Destrucción y Caídas

Capítulo 20: El Niño, Sniy.

Al despertar, todo volvía a estar oscuro. Volvía a no entender nada, se suponía que debería estar en Celestil. «¿Por qué sigo aquí?», se cuestionó. Trato de caminar, de correr, pero no pudo. Se quedó en el mismo lugar durante varios minutos. De un momento a otro, una ráfaga de viento lo invadió.

       Pensó que una vez más pasaría lo mismo que cuando llego ahí, con los Potadores. El frío apareció una vez más. Aunque ahora ya no sufría tanto como en un inicio, poco a poco la luz aparecía. Iban apareciendo estrellas, unas más grandes que otras. Su alrededor se llenó de mucha luz, ¿qué era toda esa luz?, se preguntaba.  Un poder que nunca había sentido, lo lleno hasta más no poder. Acaso esa luz le daba poder, algo imposible para él, pensó que él, después de los entrenamientos, su poder incrementaba poco a poco. 

       Cuando se empezaba a acostumbrar a esa luz se comenzaba a dar cuenta de lo que estaba viendo. «¿Es real lo que estoy viendo? —se preguntó—. No puedo creerlo, nunca pensé en poder verlo.»

       Sniy cada vez se acostumbraba a luz, todo se volvía más claro para él. Todas esas luces se tornaban de diferentes colores, hasta que todo se detuvo por unos segundos frente él, ¿O él era el que no se movía?, no lo sabía con certeza. Pronto se dio cuenta de lo que veía, todos los universos que hay. Cada punto que veía creía que eran estrellas, pero eran galaxias, agujeros negros. Y más. 

       Él estaba realmente emocionado por lo que estaba viendo, comenzó a creer que se quedaría ahí, para siempre. Quiso cerrar los ojos y al abrirlos de nuevo para admirar todo. Solo que al abrirlos se encontró con una sorpresa. Volvía a estar en una oscuridad eterna, pero esta vez se sentía diferente. Ya no sentía aquel poder a cuando estaba viendo el universo. 

       Pensó que ver el Universo le daba un poder enorme. No tardó mucho en aparecer una nueva luz, esta era blanca. Sniy pudo observar que un camino se hacía frente a sus pies. Aquel camino lo llevaba hacia la luz. Sin darse cuenta comenzó a caminar. ¿A dónde lo llevaría esa luz?, se preguntaba. Miro a su alrededor, todo se estaba desapareciendo, poco a poco todas esas galaxias se apagaban, Sniy no entendía nada. 

       «¿Por qué no entiendo que es lo que está pasando? —se dijo—, si yo lo sé todo o solo me han engañado»

       Al llegar en donde empezaba la luz blanca, se veía una puerta blanca con símbolos raros para él. Algunos de ellos alcanzo a reconocerlos, pero no lo llevaron a un significado concreto. Al lado de él, aparecieron unas llaves de plata. Tenía una forma muy rara, diferente a la entrada de la cerradura de la puerta. 

       Sniy se sentó al frente de la puerta, se puso a analizar la simbología. La cerradura parecía muy pequeña para las llaves que encontró. Luego de ver los símbolos por más de una hora, pudo entender lo que significaban. Los símbolos que no entendía al principio, eran dibujos de una persona haciendo abriendo una puerta, pero estos estaban dibujados de una manera extraña. Miró las llaves una vez más y dijo:

       —"Soy yo, el último y el único. Soy el Portador del primer libro, ábreme y dame el poder para cumplir mi objetivo"

       Sniy no entendía que poder le iban a dar, si él ya tenía uno. O acaso el poder que le darán es uno nuevo. Del cómo supo decir esas palabras si apenas podía entender los símbolos. Mientras se hacía esas preguntas, la cerradura de la puerta empezaba a cambiar de figura, hasta llegar a la figura de las llaves. 

       Agarro las llaves, metió a la cerradura. Por fin pudo abrir la puerta, aunque del otro lado de la misma, no había nada. Todo era oscuro. Al dar un paso, cayó inconsciente. 

       Sintió un cálido viento que entraba desde una ventana. El canto de los pájaros hizo que se despertara. Poco a poco fue abriendo los ojos, la luz que entraba, le lastimaba un poco los ojos. Los abrió hasta ver que estaba en un cuarto con muchas notas, regalos y frutas. En verdad lo extrañaban. 

       Se quitó la sabana, noto que tenía puesto ropa blanca, cuál estaba muy holgada para él. Todo parecía ser solitario, no se oiga ningún sonido, aunque ya era normal para él estar en un gran silencio. Miro, a su alrededor, tardo poco tiempo en notar que estaba en la habitación que tenía en Ravenlyn, «La recordaba un poco más grande», pensó. 

       Se levantó de la cama, agarro el vaso con agua que había aún lado de la cama. Después de eso, se dirigió al pequeño balcón que daba hacia el mar. Cuando ya estaba en el balcón, cerró la puerta con las cortinas que había. Cuáles, eran de color azul con morado y el emblema de un cuervo. 

       Nadie podía ver que él estaba en el balcón. No pasaron cinco minutos, cuando escucho a alguien gritar, el gripo provenía de dentro del cuarto. Primero fue un grito de sí, se tratase de un susto, después fueron gritos para llamar a alguien. «Señor Galvan», se escuchaba que gritaban «Señor Lewis», y otros nombres que Sniy recordaba. 

       Aquella voz la recordaba muy bien, escucharla le dio un poco de tranquilidad. «Falith», pensó. Quería entrar al cuarto, para poder ver a Falith después de tanto tiempo. Antes de que pudiera entrar, escucho que alguien entraba, después alguien más entro y por último dos personas más. 

       —Se ha ido, hace unos minutos en lo que fui por agua ha desaparecido —dijo Falith.

       —No debe haber ido lejos —la voz era muy grave, «es el rey Lewis», pensó Sniy—. Adir, avisa a todos que Sniy se ha ido, que inicien una búsqueda. 

       —Señor Galvan —dijo Falith—. ¿Dónde pudo haber ido?

       —No muy lejos, él no se iría sin verte una última vez —dijo Galvan. 

       —Nosotros también saldremos a buscarlo —dijo el rey Lewis—, tú quédate. Puede que regrese, él querrá que seas tú la primera en ver. Después de lo que paso, fuiste la única que siempre estuvo con él. 




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