deseaba no lo podía hacer, aún no sin antes obtener respuestas, así que cuando Emma empezó a desvanecerse la solté bruscamente y me alejé de ella por algunos pocos pasos.

Emma instantáneamente sintió la libertad cayó rodillas al suelo al tiempo que tosía con fuerza y dejaba rodar por sus mejillas una que otra lagrima por un algún momento mientras batallaba para recuperar con normalidad la respiración.

En tanto yo desde el otro lado la observaba inquisidoramente sin ningún rastro de emoción alguna presente en mi rostro tras haberme acomodado en una roca cercana desde la cual al encontrarse aquella tirada en el suelo podía contemplarla a plenitud.

— Como ya estás más tranquila y puedes hablar, ya no hay razón para que me ocultes tu verdadero rostro, mentirosa — indique mientras la veía como se acomodaba sobre las raíces de aquel árbol.

— No entiendo porque me hablas así, dime ¿Que te he hecho? Como para que me trates así.

— Me has hecho más de lo que crees, así que responde ¿Dónde están mis padres? Y habla de una vez por todas, porque ya no tengo paciencia para lidiar contigo.

— ¿De qué hablas? Como que tus padres, si yo no los conozco.

— Claro que les conoces y bastante bien diría yo, así que te vuelvo a preguntar ¿Dónde están?

— Ya te lo dije no lo sé, no sé de quiénes me hablas y no entiendo de qué forma es que quieres que te lo diga.

Yo estaba enojado y puedo deducir que como nunca lo había estado antes, escucharla negar tales cuestiones de aquella manera solo hacía que mi ser hirviera ante la rabia pues yo sabía que aquello era todo lo contrario.

— Realmente eres bastante cara dura; Emma tengo certeza de lo que hablo como para que sigas negando lo evidente. Durante todos estos años en los cuales ellos no aparecieron la idea de que algo malo les habría quizás pasado rondaba constantemente en mi cabeza y resulta ser que solo estaban por ahí alejados jugando a la familia precisamente contigo — replique y de seguido grité al tiempo que llevaba con furia mis manos hasta mi cabeza — no es justo, para nada lo es.

— Mira Dominieck ya te lo dije y si no te quedo claro te lo vuelvo a repetir no sé quiénes son tus padres y mucho menos donde se encuentran, así que deja de molestarme con lo mismo.

— Y lo vas a seguir negando, Emma yo tengo pruebas de lo que digo, tengo pruebas de que ha sido así, admítelo y dime de una vez por todas ¿Dónde están? No obstante, te dejaré en paz más solo eso necesito, debo de encontrarles necesito saber porque me dejaron a mi suerte con Lyall.

— Escuche bien dijiste que tienes pruebas, entonces búscalas quiero verlas.

La contienda misma empezó a formarse dentro de mí, estaba totalmente incómodo respecto a aquella situación, pero a fin de cuentas independientemente de mis propias peleas tenía que ponerle fin a todo eso, así que de mala gana me puse de pie, tomé la mochila, ante ella la abrí y de su interior extraje la foto que había tomado en la mañana mientras me encontraba en el despacho de Martin antes de que nuevamente me acomodara frente a ella.

— Aquí la tienes — indiqué una vez dirigí mi mano hasta ella mientras la foto la extendía hasta su persona doblada en dos escondiendo la imagen que en ella se figuraba.

Emma no tenía idea alguna de que yo podría contar con aquello, por su cabeza no rondaba ni la más mínima suposición en cuanto a tal posibilidad.

— ¿Qué es esto Dominieck? — cuestionó aquella mirándome directamente a los ojos.

— Las pruebas que querías.

Con detenimiento me puse a observarla, quería ver que ella estaba dispuesta a decir o incluso a fingir tras haberla finalmente agarrado en su propio juego, pero, sin embargo, la vi girar la imagen con detenimiento, en tanto sus ojos se abrían de par al tiempo que de ellos empezaron a brotar lágrimas desconcertantes para mi mientras que obstante en las esquinas de su boca se formaba una delicada sonrisa.

— ¿De dónde sacaste esto?

— Martin la tenía en una de sus repisas, mientras estaba rondando por su despacho la encontré.

— Hacía tiempo que no la veía, esta foto fue tomada precisamente cuando se cumplió el primer año de yo llegar a vivir con ellos.

— Sin dudas te veías tan feliz y sin ninguna preocupación junto a Aerdmond y a Sonn en esa foto, lo sé porque Lombardi me dijo que precisamente la pequeña eras tu.

La sorpresa tras escucharme se dibujó en el rostro de Emma casi de inmediato y mientras aquella miraba tal imagen no pude evitar notar como el nerviosismo se hizo en ella.




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