Destruyendo al Playboy

Destruyendo al Playboy ┋ 01

Dos semanas antes

Es lunes por la mañana, deambulé por el pasillo hasta que llegué al aula de historia de la económica mundial. Uff, que sueño tengo, anoche apenas dormí ya que me quedé viendo la maratón de The Vampire Diaries. Cuando voy a entrar por la puerta de la clase, una chica choca contra mí.

—¡Mira por dónde vas! —me gritó la chica rubia. Vaya, ella ha chocado conmigo. ¡Debería ser yo quién dijera eso!

Levanté la mirada y me di cuenta de que ella estaba llorando. ¿Qué le habrá pasado un lunes a primera hora? Cuando la chica se va, solté un suspiro.

Aquí vamos de nuevo.

Entré en el aula y allí, casi al final de la clase, vi al hombre más hermoso de la tierra rodeado por varias mujeres.

Su cabello castaño estaba despeinado, sus ojos marrones salpicados por pequeñas motas verdes miraban burlones a cualquier que pasaba por su lado. La camiseta gris que llevaba, le marcaba el pecho y se tensaba sobre sus hombros con cada movimiento que realizaba y sus piernas largas estaban envueltas en un pantalón negro.

Se trata de Jayden Grayson. Playboy, mujeriego, cretino popular, arrogante; esas son las palabras que le definen. Él es bastante guapo, bueno, es muy guapo. Pero para mí él es como un pastel de piña y coco, es decir, es el único pastel que no me gusta.

—Tío, ¿no vas a seguirle? —preguntó uno de los amigos de Jayden—. Es tu novia.

—Ex novia —le corrigió Jayden—. Además, ella es lo suficientemente grande como para ir sola.

Idiota.

—De todos modos, ¿estás libre este fin de semana? —preguntó Jayden a la chica rubia que tenía a su lado. Qué capullo. Acaba de romper con su novia y ya le está diciendo de salir a otra cuando no han pasado ni dos minutos.

—¿Es una cita? —preguntó ella, mientras se pagaba aún más a él. ¡Esto ya es pasarse de la raya!

Jayden le sonríe.

Caminé hasta mi asiento y dejé mi mochila en el suelo. Jayden me miró un segundo y su mirada volvió a posarse en el pecho de rubia.

Qué asco.

—Pues, claro que estoy libre —dijo—. Estoy deseando que llegue el fin de semana.

La rubia puso su cabeza en el pecho de Jayden y le pasó las manos por el cuello, haciendo que este frunza el ceño.

—Te amo, Jayden —declaró la rubia. Madre mía, seguro que es la primera vez que hablan y ella ya está declarándole su amor

Jayden separó a la chica de él y le quitó los brazos de su cuello.

—Se acabó.

Vi pánico en los ojos de la rubia. —¿Q-qué? ¿Por qué? ¿Qué hice?

—Odio a las chicas pegajosas. Y si un día rompemos, tal vez eres de esas acosadoras. Eso me provocará un dolor de cabeza —comenzó Jayden—. Por tanto, antes de comenzar hemos terminado.

No me lo creo. De hecho, sí que me lo creo, pero nunca lo había presenciado. Jayden utiliza a las chicas y luego si ve que son un poco empalagosa, le dice bye-bye. Este chico se cree Dios o qué. Que idiota.

Los ojos marrones de la chica se agrandan y vi unas lágrimas asomarse en ellos. Ella se puso de pie, cogió su mochila y salió de la clase.

Estoy flipando. Ya van dos chicas en un día. Espero que el próximo semestre no tenga a Jayden en ninguna de mis clases. Esta escenita suele suceder casi todos los días. Siempre hay una chica llorando por Jayden. Tal vez su relación más larga fue de cuatro días. ¿Por qué demonios las chicas todavía quieren tener algo con él? No entiendo que es lo que les gusta de él.

Conozco a Jayden desde el instituto, ya que íbamos en la misma clase. Ahora también coincidimos en la universidad. Pero nunca él ha hablado conmigo, ni yo con él.

Él nunca me mira, aunque yo si lo cada las veces coincidimos en la clase o en los pasillos. Tampoco me presta atención, dudo que siquiera sepa de mi existencia. Y creo que sé por qué.

Mi aspecto es normal, es decir, no soy ninguna Top Model, pero tampoco tengo un muy mal aspecto. Mi pelo castaño no es muy largo, me llega justo por debajo del pecho, tengo ojos grandes azules grisáceos y la tez blanca. Mido 1,60, no soy muy alta que digamos. Mi cuerpo tiene sus curvas, pero nunca suelo llevar ropa que las destaque.

Mientras que las chicas llevan los uniformes de dos tallas más pequeñas, yo llevo una más grande. Ellas utilizan zapatos con plataforma, y yo utilizo mis converse.




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