Destrucción y Caídas

Capítulo 18: Portadores, Sniy.

Todo se veía oscuro, Sniy le costó asimilar todo lo negro que veia a su alrededor. No entendía nada, no sabía si aún estaba acostado. No sentía nada, podía estar parado, sentado o incluso flotando, pero no lo sabía. Todo lo confundía, le dolía la cabeza y el pecho. Minuto tras minuto se preguntaba dónde estaba y que es lo que hacía en aquel lugar.

       Pasaban y pasaban los minutos, cada que veía a su alrededor, que, era todo negro, comenzaba a asustarlo. Había cerrado los ojos, no quería ver la oscuridad, pero fue en vano, seguía viendo oscuro. Solo que él pensaba que cerrar los ojos era mejor. De pronto, sintió el frío invadiendo todo su cuerpo, el cual, a medida que pasaba el tiempo, no lo podía soportar. 

       En un cerrar y abrir de ojos, una ola de calor le llego al cuerpo. El frío comenzaba a desvanecerse poco a poco. Sentía el cuerpo muy raro con esos cambios de temperatura. Al igual que el frío, el calor también invadió todo su cuerpo. 

       «¿Qué es lo que está pasando aquí? —se preguntaba entre sollozos—. ¿Qué tipo de lugar es este?»  

       Antes de que dijera la última palabra y al abrir por fin los ojos, una luz se veía a lo lejos. Era muy débil al inicio. Se estaba acercando y con ella un zumbido insoportable para Sniy. La luz brillaba cada vez más y el zumbido aumentaba su intensidad. Él se tapó los oídos y cerro nuevamente los ojos, no quería ver esa luz brillosa y blanca, mucho menos escuchar ese zumbido molesto. El miedo volvió a invadirlo, no entendía qué estaba pasando. El zumbido cesó, pero un grito descomunal empezó a escucharse.

       ¿De dónde provenía ese grito? ¿Era de él?, muchas preguntas estaban presentes en su cabeza, hasta que se dio cuenta de que él había gritado. Pronto, un fuerte viento hizo que Sniy se encogiera o se hiciera bolita. Estaba realmente asustado, inclusive temblaba por todo lo que había pasado. 

       Se calmó —o eso parecía— cuando el viento dejo de tocarle en cuerpo y escucho unas pisadas. Eran suaves, como si pisaran un algodón y sin tanta fuerza. Sniy escucha a una voz femenina, pronto se dio cuenta de que no era la única ser que estaba ahí, en dirección a él. 

       Las pisadas las hacía el segundo ser. La voz femenina era dulce, suave y muy hermosa para Sniy, incluso más que la de la reina Lafia, había dicho tiempo después. Él trataba de agudizar su oigo para escuchar bien lo que decían. Pasaron pocos segundos para que pudiera escuchar algo. «Mis instintos me dicen que es él...» y volvió a no escuchar nada de lo que hablaban. 

       Cuando estuvieron más cerca de él, escucho de nuevo a la voz femenina:

       —Es evidente que, si él está aquí, justo en el lugar y el tiempo que dicen las escrituras —la voz femenina hizo una pequeña pausa—. Tiene que ser el Tercero de nosotros.

       —El tiempo que permanezca aquí lo decidirá —dijo el segundo ser—. Por ahora, queda esperar que demuestre que es el Tercero, de lo contrario, nunca...

       —Créeme cuando te digo que es él, Samlerth —dijo la de voz femenina. Se acercó a Sniy, se asombró al verlo—. Aunque nunca pensé que fuera un niño. 

       —Al parecer, cuando escribiste todo, no quisiste que nos salváramos —dijo Samlerth—. Pensé que iba a llegar un gran guerrero, alguien fuerte y alguien con la madurez suficiente para sucedernos. Loren, insisto, no creo que él sea el Tercero.

       Loren ayudo a Sniy a levantarse, le dio la mano. Sniy seguía teniendo miedo, veía a los dos seres extraños con desconfianza. Miro primero a Loren, quien vestía un vestido blanco con varias figuras que, para Sniy, tenían formas extrañas; era alguien hermosa, con pecas en la cara. Tenía un cabello cortado por capas, lo hacía ver ondulado. Sus ojos cafés reflejaban la luz de las estrellas, era algo bonito de ver. La luz que reflejaba en ella hacía que Sniy se tapara los ojos. Aunque se fue acostumbrando a esa luz.

       —Tranquilo chico, pronto ya no sentirás la luz —dijo Samlerth—, te irás acostumbrando a ella. 

       —No tengas miedo de nosotros —dijo Loren mientras extendía su brazo—, aquí estás seguro, nada te pasara.

       Loren se acercó a Sniy y lo abrazo, él aún no entendía que era lo que estaba pasando. Los tres caminaron unos pocos metros, hasta que Samlerth hizo un ademán y comenzó a formarse un túnel de luz al frente de ellos. «Sé que eres tú al que siempre he estado esperando, solo no me decepciones, niño —había dicho Loren—. Eres aquel indicado que siempre imagine». Samlerth avanzo primero hasta que llego a la mitad del túnel, fue cuando Loren y Sniy comenzaron a caminar. 

       A medida que caminaban, Sniy notaba como en las paredes del túnel se veían retratos que nunca había visto. También se vio a él mismo en un retrato, era él y sus padres, estaban juntos comiendo en la sala de su casa. Cuando se acercó al retrato, esta comenzó a moverse muy rápido, Sniy podía ver todo lo que pasaba en ese retrato. Sniy cayó de rodillas sollozando, luego agacho la cabeza «¿Por qué tuvo que pasar todo esto?» se preguntó entre susurros.

       —No sé qué es lo que se siente perder a alguien importante. Nunca en toda la vida que llevo aquí, me han acompañado, he estado sola desde el inicio de todo. Hasta hace algunos años que llego Samlerth. No he tenido a alguien importante, pero ahora los tengo —dijo Loren mirando a Sniy que se limpiaba los ojos—. Sé que quieres verlos, quieres poder abrazarlos y sé que ellos también te quieren ver. Solo tienes que confiar en nosotros y...




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