Destrucción y Caídas

Capítulo 14: Un Prisionero, Haise.

El cuarto estaba oscuro y frío. Tenía los brazos adoloridos por tenerlos arriba, las cadenas eran muy cortas y cada que se sentaba tenía que levantar los brazos. Los grilletes eran pesados para él. La herida del pecho había sanado más rápido que la de su brazo izquierdo. Cuando se sentaba sentía que el brazo izquierdo se le iba a desprender del cuerpo, el dolor era insoportable. Cada siete horas le iban a dejar comida y aguamiel o leche de amapola para aliviar el dolor. 

       —Hagan más largas las cadenas, así no tendrán que venir siempre a darme de comer ni de beber lo que me traigan, lo puedo hacer yo solo.

       —Son órdenes del rey —respondió un Hombre—. Si fuera por nosotros te dejaríamos sin comer por días. 

       —Además, te tratamos como lo hacen en tu mundo —añadió otro.  

       No dijo otra palabra.  Cuando los dos hombres salieron, el cuarto volvía a ser frío, oscuro y con un silencio aterrador. Las horas pasaban, Haise no sabía cuantos días llevaba ahí. Pasaba mucho frío y comenzaba a ponerse flaco. 

        El sonido de la puerta lo hizo despertar, la luz que se metía al cuarto, le lastimo los ojos. Pareció reconocer al Hombre y a su acompañante. Le puso la bandeja de comida en el suelo, Haise la miro. «Lo mismo de siempre» pensó. 

         —¿Te importa mucho si prendo las luces? —pregunto el Hombre— ¿O prefieres que encienda una antorcha para que te sientas como en casa?

         El hombre solo comenzó a reírse al igual que su acompañante. Las luces se habían encendido. La habitación era blanca con el suelo gris. Haise cerró los ojos, le lastimaba un poco la luz. Aunque para Haise todo era gris. «Siempre pensé que era un calabozo como los de Iris». Las cadenas se hacían más largas, Haise sentía mucho alivio. 

          —Así te sientes más cómodo, ¿no? —dijo el rey Jaeck—. Come, han pasado tres días desde que has comido. 

          —Entonces solo ha pasado poco tiempo desde que me tienen prisionero.

          —No, solo han pasado tres días desde la última vez que comiste —indicó el rey—, han pasado ocho meses desde que estás aquí encerrado. Ocho meses que no han venido por ti, aquellos que juraron protegerte te han abandonado. 

          —¿Cómo sabes que juraron...

           —… ¿Protegerte? —el rey miro a Haise que mostraba una cara de decepción—. Dengep me lo dijo, él no acepto hacer el juramento, después de eso vino a mí. 

          —Ese maldito traidor —exclamo Haise—. Como es posible que el rey Hodens lo pudo perdonar. 

          —Y sí que lo es —explico el rey—, es el mejor traidor que he visto y un buen sirviente. En cuanto a Hodens, ¿por qué lo perdono?, no tenía otra alternativa. Deror le suplico a su rey que lo perdonara, ambos hermanos se humillaron y Hodens es un Gigante con un corazón pequeño, muy noble. Ahora ambos se estarán arrepintiendo por haberlo perdonado. Ja, es gracioso que ellos estaban seguros de que Dengep había recapacitado y ya no me servía a mí. 

         —Lo corrompiste —dijo Haise interrumpiendo al rey Jaeck—. Lo llevaste al lado de la mald…

         Antes de que Haise terminara de hablar, Jaeck le dio una patada en la cara.

         —Cállate iriseano estúpido. No sabes lo que dices. 

         Haise se le había formado una sonrisa. Le salía sangre del labio inferior, se había partido. 

          —Ja, ja, ja, ¿acaso ofendí al rey? —Haise volvía a ser el mismo que era en Iris—, no creí que el sirviente del mal se enojara porque le dijeran sus verdades. 

          Haise sintió otra patada en la cara, partiéndole el labio superior. 

          —No voy a tolerar que me hables así mocoso, insolente —el rey se había enfadado mucho—. Pero ya lo entiendo, crees que yo soy el malo, soy el villano de esto y que voy a matar a todos y a conquistar el mundo, el universo.

           —Sí, claro que lo pienso —interrumpió Haise—. Lo eres, estoy muy seguro de eso. 

           —Te equivocas en eso —dijo el rey—, o tal vez no —reflexiono—. La cosa es así, tú y tus amigos los Gigantes piensan que yo soy el villano, el malo y tienen sus razones para hacerlo. También piensan que ustedes son los buenos, los que buscan acabar con el mal, conmigo y mi gente —el rey volvió a mirar a Haise, él no sabía qué decir —. En cambio, mi gente piensa que ustedes son los malos, los villanos. Los que intentan hacernos daño y matarnos, que nosotros somos los buenos tratando de protegernos de ustedes. Ahora dime Haise, ¿Quiénes son los verdaderos villanos? Los que buscan salvarse y protegerse de aquellos que tratan de matarlos o los que piensan que nosotros somos los malos que buscan conquistar todo.

         Haise se quedó pensando en ello. No sabía muy bien que responder. Pasaron varios minutos y Haise no respondía, nadie decía una sola palabra. Se hizo un silencio incómodo. Hasta que llego Ibi buscando al rey.

         —Rey Jaeck, lo buscan en la sala del trono, es algo importante —dijo ella.

         —¿Qué es más importante que esto? —quiso saber el rey.

         —Son noticias de Dengep. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.