Destrucción y Caídas

Capítulo 6: Fuerza y Poder, Sniy.

    Falith tuvo que quedarse a dormir en el palacio para que le enseñara todo el reino a Sniy. A la mañana siguiente, Falith fue la que se había despertado primero. Se sentía en casa, decía. Fue hacia la habitación de Sniy, le toco varias veces la puerta para que se despertara, al no tener respuesta alguna, decidió entrar. Miro a Sniy aun dormido, se acercó a él, le dijo en la oreja que ya era tarde, tenían que irse. Pero no se despertó, así que Falith le dio un beso en la mejilla y después le dio una cachetada. Claro, no tan duro, Sniy se levantó rápidamente muy asustado, miro a su alrededor y vio a Falith sonriendo.

    —Te quedaste dormido, tenemos que irnos ya —dijo Falith—. Si no, no nos dará tiempo de pasear por todo el reino. 

    —Pero no era para que me dieras una cachetada —dijo Sniy—. ¡Me dolió!

    —Lo lamento, pero es que no despertabas, de una u otra forma tenía que despertarte —dijo Falith.

    —Deja me cambio y nos vamos —dijo Sniy.

    Falith asintió, salió de la habitación. Sniy tardo pocos minutos en levantarse, se cambió de ropa, salió de su habitación, Falith lo esperaba sentada aun lado de la puerta.  Ambos fueron a desayunar. Una vez habían terminado, fueron a dar un paseo, parecía una cita. Galvan le había deseado un buen viaje, y que se portara bien. Sniy le prometió que se portaría bien, si no Falith lo iba a castigar.

    Ambos bajaron por las escaleras de la izquierda, eran más grandes que las escaleras de la derecha. Pasaron a casi todas las tiendas que a Sniy le parecían interesantes. A varios parques, compraron golosinas. Ya comenzaba a anochecer, así que Falith llevo a Sniy a una pequeña colina casi a al final del reino, llegando a las murallas. En la colina se podría apreciar al mar. Las murallas le daban un toque de que nunca ibas a estar allí, y que anhelarías poder estar allí. Era como estar en una prisión. A Sniy le había encantado estar allí. Minutos después decidieron irse al palacio. Ya eran muy noche cuando llegaron, cenaron un poco. Fueron a dormir. Al día siguiente Sniy se iría Pelglis.

    Sniy al terminar de desayunar fue a la habitación de Haise. Al llegar toca su puerta, pero no responde. Así que decidió irse. Se despido de Falith con un beso en la mejilla, y le agradeció por estar con en el viaje y ayudarlo y entrenar.

    —Y lo más importante —Sniy agarro las manos de Falith y le sonrió—. Gracias por haberme enseñado la ciudad, y llevarme a esa linda colina.

    —Me alegro de que te haya gustado, así que vuelve cuando quieras —dijo Falith dándole un beso en mejilla.

    Galvan y Sniy se habían marchado. A la noche del tercer día de su salida de Iris. Comenzaban a llegar a Pelglis, las luces del reino ya comenzaban a verse. Galvan al llegar a Pelglis le dijo a Sniy que a la mañana siguiente lo esperaba en el campo de entrenamiento. 

    Al día siguiente ya en el campo de entrenamiento, Sniy llego tarde. Galvan lo estaba esperando cerca de donde está el cuarto de armas. Se levantó cuando vio a Sniy de lejos. Galvan comenzó a quitarse la túnica azul que llevaba puesta. Tenía debajo unos pantalones negros y una playera de manga larga negra, ambas prendas le quedaban muy ajustadas por la gran musculatura que tenía. Sniy se sorprendió al ver a Galvan sin la túnica. 

    —¿Ya tienes tu ropa iriseana? —preguntó Galvan.

    —No, aún no —respondió Sniy—. Cuando fuimos a Iris le pedí al señor Midhir que me la hiciera, pero cuando veníamos de regreso aún no la había hecho. Y dijo que en cuanto la tuviera terminada me la iba a mandar.

    —Muy bien, solo por estos días entrenarás con la túnica —dijo Galvan.

    Ese día Sniy llevaba puesto una túnica negra con blanco. Había comenzado el entrenamiento de Sniy, estaba utilizando dos espadas de madera. Aún era lento ante varios de los movimientos de Galvan. Pero trataba de evadirlo. Los entrenamientos al principio eran suaves y fáciles y después Galvan iba intensificándolos más para que Sniy se fuera acostumbrando al uso de sus espadas, fuera más hábil con ellas.

    Los días pasaban, Sniy cada vez iba mejorando, muy rápido, más de lo que Galvan esperaba. Con la ropa iriseana se movía mejor. Era aún más ágil. 

    La noche del veintiséis de agosto Galvan y Sniy terminaban de entrenar, fueron juntos al palacio, fueron a cenar. Morían de hambre. Ya en la mesa, Galvan comenzó a Hablar con Sniy, lo elogiaba y estaba orgulloso de él por el gran rendimiento que estaba dando. Siguieron hablando por varios minutos, comían y hablaban.

    —¿Ya conseguiste quien te llevara a Ravenlyn?

    —No, todos estarán ocupados para ese día —respondió Sniy.

    —Aún te falta a una por preguntarle —dijo Galvan sutilmente.

    Sniy no sabía de quién estaba hablando de quien hablaba Galvan.

    —Que yo recuerde, le he dicho a todos, incluso el señor Yunt me dijo que si me esperaba hasta el dos de octubre me iba a llevar —dijo Sniy—, pero le dije que era obligatorio irme el seis de septiembre. 

    —Te falta por preguntarle a Sedna Neish —dijo Galvan—. Ella regresará mañana, así que le puedes decir a ella.

    —La Joven Navegante —Sniy frunció el ceño—. No creo que sea una buena idea. Es muy joven para ser una capitana.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.