Al despertar, Haise sintió un gran dolor de cabeza, quedó sentado dónde estaba. Trataba de analizar lo que sucedía a su alrededor. «¿Dónde me encuentro?» pensó. Miro nuevamente a la gran ventana que vio cuando paso el portal y antes de que se desmayará. Se acercó a la ventana, miro una gran ciudad extraña para él. Todo era de metal. Había cosas que volaban. Algo que él no conocía. Los que vivían ahí eran extremadamente grandes a comparación de él. Era extraña y hermosa a la vez aquella ciudad.
—¿Acaso estoy dónde viven nuestros creadores? —dijo para sí mismo.
Volteó rápidamente al escuchar un sonido extraño, como si del viento se tratara. Vio como una gran puerta se empezaba a abrir. Entro un hombre tan alto y musculoso. Llevaba puesto una armadura negra. Sus cabellos negros y ondulados eran lo que más llamaban la atención. La armadura lo hacía ver tan intimidante. Se acercó a la mesa que estaba cerca de la puerta. Ignorando a Haise. El gran hombre miró hacia la ventana, pensando que había algo o alguien. Y así era. Vio a Haise horrorizado y con mucho miedo.
—Has despertado —dijo el gran hombre—. Es un gusto tenerte aquí. Estábamos esperando tu llegada. A pesar de que tardaste más de lo que habíamos especulado. Pero que importa que tanto hayas tardado, lo importante es que estás aquí. En la ciudad de Cyler.
Haise miro al gran hombre, no sabía qué decir. Estaba tan asustado de estar allí. Segundos después hablo.
—¿Me esperaban, a mí? —exclamo—. No quisiera creerle, es algo absurdo. Y no confiaría en usted. Solo estoy aquí, porque…
Haise recordó todo lo ocurrido en Celestil, con el rey Lewis. Bajo la cabeza, le salieron algunas lágrimas. No paraba de pensar que todo lo que acababa de ocurrir había sido por su culpa.
—Entiendo que te sientes mal por todo lo que ha pasado en tu mundo, pero no es una razón para que no quisieras ser feliz en nuestra ciudad —dijo el gran hombre—. Con nosotros estarás seguro, te vamos a proteger.
Al terminar de decir eso. Se escuchó el sonido de la puerta abrirse. Entro una joven, su cabello negro y sus ojos cafés eran hermosos. Haise al mirarla recordó a alguien de Ravenlyn.
—Las tropas se han ido a sus misiones, solo la tropa principal se ha quedo para recibir su orden —dijo la joven—. Balion y yo también esperamos su orden.
—Muy bien, ve a llamar a Balion, Deror y tú también ven con ellos —dijo el gran hombre—. Diles que es algo urgente.
La joven salió. Haise había visto detenidamente a la joven. Creía que era alguien de Celestil. El gran hombre lo miro.
—Para que no estés tan preocupado y no me tengas miedo, me voy a presentar —dijo—. Soy el rey de esta ciudad. Mi nombre es Hodens Giates, me puedes decir Hodens. Soy un gigante. Mi raza te va a cuidar como ya te lo he dicho. Estarás a salvo con nosotros.
—¿Quién era la que vino hace unos momentos?
—¿Te refieres a Jolin? —pregunto el rey—. Pues ella es una belderiana. O como tú los conoces, una ravenliana. Ella y Balion, con otros cuatro seres, llegaron aproximadamente hace quinientos años. Los otros cuatro eran quilkers y dilirenses o irinenses —Hodens miro a Haise, él no entendía muy bien lo que le decía—. Creo que será mejor que te hable como ahora hablan los de tu raza. Con Jolin y Balion vinieron otros dos magos y dos iriseanos. Pero ellos ya han muerto. Claro está que los magos y los iriseanos no viven muchos años.
Los tres entraron al cuarto. Deror estaba un poco molesto. Balion estaba emocionado y Jolin, pues ella no tenía expresión alguna.
—Viejo, ¿qué es más urgente que ir a Marte? —dijo Deror.
—Él —dijo el rey Hodens señalando a Haise—. El príncipe Haise. De ahora en adelante será nuestro huésped. Como lo son Balion y Jolin.
—Solo para eso me has hecho venir, he dejado a mi escuadrón únicamente para que me digas que tendremos a alguien más viviendo aquí.
—Sí, y lo vamos a proteger hasta que él muera. No lo dejaremos solo —dijo el rey—. Y como tú eres el coronel de las tropas y de los escuadrones. Tienes que saberlo, ahora será tu obligación protegerlo, incluido a Jolin y Balion, y sí, yo también si es que lo estabas pensando.
—¿Ahora ya me puedo retirar?
—Sí, puedes hacerlo —dijo el rey a Deror. Miro a Jolin y a Balion—. Ustedes dos, llévenlo a su habitación y después denle un paseo por toda la ciudad —el rey miro a Jolin, ella sabía lo que significaba esa mirada.
Los tres salieron. Al igual que con Jolin, Balion se le hizo conocido a alguien de Ravenlyn. Minutos después lo llevaron a Haise a su habitación, no estaba muy lejos del cuarto en el que estaban. Haise entro, miro toda la habitación. Minutos más tarde, salieron a dar un paseo por la ciudad. Le dijeron todo lo que sabían de la ciudad a Haise. De cómo fue que los trataron cuando llegaron. Pasaron por parques, bares y salas de videojuegos. Haise, después de pasar por la sala de videojuegos, le pregunto a Jolin si es que tenía una hermana.
—No, al menos así lo recuerdo —dijo Jolin— Han pasado como unos quinientos años desde que hemos llegado aquí. Es muy posible que mi madre haya tenido a otro hijo luego de que pasáramos el portal. ¿Por qué lo preguntas?