Morgan llega a su casa furiosa, y su madre se acerca a ella para intentar calmarla pero no le funciona.
-Morgan… debemos hablar hija.
-¿Y de qué quieres hablar? ¿De tu pésimo gusto en ropa o en hombres? No creas que no me di cuenta que espías al nuevo vecino –hace una mueca para indicar su obviedad- tu nunca corres en las mañanas.
Morgan deja a su madre y se va a su cuarto, su madre va por un libro de pasta dura que se veía viejo y no solo por el polvo que tenía encima.
-Morgan abre la puerta.
Morgan la abre.
-¿Qué quieres mamá? ¿No ves que mi novio ya no me quiere? –hace un gesto de tristeza.
-Ay nena eso es algo tan típico a tu edad, pero ¿sabes que no lo es? –alza su libro y hace una sonrisita.
-¿Libros? No puede ser… adiós mamá –intenta cerrar la puerta pero su mamá lo evita.
-No es libro cualquiera Morgan, es mucho más que eso.
Úrsula empezó a contarle a Morgan una historia, que llevaba al origen de ese polvoriento libro.
“Hace muchísimos años existió un tipo de personas que poseían dones, pero no eran simples dones, eran especiales y eso convertía a estas personas en seres especiales, superiores a personas comunes…”
-¿alienígenas? –pregunta con sarcasmo la hija.
-No Morgan, algo más especial no espacial… los Bern fan natuer.
-¿los…que? –Morgan estaba confundida y tomaba a loca a su madre.
-¿Qué acaso no te enseñan idiomas en esa escuela? –preguntó indignada la mujer.
-Si pero no presto mucha atención –levanta sus cejas.
-Los Bern fan natuer o hijos de la naturaleza en español, son esos seres especiales que tenían dones…mágicos.
-Ay, ahora me vas a decir que nosotros somos brujas –remira sus ojos.
-¡Cielo santo! No –a Úrsula le desagrado oír eso- ¿no recuerdas el cuento que te contaba tu abuela de niña?
-Si más o menos, ¿pero qué tiene que ver eso?
-Bueno Morgan, a veces los cuentos son más reales de lo que crees –abre el libro.
Úrsula empieza a señalar cosas en el libro, y explicar la relación de su historia con el cuento.
“Los Bern fan natuer también eran conocidos como Quiurikanays, por ser hijos de la naturaleza según los ancestros, ellos poseían dones que les permitía manipular los elementos naturales, los básicos al menos como el agua, la tierra, el fuego y el aire; se originaron principalmente en tribus pequeñas que con el tiempo se extendieron por todo el mundo, eran seres buenos y bondadosos, los humanos convivían con ellos incluso pero desafortunadamente otros seres empezaron a existir…”
-La abuela me contaba que, unas criaturas malvadas pero con “ciertos poderes” –finge creer la historia- destruyeron a todo una especie solo por ser diferentes a ellos.
-Así es, estas criaturas eran distintas, no controlaban los elementos naturales, ellos manipulaban cualquier cosa incluso a personas con solo desearlo.
-¿y estas criaturas son…? –Morgan ya estaba intrigada.
-Brujas.
-¿Cómo las que vuelan y tienen verrugas? –Morgan vuelve a su sarcasmo- Si claro.
-Sabía que no estarías lista para esto, eres tan…
-¿Tan qué?
-Olvídalo Morgan, me equivoqué.
-¿Ahora de que hablas?
-Creí que quizás tu…podrías ser un Quiurikanay, pero veo que no.
-¿Qué te hizo pensar eso?
-¿No crees que es raro que una tormenta salga en pleno sol?
-Pff… no, eso pasa siempre.
-¿En nuestra casa? –Úrsula abre mucho sus ojos al levantar sus cejas.
-Bueno… -Morgan empieza a dudar sobre si es mentira toda la historia.
-¿Te ha pasado cosas que tengan que ver con algo de esto Morgan? –preguntó con mucha seriedad.
-Ah… -dudó si decirle o no- ¡claro que no! –mintió.
-De acuerdo –fingió creerle.
Morgan se quedó sola en su cuarto pensando en lo que su madre le contó y empezó a cuestionarse si era verdad porque de ser así ella podría ser uno de esos seres.
En la casa de Alex, las cosas tampoco iban de lo más normal, cuando llegó las cajas de su cuarto están completamente vacías y el cuarto ya estaba arreglado, sin embargo creyó que su padre pudo haberlas acomodado aunque eso no la dejó tranquila.
Su padre iba entrando a la sala, acababa de llegar.
-Oh Alex, me sorprende que estés aquí.
-Vivo aquí –dijo con un tono algo grosero.
-Si…pero pensé que estarías en ese lugar donde compraste la pizza ayer, es un club me parece.
-Si pero… preferí quedarme en casa… ¿te parece bien? –Alex veía la televisión así que no miraba a Francisco.
-¡Eso es fabuloso! –dijo con felicidad su padre.
-¿te parece? –el tono de Alex se oyó más alegre hasta que volteó.
-Podrías decirle al Sr. Esquivel que estaré ahí en un rato, voy para allá –cortó su llamada. Francisco nunca le contestó a Alex, todo el tiempo estuvo al teléfono- Alex deberías conocer el lugar, salir con amigos, eso te haría bien.
-Si eso sería fabuloso, ¡si tan solo tu hija tuviera amigos Francisco! –le gritó molesta Alex, luego se fue a su cuarto.
-Dejé dinero en la mesa para que te compres algo de comer –dijo antes de salir.
La relación de Alex y su papá nunca ha sido buena, y era verdad lo que dijo, no tenía amigos no porque no quisiera sino porque nunca le duraban, los Johansson se mudaban mucho por el trabajo de Francisco.
-¿Para que quisiera amigos si siempre mudo? Es una pérdida de tiempo –dijo Alex en voz alta para sí.
Alex estaba aburrida así que decidió ir al Starclub, pero al salir se topó con alguien.
-¿Qué haces aquí? –preguntó con mal tono la chica.
-Hola… ah… solo pasaba por aquí y…-Alex lo interrumpió.
-Vives en frente –alza su ceja.
-Sí, buen punto, quería hablar contigo sobre lo de hoy.
-No tengo tiempo –iba a cerrar su puerta y seguir su camino.
-Es solo un segundo Alex –dijo Daniel ya un poco serio.
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Editado: 01.08.2023