Destrucción y Caídas

Capítulo 15: Destrucción.

Haise estaba durmiendo. A fuera hacía mucho ruido, muchos gritos. Sonidos metálicos sonaban a cada rato, hasta que el sonido de la puerta abrirse lo hizo despertar. Esta vez sonó más fuerte que las otra vez veces. Entraron dos figuras con una armadura muy hermosa, una era blanca con negro y otro era gris con blanco.  

         —Levántate, tenemos que irnos —dijo la de armadura blanca con negro. 

         —Tan pronto. Mejor después —dijo Haise—. Aún no estoy listo para partir. 

         —No me importa si estás listo o no. Nos tenemos que ir —se quitó el casco, era Libby—, el tiempo que tenemos es muy limitado, levántate y no nos hagas perder tiempo. 

         Haise hizo de mala gana lo que le dijo Libby. Salió con ellas. Caminaron por un largo pasillo, pasando por otros cuartos grandes y pequeños. Caminaron por diez minutos hasta que llegaron una gran puerta, era la de salida. Al salir, vio una ciudad un poco parecida a la ciudad de los Gigantes. Con casas pequeñas, se sentía un frío poco común para Haise, la piel se le ponía como de gallina. La ciudad parecía apagada, las casas de un color negro y gris no le agrado tanto a Haise. 

         Siguieron caminando, a lo lejos se escuchaban los mismos gritos y ruidos que Haise escucho antes de que lo levantaran. A medida que avanzaban el ruido era más fuerte. Pasaron por muchas casas deshabitadas, hasta que, a menos de cincuenta metros, Haise comenzaba a ver gente. Era mucha, se extendía tanto a lo largo y a lo ancho, estaban formados. Caminaron más, fueron en dirección al palacio. Ahí estaba en lo alto el rey Jaeck. 

         Se formaron junto a un grupo pequeño de Hombres. Estaban escuchando el discurso del rey.

         —… ya cada uno de ustedes sabe lo que debe de hacer. Hemos esperado mucho tiempo para este día, volveremos a ser los mejores. ¡NO DEJAREMOS QUE NOS SUBESTIMEN! ¡TIENEN QUE VENGAR A SU REINA! —todos gritaron, algunos decían “sí”. El rey lucio una armadura resistente, con detalles únicos. Las formas de cada lado de la armadura le daban un toque de realeza, de un rango superior—. Ellos atacarán dentro de dos o tres días, pero nosotros lo haremos antes, lo haremos hoy. Les daremos una sorpresa. No dejaremos que nos pasen por encima, somos superiores a ellos. Hay que enseñarles quienes son los Hombres. Vamos a matar a los Gigantes, a destruirlos. Una vez que lo hayan hecho, nos iremos a la Tierra, ya saben que deben hacer ahí. Usen los portales para irse. Ahora vayan a sus puestos que les corresponde.

         —Esta gente siempre se contradice —dijo en un susurro Haise. 

         Los Hombres comenzaban a dispersarse. Iban a los lugares que les tocaba. Haise se quedó con Libby. Esperando órdenes del rey.

 

         El rey Hodens estaba mirando la ventana que daba a la ciudad. Ahí mismo donde había esperado a Haise. La habitación estaba oscura, con un silencio profundo. Paso ahí mirando la ciudad por varios minutos. Volteo al escuchar la puerta abrirse y ver que Deror entraba. Camino hasta la mesa. Deror seguía en la puerta, segundos después avanzo hasta el inicio de la mesa. 

         —Sigo sin entender por qué nos hiciste jurar protegerlo si no lo iremos a rescatar —Deror llevaba una espada y un subfusil—. No has hecho nada este último año, tú también juraste protegerlo y solo te quedas aquí, todos los malditos días. Eres un cobarde al no querer enfrentarte contra los Hombres, ellos no son nada. 

         —No te atrevas a hablarme así, soy tu rey…

         —Yo le hablo como yo quiero a un cobarde —dijo Deror con gran furia, tenía los puños listos para golpear a Hodens—Tú ya no eres mi rey, dejaste de serlo al dejar solo al pequeño príncipe. 

         —¿Dejar solo a Haise? —el rey Hodens frunció el ceño—. Me lo dices a mí que les hice ganar tiempo para que lo llevaran a un lugar seguro. En verdad vienes a decirme eso cuando yo no lo estaba protegiendo cuando lo secuestraron. Entonces dime quien tiene la culpa de que el este con los Hombres.

         —Cuando desperté y supe lo que había pasado —Deror agacho la cabeza al recordar que no pudo proteger a Haise—, quise ir por él, quise ir a rescatarlo, ¿y qué fue lo que hiciste? Retenerme, no dejaste que fuera por él. Dijiste que no querías problemas con los Hombres, pero ya los tenías. —La voz de Deror se hacía más grave— Ahora debes enfrentarte a ellos o lo harán primero. Nunca debiste confiar en ellos, te traicionaron una vez, lo harían una vez más si pudieran. Iremos a rescatar a Haise y matemos a todos los Hombres.

         —No, nada de guerra, nada de matar, nada de…

         —Eres un cobarde —dijo Deror interrumpiendo a Hodens—, si no iras tú, iré yo. 

         Deror no pudo ver la rapidez con la que el rey Hodens agarro su arma y comenzó a disparar. A pesar de que esquivo la mayoría de las balas, una le alcanzo el brazo traspasándolo. Deror comenzó a sangrar, la mano se le llenó de sangre. Se quedó inmóvil por varios segundos. Hasta que alguien hizo un sonido de asombro y terror. 

          Era Jolin, quien se quedó en shock al ver aquella escena. Ver a los dos Gigantes le atemorizó, aquello era muy diferente a lo que solía ver. No sabía qué palabras decir, abría la boca sin decir nada, solo estaba tartamudeando. 

           —Ho-ho-ho 




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