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La maldita chapa de la puerta se atoraba al girar la llave. Daphne resopló de frustración, harta de su mala suerte mientras golpeaba con su hombro el obstáculo atrancado y casi cayó al suelo cuando inesperadamente, la puerta se abrió de un tirón. Tuvo que sostenerse de una mesita antes de que su cara se estampara contra el mango de un paraguas recargado en la pared. 

¡Maldita sea!

No podía recordar un peor día en su vida y eso que sí tenía un largo historial de ellos. Lanzó su mochila lejos, al tiempo que sus pasos agotados la llevaban a la puerta que estaba a un lado de la cocina de su casa.

Entró al pequeño cuarto donde lavaba la ropa y se quitó sus zapatos para meterlos en la lavadora. Carajo. Realmente le gustaba ese par de tenis y casi siempre se los ponía. Miró desconsolada cómo empezaban a girar mientras rogaba fervientemente al cielo que se les quitaran las manchas de fango.

¡Estoy hasta la madre de ese cabrón!

No bastándole el ser maleducado con ella, la había salpicado con su auto al salir de la escuela.

¡Jodida puta mala suerte!

El muy imbécil conducía un gran auto creyéndose Paul Walker y manejaba peor que los tres chiflados.

Fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua mientras miles de cosas pasaban por su cabeza. El acero del refrigerador reflejó su figura y ella no pudo evitar sentirse aún más miserable.

Estoy hecha una mierda.

Y todo se lo debía al idiota que apenas había conocido esa mañana.

Alexander Maxwell.

Uff. ¿Cómo podría haberme imaginado que aquel tipo iba a resultar ser el hermano de Brandon? 

Masajeándose las sienes, repasó cómo se enteró de ello en su cabeza.

***************

Era la salida después de clases cuando ella y Lorraine se habían dirigido al estacionamiento. Daphne localizó la figura corpulenta de Brandon al salir, a poca distancia de ellas. Estaba parado en la acera.... platicando con ÉL.

El atractivo grosero chico de ojos grises.

¿Pero qué rayos...

Sintió curiosidad al ver a los dos juntos y miles de preguntas empezaron a bombardear su cráneo.

¿Acaso se conocen?

Parecía ser que sí.

¿Serán amigos?

Por la forma seca en que se trataban al charlar, creía que no mucho.

Brandon miraba al joven de ojos grises con una mueca de desagrado cincelada en su rostro y éste se la devolvía con igual irritación y enfado.

Vamos, al menos mira el lado bueno, pensó. No sólo se porta grosero contigo.

La fuerza de aquella mirada gris, aunque no estaba dirigida a ella, hizo que se encogiera intimidada. Resultaba impresionante observar unos ojos que tuvieran tanto odio en ellos.

Lorraine también observaba a los muchachos y ninguna podía decir palabra, al igual que la mayoría de las personas en el estacionamiento. De todas maneras, parecía que ninguno de los dos chicos se percataba de la atención que estaban recibiendo.

Cruzaron un par de palabras entre ellos y al final, esos ojos grises se perdieron de vista cuando aquel sujeto se metió en su auto y Brandon se alejó, caminando airadamente hacia donde ellas estaban.

–¿Quién es él? –le preguntó Lorraine apenas se acercó.

–Alguien de quién verdaderamente no quisiera hablar –dijo Brandon, cortante. El Lamborghini negro chirriaba sus llantas en ese momento, maniobrando para poder salir.

–¿Por qué? ¿No se llevan bien?

Él arrugó aún más el ceño.

–No especialmente. Mi hermano y yo no solemos congeniar seguido.

–¡¿Tu hermano?! –inquirió Daphne incrédula.

En esos instantes, el Lamborghini pasó frente a ellos con los neumáticos quemando sobre el pavimento. Atravesó un charco de agua estancada que estaba justo frente a Daphne y llenó de lodo sus zapatos, sus jeans, la parte baja de su blusa e incluso algunas gotas le cayeron en la cara.

"¡¡****************!!"

Lorraine se puso como loca tratando de arreglar el desastre que era su ropa mientras Brandon pedía disculpas una y otra vez en nombre de su hermano, pero nada de eso le importaba a Daphne. Se dejó arrastrar por ellos hasta su auto, permitiéndoles hacer o decir lo que quisieran, al tiempo que sus ojos permanecían fijos en un punto negro que se alejaba a gran velocidad.