Destrucción de reyes y reinas

CAPÍTULO 2

—Mit, como alguien se dé cuenta que estuve fuera, ten por seguro que cortarte el cuello, será el menor de tus problemas. —Una suave risa se escucha a mi espalda y yo imito esa acción.

—Deja de amenazarme, Kianna, soy tan culpable como tú de andar haciendo estas estupideces y la única razón por la que hago esto, es porque te tengo más miedo a ti, que a tu jodido padre.

¿Qué sería de mi vida sin Mit?, pues exactamente igual, buscaría cualquier forma de escaparme de este lugar, aunque sea por unas horas, aunque mi padre envíe a su escuadra a buscarme por todos lados.

—Yudith, no te vio ¿Verdad? No la quiero tener encima preguntando si estuve con el estúpido príncipe, no sé cómo te puede gustar mi hermana, sabes que la quiero, pero cuando se trata de chicos es una completa tonta.

Un bufido escapa de sus labios y me da un empujón por la espalda.

—Deja de meterte en mi vida y en la de tu hermana.

—Joder tu vida es mi pasatiempo favorito y respecto a la de mi hermana, dejare de joderla cuando ella deje de joder la mía. Ahora cállate y cerciórate de que los guardias no estén rondando estos lados.

—Como usted ordene, princesa —se adelanta varios pasos por sobre mí y después de unos minutos me hace una señal para que me dirija a su lado —. Todo está despejado, nos vemos mañana.

Me despido con un leve asentimiento y subo las escaleras, en el camino me despojo de la capa y la cuelgo de mi hombro, estoy por abrir la puerta de mi habitación, pero una voz me detiene.

—¿La princesa zorra se cansó de ser el juguete? —Cuanto amor, Yudith está de pie a un lado de su habitación apoyada en la pared con los brazos cruzados aniquilandome con la mirada.

—Lastimosamente ese príncipe no me puede satisfacer.

—En realidad nadie puede, ¿acaso olvidas que estás maldita? —No puedo darle el gusto de que me vea vuelta mierda y por supuesto que tampoco quiero volverla mierda con un comentario, sé que está dolida por toda esta situación en la que me metió mi padre, pero lastimosamente yo no voy a pagar por los errores de otro y mucho menos voy a permitir que ella me hable de esta forma.

—¿Y tú olvidas que eres una bastarda? —¿Te había dicho que olvidaras esa palabra? Pues bien, retiro lo dicho.

Su rostro palidece y la mirada que me da me debilita por un momento, no quisiera aceptarlo nunca, pero en el fondo sé que ella es mi debilidad, siempre lo será.

Se recompone de su momento de debilidad y se acerca para hacer lo que mejor le sale en sus peores momentos, golpearme.

Antes de que su mano se pose en mi mejilla, la voz dura e imponente de mi padre resuena en el largo pasillo.

—Ni se te ocurra tocarla, sabes lo que te haría, Yudith —odio verla de esa forma, tan asustada, tan débil, tan fuera de sí, el terror que se ve en sus ojos me hace querer gritarle para que no se deje amenazar de esa forma.

—Y tu defiéndete de esa bastarda, Kianna, recuerda que pronto serás la reina de todo Draguens —se acerca para quedar a mi lado, sonríe con egocentrismo y apoya su mano en mi hombro —. Y por supuesto me nombrarás como el rey regente.

—No le hables así, sabes que odio que la trates de esa forma —lo observo fijamente —, vuelve a hablarle una vez más así y todos tus planes se irán a la basura.

El desafío en la mirada de mi padre hace que levante mi barbilla, él no puede doblegarme.

—Ven conmigo, el príncipe Klaus, está en el salón principal esperándote.

Cierro mis ojos a modo de incomodidad, de reojo observó a Yudith y su rostro se ve completamente enfadado, me mira fijamente y sé que quiere decir esa mirada.

Ni se te ocurra bajar.

Odio estos momentos, papá sabe que a Yudith le gusta el príncipe, aun así, no pierde la oportunidad en hacerla sentir miserable con cosas como estas.

—Aún no he tomado un baño —se que son las siete de la mañana porque es la hora en la que regreso del bar, algunas veces más temprano cuando no quiero intimar con nadie, ¿pero en serio tiene que madrugar tanto?

—Pues apresúrate —le doy la espalda para entrar a mi habitación, cuando su voz me detiene —. Yudith, ayuda a la princesa.

Ni siquiera es capaz de decir a tu “Hermana”. No entiendo como puede ser tan desagradable. Una sonrisa fingida se posa en el rostro de Yud y se acerca a mi lado para cruzar su brazo con el mío.

—Bajará pronto padre —el rey revolotea los ojos y la observa de arriba abajo.

—Más te vale que la trates bien, no quisiera encerrarte.

—No lo harías, Krumber.

Su boca se abre para replicar, pero rápidamente jalo a Yud para después cerrar la puerta de un golpe.

—En vez de reñirme tanto y golpearme a tu antojo, deberías hacerle frente para que no te trate de esa forma.

Por esta vez no me replica, simplemente se dedica a llenar la tina de madera y me meto en esta cuando está por la mitad, enjabono mi cuerpo y Yud acomoda mi cabello en una trenza.

Una vez salgo de la tina, me enfundo en un vestido color hueso, uso unos zapatos del mismo tono y me poso frente al espejo para arreglar mi rostro y darme un poco de color.

—Te ves muy bonita —nunca ha sido fácil mi relación con ella, siempre estoy esperando algo de ella, es la única que puede tratarme, literalmente de cualquier forma.

Puede gritarme, golpearme, oprimirme, pero también puede consentirme, halagarme y yo por algunos momentos soy completamente feliz.

—Gracias.

Me dirijo hacia la puerta y puedo sentir su mirada fija en mí, ¿qué debería decir? No puedo simplemente joder a mi padre para hacer feliz a mi hermana, algunas cosas van más allá de sus caprichos, sé que mi padre está pasando por momentos difíciles respecto a la economía del reino, algo malo ha de estar haciendo para mantenerlo subsistiendo por estos momentos. Doy una mirada hacia atrás y Yud está viendo por la ventana, no parece una mujer adulta que me lleva siete años de diferencia, la miro un momento más y salgo de la habitación rumbo al salón.



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En el texto hay: amor, fantasía drama

Editado: 15.10.2024

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