Destinos entrelazados: El Alfa y la Omega

El camino a elegir

Este día ha sido más que atroz, la sobrecarga emocional que ha descargado este sobre mí debido a cada uno de estos eventos no tienen precedentes ya que han sido muy consecutivos, tanto ha sido el caso que no se me ha dado siquiera el tiempo de digerirlos completamente cada uno de manera individual y así entenderlos debidamente.

Todo ha sido un completo caos, la odisea misma de una historia sin fin.

La vida misma de por sí es muy complicada y difícil de lidiar con todas sus altas y bajas que a veces nos frenan de golpe mientras que sumado a esto se presentan tropiezos sorpresivos que en tanto de la nada conforman un cúmulo de incongruencias que detienen nuestro camino y sin dudas esto no tiene mucha diferencia.

En tanto mientras me encuentro aun allí acomodada sobre las raíces de aquel árbol con las rodillas levemente recogidas intentando analizar cada uno de los acontecimientos y así entender porque todo ha ocurrido de golpe sin darme un respiro y lo peor sin poder dar marcha atrás, con cual rabia contempló al hombre que tengo ante mí.

Desde hace un momento donde Dominieck prácticamente se volvió loco de ira cegado por sus dudas yazco acomodada en aquel rincón completamente en silencio tras verlo actuar de aquella manera, debido a que el miedo que ya de por sí experimentaba se convirtió en espanto y horror por lo cual sentía que no debía de hacer ni el más mínimo movimiento luego de que finalmente ambos nos tranquilizamos por nueva vez.

En tanto analizando bien la situación al verle de reojo de vez en cuando frente a mi para ser sincera se me hace difícil de digerir sus palabras y no me acostumbro a la sola idea de pensar que Dominieck comparte tales lazos con los abuelos pues la diferencia entre los mismos es sumamente desconcertante.

La nobleza y serenidad con las que los abuelos acostumbraban a llevar el ritmo de la vida no puede siquiera compararse con el ritmo tan caótica que Dominieck ostenta en su sola existencia llena de lujos y problemas creados por sus propias manos e intereses.

Ante todo, debo de ser sincera de que yo no tenía conocimiento alguno al respecto de que aquellos dos tuvieran tal descendencia, la existencia de su hijo fue algo que sobre todo guardaron en secreto incluso de mi persona, por tanto, saber del mismo y de que precisamente me encontraba ante él se me hacía algo imposible de creer.

— ¡Emma! — replicó aquel una vez se acercó a mí al notar que no recibía respuesta alguna de mi parte al encontrarme yo muy sumergida en mis pensamientos hacía ya un buen rato.

Acercarme a aquel por el momento no era precisamente una opción y menos después de lo ocurrido, así que tras ver como pretendía dirigir sus manos hacia mí me hice hacia atrás tras sentir un evidente halo de miedo ligado al pánico que me consumió casi de inmediato obligándome de tal manera este a rechazarlo en el acto.

Lo mire y era inevitable no dejar salir de mí el horror mismo de forma visible para que fuera contemplado por sus propios ojos pues para aquel momento Dominieck para mí era el peor monstruo que había pisado la faz de esta tierra claro está mirándolo desde una perspectiva, aunque la verdad se encontraba muy por debajo de la atrocidad que conforma mi querido progenitor pues sin dudas y lo he de decir hasta ahora no ha existido nadie en este mundo que me haya lastimado tanto como él.

Dominieck estaba completamente absorto, para nada pensaba que aquello terminaría de aquella manera tan atroz y que mucho menos ambos solo seríamos víctimas de las propias circunstancias que se formaron ajenas a nuestro conocimiento; los dos nos encontrábamos indiferentes a tales sucesos y eso sin dudas era lo peor, pues no había nada según lo que suponíamos que nos pudiera unir de manera tan deliberada, pero grave error.

Al final de cuentas la suposición reino dando a entender de que sin dudas después de todo esto la convivencia entre los dos se volvería extremadamente agobiante y un tanto estresante pues él se había encargado de que yo pensara lo peor respecto a su persona, lo que dejaba a la vista la gran posibilidad de que nada bueno sacaríamos ambos de todo esto.

Aquel me miró mientras en su rostro se podía notar un evidente pesar en tanto tras aquel descubrir mi evidente incomodidad podría decirse que por un momento Dominieck se compadeció, pues quizás y digo quizás aquel se había dado cuenta había llegado muy lejos dejándose cegar de su impulsivo comportamiento.

— Lo siento, sé que me excedí y que no debí de reaccionar así, pero saber de tal forma que mis padres pueden andar, así como si nada por ahí despertó sentimientos que se mantenían muy dormidos en mí.

— Con un lo siento no resolverás nada y lo sabes — dije al tiempo que llevaba mis ojos hasta el lado izquierdo en un intento de evadir su mirada.

— Y bastante bien, pero lamentablemente ya lo hice y aunque tales palabras no cambian nada, es un comienzo no lo crees, pues estoy seguro de que si estuvieras en mis zapatos tu sin dudas harías lo mismo.

— Hay esta tu grave error, suponer que yo soy igual que tú y eso solo te sumerge en la ignorancia, tus pensamientos y los míos nunca se asemejarán, por tanto, ni tus miedos ni los míos podrán siquiera parecerse, ahora bien, lo que tú has vivido por la ausencia de Aedmond y Sonn no es nada comparado con los problemas a los cuales los demás que te rodean tienen que enfrentarse.

Exclame aquello como una auténtica verdad sintiéndome orgullosa de lo mucho que he luchado para hoy poder decir que sigo viva tras ser consciente de que sin dudas yo soy el vivo ejemplo de cuando la muerte intenta atentar contra una vida y falla en su cometido.

— No seas así Emma, más sin embargo entiéndeme, yo he vivido un infierno desde que todo empezó, me quedé sin padres a temprana edad y he sido muy desdichado en este mundo aún más que solitario, no obstante, he luchado por hacer todo lo mejor que puedo, aunque es evidente de que no suelo tomar a veces las mejores decisiones.




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